Capítulo 50.

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Un ruido extraño me despierta de golpe, la adrenalina y la preocupación comienzan a fluir rápidamente por todo mi cuerpo y me levanto de la cama tan ágilmente como me es posible, no me detengo a ponerme mis pantuflas porque sé a la perfección lo que está sucediendo. Salgo de la habitación dándome prisa y me encuentro con Deborah en el pasillo, ha escuchado lo mismo que yo, y sé que se siente tan alarmada como siempre que sucede esto, su expresión emana angustia y aquello pe oprime el pecho.

Abro la puerta de la habitación de Blake y ambas entramos rápidamente. Él está en el suelo, ha vomitado sobre su ropa y está muy pálido.

Me gustaría decir que todo ha sido diferente tiempo atrás, pero desde que él empezó con el tratamiento, hace unos tres meses aproximadamente, todo ha ido en picada. El oncólogo está dándole algunos ciclos de quimioterapia antes de poder decidir si puede extirparle el tumor, con el objetivo de que éste reduzca su tamaño, pero este tiempo ha sido bastante difícil; Blake recibe una dosis de quimio a la semana y los días posteriores a eso son un infierno para él. No tiene fuerzas para hacer muchas cosas, vomita constantemente y ha perdido todo el cabello.

— ¿Estás bien, cariño? —le pregunta Deborah y se arrodilla a un costado suyo—. ¿Necesitas que llame al médico?

Blake únicamente niega con la cabeza e intenta ponerse de pie, pero le cuesta demasiado trabajo, me aproximo a ellos para ayudarles y una vez que logramos que él se siente en la cama me dirijo hasta el baño para prepararle la tina. Necesita ducharse. Los ojos se me llenan de lágrimas mientras hago un recuento rápido de lo que ha sucedido con el chico moreno y atractivo que conocí hace algún tiempo; ahora no queda más de él y me aterra de sobremanera pensar en que se puede morir en cualquier momento debido a la agresividad de la quimio. En estos cuatro meses he aprendido a quererlo, de verdad se ha vuelto una parte de mi vida y sé que no soportaría que su vida terminara de esta manera. Recuerdo cuando él me dijo que no quería someterse al tratamiento porque no quería joderse sus últimos días de vida, y ahora comprendo por qué lo dijo.

No puedo decir que entiendo a la perfección lo que él está pasando en estos momentos, pero lo que sí puedo asegurar es que ha sido muy difícil para todos, odio ver la forma en la que su vida ha cambiado tan drásticamente y me gustaría poder hacer algo que de verdad significara algo para él, pero sé que no hay nada que pueda hacer y aquello me provoca tanta impotencia que las ganas de gritar me queman la garganta.

—Amelie, ¿nos ayudas? —me cuestiona Deborah desde el cuarto.

Ella se ha encargado ya de desvestir a Blake casi por completo, la ropa sucia está apilada a un costado de la cama y suspiro.

Dejo que Blake se apoye en mí y así lo llevamos hasta la bañera. El agua está a la temperatura adecuada y él me lo agradece con un asentimiento.

—Iré a poner té —murmura Deborah y se escabulle fuera del baño.

Ella no ha sido tan fuerte y la entiendo, supongo que debe ser muy difícil ver a tu hijo en estas condiciones. Ella siempre ha apoyado a Blake, claro, pero cuando la situación se pone verdaderamente complicada y oscura ella busca alguna excusa para apartarse un poco, comprendo muy bien por qué lo hace, ella tiene tanto miedo como yo de que esta maldita enfermedad terminen con la luz de los ojos de Blake en cualquier momento.

— ¿Te sientes mejor? —murmuro tallando suavemente su cuerpo con una esponja.

—No —susurra—. Sé que todo esto es normal después de la quimio, pero ya no puedo, no puedo soportar esto ni un segundo más.

—Blake... ya falta menos y...

—No, Amelie —suspira—. Ya no más quimio. Voy a morir, lo sé. Y no quiero que eso suceda mientras me revuelco en mi propio vómito.

STAY - L.H -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora