Capítulo 15, Casualidades.

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—Bárbara, Bárbara... —decía mi madre entre sueños. —Hija vamos, levántate. —Me removía impaciente. Me desperté sobresaltada y vi su cuerpo borroso sentado a un costado de mi cama.

—¿Qué pasa? —pregunté en medio de un bostezo mientras me sentaba somnolienta.

—Vamos al gimnasio —me pidió con un puchero.

—¿Qué? ¿A cuál gimnasio? ¿Mamá te enloqueciste? ¿Para qué? —Seguía con mi ceño fruncido sin entender nada.

—Tonny nos pagó el gimnasio, lo sé, es hermoso —suspiró enamorada.

—¿Por qué?

—La vez pasada le dije mi deseo de ir a uno pero que no tenía tiempo y demás, bueno ahora nos pagó la mensualidad a las dos para que vayamos ¿no es un amor?

—Si, como digas... —ignore su cursilería. —¿Ahora vamos a ir todos los días?

—Si, bueno, en la mañana. Antes del trabajo y la universidad ¿qué te parece? —explicó emocionada.

—Sabes que soy muy floja y perezosa pero lo haré por ti, por acompañarte y bueno por no ser desagradecida con el regalo de tu novio —acepté finalmente y me levante de la cama.

—Báñate rápido, te espero afuera. Iré haciendo el desayuno y por cierto, ahora solo comeremos comida saludable, nada de chucherías ¿eh? —me advirtió y yo reí, muy ingenua era si creía que le iba a hacer caso...

—Comete este plato de frutas. —Me lo puso en frente en el mesón.

—¿Solo esto? —me queje.

—Si, si queremos ver resultados pronto, debemos cuidarnos en la alimentación —respondió alegre.

En ese momento entro una llamada a su celular y corriendo fue a contestarlo.

Hablo animadamente con su "amorcito" como ella le decía melosamente, le describía cada cosa que hacía o iba a hacer en su día, me llegaba a fastidiar que le diera tantas explicaciones; mi mamá estaba perdidamente enamorada de ese hombre y no la culpaba, según lo que había escuchado era especial, atento, caballeroso, detallista, respetuoso y bueno en la cama ¿qué más podía pedir?

—¿Ya estás lista? —Se acercó a mí sacándome de mis pensamientos.

—Eh, si. Vamos —la seguí y tome mi maleta para el gimnasio, lleve toalla, ropa para cambiarme, un termo para el agua y mi celular para escuchar música. No creía necesitar más.

Bajamos en el ascensor mientras ella me describía a su maravilloso príncipe azul y yo reía por lo típica adolescente que se veía.

Sacamos el auto del estacionamiento y nos dirigimos con ayuda del GPS hacia el gimnasio, había bastante tráfico por lo que el trayecto se vio lleno de trancones y semáforos. Yo me relaje en el asiento del copiloto e iba tarareando las canciones que iban sonando en la radio, que por cierto y para la mala suerte de los oídos de mi mamá, todas me las sabía. Con las indicaciones logramos llegar hasta el dichoso gimnasio, estacionamos en el parqueadero y nos bajamos con nuestras maletas, listas para empezar a quemar calorías en pleno sábado de clima caluroso.

Apenas entramos uno de los trabajadores nos llevó hacia una oficina, nos inscribimos y llenamos el papeleo con nuestros datos; más tarde nos dieron nuestros casilleros personales, los pases con los que podríamos ingresar diariamente y los horarios. Me impresione con todo lo que tenía el gimnasio, sin duda aquí venía gente adinerada, podía notarlo. Nos dieron un pequeño recorrido, mostrándonos todas las secciones de las que podíamos disfrutar, al parecer Tonny había pagado para que fuésemos miembros honorarias o algo así, lo que nos permitía tener acceso a todo. Tenía desde sauna y spa hasta una área de yoga... En fin, de todo. Aparte de todo era inmenso, algo así como un centro comercial.

Pasiones ProhibidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora