Capítulo 19, Cara a cara.

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Sin tener tiempo que perder, llegamos al departamento corriendo para terminar de vestirnos y arreglarnos para la cena. Los hombres estaban a punto de llegar y faltaba concretar algunos pormenores, mi celular vibraba desde la mesa cerca a mi cama pero yo estaba lo suficientemente ocupada como para revisarlo.

—Tonny ya me puso un mensaje, llegará en diez minutos —gritó mi mamá desde el pasillo.

Termine de ponerme mis tacones y salí hacia la sala para ver en qué podía ayudar a mi mamá.

—¿Falta algo? —le pregunte entrando a la cocina donde se encontraba con Laure, la súper chef amiga de mi mamá.

Se llevaban bastante bien y aunque cocinaba delicioso no me daba mucha confianza.

—No hija —me sonrió. —O sabes que si. Ayúdame a pasar estos platos y acomódalos en la mesa.

Seguí sus órdenes y organizamos entre las dos toda la vajilla de cristalería en el comedor, en ese momento sonó el teléfono y ella fue a contestar ansiosa.

—¿Si?... Que siga, gracias —colgó.

Supuse que era su novio porque caminaba nerviosa por todos lados, acomodando todo aunque ya estaba más que perfecto el lugar. Minutos después sonaron unos golpes en la puerta y antes de ir a abrir se acomodó el cabello, se plancho el vestido con sus manos y se miro una vez más en el espejo. La puerta se abrió y varias meloserías de mi mamá se escucharon desde allí, yo estaba girada dándoles la espalda acomodando aún los cubiertos por lo que no podía ver la romántica escena.

Lo cual agradecía en el fondo.

Escuche como la puerta se cerró y los pasos cada vez se iban acercando más y más hacia mi, por alguna razón tenía muchos nervios o tal vez era la ansiedad por conocer al que probablemente sería el futuro marido de mi madre. Esa posibilidad había entrado desde hace poco cuando la vi tan enamorada.

—Hija te presento, él es Tonny —me llamó mi madre y yo me gire sonriente con el jarrón del florero en la mano sin saber aún donde ponerlo.

...

Estaba ida, como en otro mundo, simplemente era como si mi cuerpo aún estuviese pegado a la tierra por el peso de la gravedad y la realidad mientras mi alma volaba y huía buscando algún lugar seguro y lejano, donde estar a salvo muy lejos de aquí. Mi cuerpo estaba absolutamente en shock, mi espalda tensa, mis piernas no se despegaban del suelo, quería correr y largarme de allí pero no podía hacerlo por más que quería. Todo parecía pasar en cámara lenta, su mirada oscura se instalaba sobre mi frente, pesaba, incluso dolía, mientras mi ingenua madre, inocente de lo que ocurría, miraba la escena con terror sin entender, no por lo que estuviera sucediendo sino por el desastre que había armado.

Esto no podía estarme pasando, no a mi.

Rogaba al cielo porque nada de esto fuera real, porque fuera una simple pesadilla en la que me estaban torturando de la peor manera, pero a medida que los tardíos segundos pasaban perezosamente, mi corazón latía cada vez más rápido, quería salirse, el también quería escapar de todo esto.

Solo escuche a lo lejos, de fondo, el delicado cristal encontrarse con el suelo provocando un contacto rudo y brusco, que dejó aquel costoso florero hecho añicos en mil pedacitos esparcidos por todo el suelo; no lo hice con intención, solo que mi mano no tenía la fuerza suficiente para retenerlo cuando me gire, cuando lo vi allí de pie junto a mi madre cogidos de la mano. Se zafó de mis dedos y proporcionó un colosal ruido que hizo que los nervios de mi madre se alterarán, había hecho un desastre completo pero si ella supiese la verdad, entendería mi estado de conmoción...

Pasiones ProhibidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora