Capítulo 38, Tentaciones incontrolables.

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—¿Y tú por qué andas tan feliz y hasta suspirando hoy en pleno lunes? —pregunto extrañada Stella con cara de sueño.

—Claro que no. Estoy igual que siempre —me defendí y seguí mirando por la gran ventana del salón.

—Por supuesto. Estas igual que el lunes pasado a excepción que ese día te quedaste dormida babeando el pupitre —se burlo y yo rodé los ojos. —Anda, cuéntame. Soy tu amiga —insistió risueña.

—Ayer estuve con él —confesé y sus ojos se sorprendieron tanto que creí que se saldrían de sus órbitas. No había necesidad de especificar de quién hablaba, ella lo sabía a la perfección.

—¿Cómo? ¿Qué? ¿Cuándo? ¿Dónde? —grito emocionada haciéndome sobresaltar.

—Cállate, no todo el salón se debe enterar —la reprendí.

—Suéltalo ya —exigió desesperada.

—Nos vimos... En su casa —mentí aunque en realidad no era del todo una mentira, si era su casa. —Y ya ¿qué más quieres que te diga? —me encogí de hombros sonriendo.

—¡Todo pendeja! Si se besaron o no, si lo hicieron o no, de qué hablaron, cómo te lo metió, todo, joder, todo lo quiero saber.

—Bien... Pues, me llamo y accedí a hablar con él, me confesó muchas cosas que me hicieron cambiar de opinión frente a mi vida, sabes, me quito esos miedos y culpas que traía y me deje llevar...

—¿Cogieron? —me cuestiono intrigada dando pequeños aplausos de emoción.

—Obvio —acepte.

—¿Y qué tal? Joder, Bárbara, ¿qué no entiendes que quiero todos los detalles? —me regaño y yo asentí riendo.

—Excelente, buenísimo, como siempre. Fue increíble... —suspire.

—¿En dónde lo hicieron? —prosiguió con su interrogatorio.

—En la cocina... Por toda la cocina, más bien —me sonroje y ella dio un grito ahogado.

—¡Carajo! ¡Qué excitante!

Iba a seguir preguntándome más cosas pero justo en ese momento llegó la maestra haciendo que todos hicieran silencio y se acomodaran en sus puestos. La clase se me hizo eternamente aburrida, no preste atención ni por un segundo, veía que ella anotaba números y fórmulas en todo el pizarrón y yo no le veía sentido alguno. La miraba para que no me preguntara o me reprendiera por estar distraída pero mientras mis ojos hacían como si estuviesen atendiendo, mi mente estaba muy lejos, en otro mundo, pensando cosas inapropiadas y ajenas a la materia.

Específicamente en Tom.

No lograba sacármelo de la cabeza y por eso, en un momento en el que alguien se acercó a la profesora con sus apuntes a preguntarle algo, aproveche y saque mi celular del bolso, lo escondí entre mis piernas y la mesa para escribir un mensaje rápido.

"¿Eres tan bueno en cálculo como en la cama?" —B.

Le envié el mensaje ahogándome de la risa internamente por mi atrevimiento, a los pocos segundos obtuve una rápida respuesta por su parte.

"¿Eso es una especie de halago?" —T.

"Necesito ayuda con cálculo..." —B.

"No doy clases gratis." —T.

"¿Cuánto dinero me cobras? Espero me hagas una oferta por ser tu hijastra." —B.

Me encantaría tenerlo en frente para poder ver su reacción ante mis insolentes palabras.

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