Capítulo 29, Que empiece el juego.

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—No creo poder aguantar tanto —me dije a mí misma pensando en voz alta mientras miraba distraída por el balcón.

Los días pasaban lentamente, con la intención de torturarme el tiempo corría a un ritmo suave, pausado, en el que me dejaba sola para pensar y quemarme el cerebro intentando solucionar todo el caos que había en mi vida. Trataba de no enfocarme en las cosas malas pero tener que verlo y estar con él tan de cerca me hacía la situación más tormentosa; desde aquel día en que lo encontré con esa maldita mujer que nunca había visto charlando en la habitación que compartía con su nueva esposa que resultaba ser mi mamá simplemente no le di oportunidad de explicarme nada, no quería ni determinarlo, siempre terminaba enredándome con sus sucios trucos, mi mamá no sabía nada sobre el tema pero si que notaba mi grosera actitud hacia él. Solo esperaba encontrar una solución que hiciera que mi mamá se alejara de él pero conforme pasaban los días veía que era más que imposible... Tan solo faltaban dos días para volver a nuestra vida normal pero no me entusiasmaba del todo volver porque ahora viviría bajo el mismo techo con Tom y eso me hacía sentir todo menos feliz.

—Hoy saldremos de compras toda la mañana, en la tarde pasearemos en el yate y disfrutaremos nuestro último día aquí —sentenció mi madre indicándome lo que haríamos sin siquiera pedir mi opinión.

—¿Te gusta el plan Bárbara? —preguntó Tom desde el otro lado de la mesa.

—Da igual, no interesa lo que yo piense —bufé. —Mejor vámonos —los apuré y me levante de la mesa fastidiada.

—Te esperas y por centésima vez te pido que cambies esa actitud tan molesta, nada te gusta, no quieres nada, ya me tienes harta —intervino mi mamá molesta, yo me gire y la ignore como bien sabía hacer estos últimos días.

Los espere en el lobby mientras me sumergía en mi celular, cuando llegaron solo me hicieron un llamado para que me subiera al auto que nos esperaba a las afueras del hotel. En el camino los dos no dejaron de hablar ni por un segundo, solo me dediqué a contemplar la hermosa ciudad por la ventana. Estacionamos en un gran parqueadero, bajamos y comenzamos a caminar por las lujosas calles de Dubai.

Mi mamá hacia algunas compras en cada tienda, al principio me hice la difícil y desinteresada pero me era casi imposible resistirme a la ropa, era adictiva, al final terminé sucumbiendo en los vestidores con montones de prendas y como si fuese magia, esto logró subirme el ánimo al cien por ciento.

Desde Dior, Dolce & Gabbana y Chanel hasta Victoria's Secret, Calvin Klein y Michael Kors...

Demasiada tentación para una mujer. No me resistí y caí.

Al cabo de unas horas íbamos con mi mamá alegres y animadas revoloteando mientras los hombres de Tom nos llevaban las bolsas, esto sí que era increíble.

—Al parecer no hay nada que las compras no puedan solucionar en la vida de una mujer —bromeó Tom acercándose a nosotras luego de pagar la cuenta.

—No, no todo —negué sonriente.

—¿Qué no? —enarcó las cejas interesado.

—Problemas graves como una infidelidad, un engaño, una mentira que te hiera, la muerte, entre muchas cosas más —respondí lanzándole la indirecta y él carraspeo incómodo.

—Eso ya son tragedias, exageraste —añadió mi madre riendo. Me encogí de hombros y salí de la tienda triunfante.

A eso de las dos de la tarde terminamos y fuimos a comer a un elegante restaurante de comida oriental, la comida estaba deliciosa y debo aceptar que el ambiente también fue muy ameno. Los ánimos de todos estaban mucho más calmados por lo que conversamos sin ningún problema, mi madre y Tom compartían anécdotas graciosas y por primera vez en mucho tiempo no se hicieron meloserías, ni se pusieron cursis por lo que no me sentí extraña en ningún momento.

Pasiones ProhibidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora