Capítulo 36, ¿Enamorados?

31K 1.4K 44
                                    

Mi cuerpo sudaba, mis pies y mis manos se movían al ritmo de la música al igual que mis caderas, tenía el cabello suelto y lo movía eufórica, tenía un short negro por lo que podía moverme libremente sin el miedo a mostrar de más en algún momento. Cantaba a gritos la canción con mis amigas sin dejar mi copa de vodka, ya estaba lo bastante ebria para balbucear cuando hablaba, sin poder mantenerme en pie con equilibrio, reía por todo, mi vista estaba borrosa y la música retumbaba en mis oídos con demasiada fuerza.

Daba vueltas y giraba saltando, veía a la gente pero no podía enfocar bien sus rostros, solo veía sombras y manchas pero de repente mi mente reconoció a alguien a quien no podía sacarse de la cabeza y por la cual me había embriagado.

Estaba de pie con la postura perfecta y rígida como siempre, impecable con un traje muy elegante de color gris oscuro, una corbata de un azul petróleo, sus manos estaban ocultas en los bolsillos de su pantalón, tenía el cabello muy bien peinado, su rostro estaba serio pero no parecía como si estuviese enojado, sus labios tenían la forma de una línea recta, sus ojos estaban fijos en mi, sabía que llevaba largos minutos observándome, detallando cada cosa que hacía y llevaba puesta, cada parte de mi cuerpo, solo sonreí como una idiota cuando nuestras miradas se encontraron pero no me acerqué, ni me fui, ni me detuve, seguí bailando como lo hacía antes solo que esta vez era más sensual y mi cuerpo se movía para él, quería provocarlo y él solo seguía allí de pie a unos cuantos metros comiéndome con la mirada.

—¡Mierda! Llego tu padrastro —murmuró en mi oído Stella sorprendida aunque entre risas ya que estaba igual de ebria a mi.

—Si, yo lo llame —afirmé y ella me miró extrañada pero se encogió de hombros.

En ese momento me gire de nuevo hacia donde se encontraba Tom y note que se empezó a acercar a nosotras, como de costumbre causando alboroto entre las mujeres y respeto ante los hombres. Se plantó en frente mío y me lanzo una mirada acusadora.

—Buenas noches —exclamó saludando cordialmente a mis amigos. Era un idiota con buenos modales. Ellos respondieron a sus saludos intimados. —Vamos, los llevaré a casa —declaró y todos asintieron de acuerdo menos yo.

—No, no me quiero ir todavía —negué caprichosa y él me lanzo una mirada desafiante.

—Vamos Bárbara, ya es tarde y estamos bastante ebrios —me animó mi amiga y no sé cómo hizo pero me convenció.

—Adelántense, mis hombres y los autos están afuera. Pagaré la cuenta —ordenó y todos comenzamos a caminar hacia la salida como regañados pero de repente me tomo de la muñeca y me retuvo. —Tu no, ven conmigo —indicó y yo lo seguí sin más mientras me llevaba hacia la barra, a la parte del cajero. Sacó su billetera y una de sus tarjetas, se la pasó al trabajador y me miró. —¿Qué mesa?

—La once —respondí y me empecé a sentir algo mareada.

El hombre pasó la tarjeta por la máquina y se la devolvió. Intercambiaron unas palabras y luego Tom se volvió y me tomo nuevamente para guiarme hasta la salida, solo que esta vez unió su mano a la mía, me estremecí al sentirlo y me detuve haciendo que se girara y me mirara expectante.

—Quiero bailar una canción contigo —solté más en tono de súplica que como un comentario normal, él me miró sorprendido y una de esas hermosas sonrisas que casi nunca demostraba se asomó por la esquina de su boca pero este no la dejo formar bien y negó bajando la cabeza.

—No hay tiempo, vamos —manifestó intentando ocultar la gracia que esto le causaba. No dude en acercarme a él lo suficiente para que nuestras respiraciones se mezclarán, gracias a los tacones podía acercarme a su boca un poco, sentí como su espalda se tensaba y sus manos fueron directo a mi cintura para mantener la poca distancia entre los dos. —No hagas esto, Bárbara. No aquí —pidió con voz ronca.

Pasiones ProhibidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora