Capítulo 1, Adaptación a una nueva vida.

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Me encontraba sumergida en mi lectura de literatura griega hasta que sentí unos pasos y la voz de mi madre hablando por teléfono. Le contaba a su amiga todas sus penas, por alguna razón ella se sentía muy insegura de si misma, cosa que no comprendía, era una mujer hermosa a su edad, inteligente y madura.

Desde lo que ocurrió con papá no ha sido la misma de antes, es diferente, algo dentro de ella se rompió, trata de mantenerse fuerte y seguir adelante por mi pero hay momentos en que simplemente no puede con todo, la he escuchado sollozar en el baño, dormirse embriagada después de tomar vino durante toda la noche. En parte me siento culpable por no hacer nada para ayudarla, soy una pésima hija. Para mi no fue tan difícil superarlo, la separación de mis padres fue algo muy normal y comprendí la situación a la perfección, no podía pretender que mi madre siguiera sometida a una relación donde ya todo estaba muerto, no la culpaba, estaba en su derecho de divorciarse, yo no intervine en absoluto. Solo que las cosas afectaron a mi madre más de lo que yo creía... Aunque la entiendo un montón, encontrar a tu esposo en la cama con tu mejor amiga no debe ser nada fácil de asimilar.

Yo trataba de no mencionarle el tema y evadía las conversaciones cada vez que llegaban a ese punto, pero en el fondo no sabía si la estaba ayudando o si por el contrario, le estaba abriendo más ese vacío interno que tenía. A pesar de todo lo que le hicieron, no siente rencor por ninguno, ni por mi padre, ni por la puta esa, es un alma muy noble pero debería ser más desconfiada con la gente.

No todo el que te sonríe te desea el bien.

Pero con ella es inútil por más que la aconsejo, no lo pone en práctica.

Entró a mi cuarto y se sentó en el borde de la cama sin prisas. Dejé las copias a un lado y le preste toda mi atención.

—Hija, me acabo de llamar Gisele, quiere que vayamos a tomarnos unos tragos ¿qué opinas? —su tono en busca de aprobación me hizo gracia y no pude contener una pequeña risa.

—¡Mamá! ¡Por Dios! Acaso ¿me estas pidiendo permiso? —le cuestione incrédula, esta situación me hacia mucha gracia, los papeles se habían invertido esta vez.

—Quiero saber lo que piensas, es solo eso. Me importa que te sientas bien.

—Mamá tu eres una adulta, sabes lo que haces. Y por supuesto que no me molesta que salgas, es más, me encanta que te distraigas un poco y pases un rato agradable —ella sonrió aliviada y asintió satisfecha.

—Bueno, me iré a arreglar. ¿Me vas a ayudar? Quiero irme linda —me propuso mientras abría la puerta de la habitación.

—Claro, te voy a dejar hermosa. Ya verás... —dije mientras la seguía hasta el cuarto de ropas.

...

—Espera, espera... Ya esta, ahora si —me quite de en medio y la deje caminar hacia el espejo.

—¡Ay hija! Tu haces magia con el maquillaje, quede divina.

—Para que veas que todos los tutoriales que me paso viendo en YouTube sirven de algo y no son solo una perdida de tiempo —ella asintió convencida, sin dejar de admirar su rostro, le había ondulado un poco su larga cabellera dorada en las puntas, tenía un vestido azul que le caía a la rodilla ceñido y elegante, unos tacones negros formales junto con un abrigo y un bolso de mano.

La acompañe a la recepción, en donde la estaba esperando Gisele, también muy elegante, las despedí y les advertí en broma cual era la hora de llegada. Vi el auto emprender camino y sumarse a los otros en la enorme avenida. Subí de nuevo hasta el apartamento. Me prepare unas palomitas y me dispuse a mirar películas el resto de la noche, no sé en qué momento me quede dormida pero cuando desperté me percate de que todo estaba oscuro, iluminado solo con la tenue luz de la TV. Cerré todas las cortinas y me fui a mi cuarto. Tras ponerme la pijama caí en un sueño profundo.

Pasiones ProhibidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora