Capítulo 23, Venganza y guerra.

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El teléfono sonó.

—¿Hola? —pregunte atendiendo la llamada.

—Soy yo —contestó una voz varonil desde el otro lado de la línea.

—Mi mamá no está —le dije de inmediato, cortante.

—No la necesitaba a ella.

Me quede en silencio sin saber qué responder. ¿Qué pretendía con todo esto?

—Tengo que hablar contigo... A solas —suspiró pesadamente.

—¿Sobre qué?

—De nosotros.

El silencio se volvió a apoderar de mí hasta que rechace completamente la idea de estar cerca de él y lo peor en algún lugar donde nos íbamos a encontrar solos; no, eso no podía suceder. Mi fuerza de voluntad no era tan grande.

—No puedo —afirmé.

—¿No puedes? O ¿no quieres? —bufo subiendo el tono de su voz.

—Ambas —respondí tranquila.

Resopló molesto pero calló por unos largos segundos.

—Sabes que las cosas no están claras entre los dos. Debemos hablar —aseguró y a pesar de que sabía que estaba en lo cierto, no lo iba a aceptar.

—Creo que yo he sido lo suficientemente clara contigo.

—Pero es que tú y yo... —refutó pero lo interrumpí sin dejarlo hablar.

—¡Es que ese es tu problema! —le grite un poco alterada. —¡No entiendes! ¡No comprendes que ya no existe un tú y yo! Tú seguirás haciendo muy feliz a mi mamá, seguirán como la linda y mágica pareja que son mientras yo seguiré con mi vida, ¿de acuerdo? Haremos como si nada hubiese pasado, sencillo.

—Pero los dos sabemos que fue lo que pasó y no puedes negar que no sientes nada por mí. Noto cómo te pones nerviosa cuando me acerco a ti o tan siquiera te miro —manifestó presumido y yo quería golpearme contra las paredes por no disimular bien lo que él provocaba en mi.

—Eso no cambia nada... Tú estás con mi mamá y eso hace que nunca en mi vida quiera o pueda volver a estar contigo.

Silencio.

Solo callo, parecía enmudecido, creería que me había dejado hablando sola si no fuese por el sonido de su respiración.

—Estoy ocupada. Adiós —colgué.

Me recargue contra la pared y puse una mano en mi pecho notando lo aceleradas que estaban mis palpitaciones, sin duda él me afectaba más de lo que creía. Para despejar mi mente decidí salir y mantenerme pensando en otras cosas para no torturarme con toda esta situación. Por eso le escribí a Toby y le dije que nos viéramos, iría a su casa por lo que pedí un taxi.

Después de pasar el rato viendo una película a la que no le prestamos ni la más mínima atención ya que en realidad estuvimos jugando con nuestras manos y bocas, terminando sudados y jadeando después de tener sexo. Como era de costumbre hablamos después sobre nuestras vidas en las que él como siempre era tan comprensivo y sabía darme consejos tan acertados que lograban librarme un poco de mis problemas.

—¿Tú crees que tu mamá esté realmente enamorada o es un simple capricho? —me preguntó mirando el techo distraído.

—No lo sé... Yo la veo muy ilusionada, jamás había estado tan feliz —confesé confundida sin saber si él a pesar de hacerla feliz era realmente bueno para ella.

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