Capítulo 45, Confrotar y enfrentar.

27.1K 1.3K 139
                                    

—Hablemos a solas —dijo para que la siguiera, entramos a la cocina dejando a Tom y a Stella en la sala desconcertados.

Nos miramos en silencio, no mostraba que estuviese arrepentida y que quisiera remediar las cosas, por el contrario, parecía aún más enojada que hacía unos minutos.

—¿Por qué te quieres ir? —intervino rompiendo el silencio.

—Tu no me quieres aquí y la verdad no encuentro una razón por la que deba quedarme... —confesé y ella asintió pensativa. —Me enteré sobre el intercambio y prefiero irme antes de que me tires como un perro a la calle.

—Bárbara no seas tan exagerada... Es algo temporal, es por tu bien y —no la deje continuar, la callé de forma poco educada pero simplemente no soportaba que me creyeran una idiota, sabía cuándo mentían y no me gustaba pasarlo desapercibido.

—No, no es por mi bien, es por tu bien y el de tu "matrimonio" pero ¿sabes qué? De acuerdo, acepto, me iré, te dejo en paz, me alejo de ti, acabó con todo tipo de carga o tormento que te propicio y lo siento, no sé exactamente porque me gane tu desprecio repentino pero me resigno —me encogí de hombros dolida.

—No te hagas la víctima, ya estás grande, siempre exigiste libertad, querías que no te llamará cuando salías, ni que te buscara pues bien ahora puedes hacer lo que te plazca —indicó orgullosa. —Si quieres busca un lugar y yo te lo pago.

—No, no necesito tu ayuda y mejor me voy ahora antes de que esta situación se torne de gris a negra —dije pasando por su lado, quería tragarme las palabras cargadas de veneno que guardaba detrás de mi lengua pero no lo logre y en un impulso me giré a enfrentarla. —Por cierto, espero que tu maldito matrimonio funcione de una vez por todas y logres obtener la atención de tu marido para que tu autoestima se suba un poco y no andes con complejo de juventud —no termine de decir mis ofensas cuando su mano golpeó mi mejilla con brusquedad, me había propiciado un contundente golpe, sin duda debió dejarme alguna marca porque en esa zona mi sangre hervía y mi piel ardía.

—¡No tienes el derecho de hablarme así! ¡Respétame, soy tu mamá! —alegó exasperada.

—Es triste ver cómo me pusiste fuera de tu vida desde que él llegó... —negué con lágrimas en mis ojos.

—No es así, son relaciones diferentes. Comparto cosas distintas con cada uno, tú siempre serás mi hija, hablaremos seguido, comeremos, podrás venir y también estaré pendiente de ti... Nada tiene que cambiar —aseguró un poco más calmada, yo sonreí amargamente y asentí.

—Todo, todo cambió desde que lo conociste pero da igual, no discutiré más el tema, mi ideal no es alejarme de ti, sigues siendo mi madre y serás importante para mí por el resto de mi vida.

—Solo te advierto que no quiero que vengas aquí con Stella, ni con ninguna de tus amiguitas —añadió con desprecio y yo me quede boquiabierta ¿estaba hablando en serio?

Sin duda mi mamá había perdido la cordura.

—¿Qué? —fue lo único que logre decir, seguía perpleja sin poder creer lo que acababa de oír, sus palabras no tenían explicación alguna por más que intentaba buscarla.

—Si, ¿crees que no me he dado cuenta? —me atacó y yo seguía allí cada vez más sorprendida por lo que decía. —Yo sé que tú estás aliada con Tom, sabía que no era normal que de repente ya te agradará, claro, por eso las innumerables atenciones y los obsequios, como no te iba a dar todo eso si lo estabas encubriendo.

Pasiones ProhibidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora