Capítulo 16, ¿Por siempre tuya?.

36.9K 1.5K 172
                                    

—¿A dónde vas tan apresurada? —Me detuvo Stella en pleno pasillo de la universidad.

—Tengo que ir a encontrarme con mi padre. Es urgente —le mentí ágilmente.

—¿Pasó algo malo? —frunció el ceño preocupada.

—No, tranquila. Después te cuento, adiós. —Le di un beso en la mejilla y salí corriendo hacia la salida.

Cruce un par de calles hasta llegar al café de la esquina donde nos habíamos quedado de encontrar. Apenas llegue vi las camionetas aparcadas sobre la avenida, evalúe mi alrededor, cerciorándome de que no hubiese nadie mirando y de un brinco me subí al vehículo de en medio, que era donde siempre se encontraba él.

—¿Por qué actúas como si estuviésemos en una película de acción y tú fueras una infiltrada del FBI? —se burló de mi actitud y yo lo fulmine con la mirada.

—Me estaba cerciorando de que nadie conocido me viera —le explique y él asintió.

—Ven, mejor deja de pelear y salúdame como me merezco —exigió y me le abalance encima para comerle la boca tal y como lo había pedido. —Vamos hacia la oficina —le ordenó al conductor y subió el vidrio para que tuviésemos más privacidad.

—¿A cuál oficina? —le pregunte curiosa.

—A mi oficina, tengo que resolver unos asuntos pero no me tardo —explicó brevemente y volvió a atacar ferozmente mi boca.

—Pero solo tengo tres horas —me aleje interrumpiéndolo.

—¿Por qué? —se detuvo molesto.

—Mi papá me invitó a cenar con su nueva novia. —Hice una mueca al pronunciar esas palabras y él sonrió divertido.

—Y no le puedes cancelar... —concluyó y yo asentí. —Bien, pues disfrutemos lo que nos queda —soltó y me presionó con su cuerpo, poniéndose encima mío.

En menos de veinte minutos de intensos besos y calientes caricias, llegamos al gran edificio donde se suponía quedaba su oficina pero descubrí después que todo era suyo y él solo lo venía a gestionar; no era el empleado, era el gran jefe de ese gran emporio de bares tan populares en toda Alemania, por eso siempre emanaba tanta autoridad y poder. Los autos estacionaron en el parqueadero privado, después subimos por el ascensor hasta el último piso donde quedaba su lujosa oficina.

Sus guardaespaldas se quedaron afuera, en la puerta vigilando el perímetro, otros se dividían en varias secciones del edificio mientras otros esperaban en la calle.

—Esto es inmenso —dije mirando el gran salón detalladamente. Él solo me miraba atento con una sonrisa de medio lado. —Debo tener cara de idiota ¿no? —me burlé de mí misma y él negó.

—Te ves hermosa... —corrigió risueño. —Como siempre.

—Que halagador —reí y él me miró extrañado. —¿Qué?

—Ven aquí —me ordenó y lo obedecí aunque me acerqué lentamente. Sensualmente me senté sobre su regazo, él me acepto con los brazos abiertos y posó sus manos encantado sobre mi trasero.

—El gimnasio te está sentando estupendo —confesó y yo me reí con ganas.

—Eres un mentiroso —reproche entre risas.

—¿Yo? ¿Por qué? —me miró sorprendido.

—Porque apenas llevo una semana y media, los resultados se verán mínimo en dos meses.

Pasiones ProhibidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora