Capítulo 9, Visita interruptora.

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El sonido de una puerta hizo que me despertara y saliera de mis sueños. Me revolví en la cama mientras me desperezaba, no sentí su cuerpo a mi lado y me levante inquieta, me restregué los ojos y me senté en la cama para mirar a mi alrededor. No estaba en ninguna parte, estaba yo sola en esa inmensa cama.

Decidí pararme a indagar en donde se podía encontrar o si realmente se había ido del todo, encontré en el suelo la falda que me había puesto ayer, toda mi ropa estaba esparcida y al ver su camisa tendida sobre la alfombra la tome y me la puse. Me daba vergüenza salir y encontrarme con alguno de sus trabajadores, al menos ahora ya no mostraba tanto. Iba a salir del cuarto cuando escuche un ruido dentro del baño y me acerqué a mirar. La puerta estaba entreabierta y pude observar toda la escena.

Allí estaba él mojado y recién salido de la ducha con el cabello revuelto y las gotas de agua resbalándose por su tersa y cálida piel, estaba concentrado amarrándose la toalla en la cintura cuando se percató de mi presencia y esbozó una sonrisa. Sentí derretirme de a poco con esta maravillosa imagen.

—¿Qué haces despierta tan temprano? —me miró y se acercó hacia mi, su cercanía siempre me ponía nerviosa, tomo mi cara entre sus grandes manos y me dio un delicioso beso.

—¿Por qué te arreglas tan temprano? Hoy es domingo —me dio una sonrisa de medio lado y posó sus manos sobre mi cintura.

—Debo salir a un desayuno que tengo. —No pude evitar disimular mi cara de decepción y me aleje de él un poco molesta. —Pero no me tardo hermosa, es solo un compromiso después vengo y pasamos el resto del día juntos —con una de sus manos tomó mi barbilla y me hizo mirarlo fijamente a los ojos.

—¿Y no lo puedes cancelar? —hice un puchero intentando convencerlo y vacilo unos segundos. Sabía que podía convencerlo, no parecía ser nada urgente. —¿Te verás con tu novia? —Él asintió y sentí unos inmensos celos en mi interior, desde el principio sabía que tenía una relación no muy formal con una mujer de su edad pero imaginármelo en brazos de otra simplemente me mortificaba, intente no demostrarlo y seguí con mi trabajo de convencimiento. —Te puedes inventar una excusa y no ir... —acaricié su barba creciente y él cerró los ojos. —Te aseguró que te divertirás más si te quedas... —me desabotone lentamente la camisa dejando mi abdomen y mis senos a su merced. Sentí como su respiración se hizo más pesada y me miró con deseo.

—Eso no lo dudo, nena. —Se acercó hacia mí y me dio pequeños besos esparcidos por el cuello. —Déjame y hago una llamada —me beso y tomó su celular de la mesa. Se sentó sobre la cama esperando a que atendiera el teléfono la mujer esa, me acerqué provocativa y me senté sobre su regazo, negó con la cabeza y se mordió el labio inferior, estaba logrando mi objetivo, bese su cuello y baje hasta sus bien marcados músculos; intentó regular su voz ronca al hablar.

—Hola cariño... Si, bien... Pensándote mucho...—seguí repartiendo mis besos por todo su pecho desnudo y sentía como se estremecía bajo mi cuerpo. —No, temo decirte que debo cancelar nuestro desayuno... Porque no puedo, ocurrió un problema en la empresa y debo solucionarlo cuanto antes... Si, lo siento... No, después te llamo, estoy algo ocupado... Yo también te quiero linda, adiós —colgó y soltó un ronco gemido que estaba ahogando durante toda la llamada.

—Vaya que la quieres —susurré sobre sus labios y este sonrió divertido, de un movimiento rápido giró y me hizo quedar bajo su cuerpo aprisionada.

—Eres una niña mala... —mordisqueó mi labio y subió mis manos por encima de mi cabeza, teniéndome bajo su poder.

—Deberías castigarme —me le insinúe y enrede mis piernas en sus caderas haciendo más profundo el contacto.

Pasiones ProhibidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora