Capítulo 48, Confusión y decepción.

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—Necesito hablar contigo.

—Estoy ocupada —indicó pensativa.

—En realidad es importante  —insistí y escuche un gran suspiro de su parte.

—De acuerdo, veámonos en el Starbucks que esta al frente del banco en dos hora ¿si?

—Bien, adiós y gracias —colgué.

Con agilidad dejé sobre la mesa el celular de mamá, tal y como ella lo había dejado cuando se fue al baño. Ella apareció por el amplio pasillo con una postura más relajada y vital que aquella vez en el bar.

Logramos hablar y resolver nuestros problemas, que finalmente resultaban siendo malentendidos. Habían pasado dos días desde aquel día, mi mamá vivía con su amiga Gisele mientras planeaba en formar una nueva vida, empezar de nuevo, como ella decía... Estaba buscando un nuevo empleo, regresaría a nuestro antiguo apartamento y dejaría el alcohol atrás, sabía que no sería difícil para ella, estaba muy deprimida a causa de su fallido matrimonio pero era una mujer fuerte y alegre que se las arreglaba para salir invicta de cualquier catástrofe.

En el fondo de mi corazón una pequeña voz que se hacia cada vez más sonora me decía que debía estar con ella, a su lado, no podía dejarla sola a la deriva, yo era la única persona a la que tenía, no podía dejarla sufriendo mientras me iba a Londres solo para ser feliz, sin ella en mi vida jamás podría alcanzar la felicidad completa y por eso ahora no sabía que rumbo tomar, sin duda el amor me llevaría por un camino de experiencias nuevas, no lograba identificar que tan buenas o malas podrían llegar a ser porque con Tom el futuro siempre era incierto, a su lado había caos y peligro, tenía un estilo de vida tóxico y que nunca me lograría dar la estabilidad y la familia que añoraba. Soñaba con pasar mis días al lado de alguien, ver crecer nuestros hijos y nietos, envejecer juntos y sernos fieles hasta la muerte, en todo sentido; si me iba con Tom siempre estaría preguntándome si hice lo correcto en dejar todo por irme tras él, si me equivoque al creer en que él era el hombre de mi vida, si mi vida hubiese sido mejor si jamás lo hubiera conocido... Indudablemente lo sería, todo el tiempo añoraba con sentir un amor pasional, que me consumiera y me quitará el aliento pero ahora ya no lo quería, era agotador y abrumador tener que lidiar con aquel amor prohibido, estaba entre la espada y la pared, tenía una lucha interna sin saber si quedarme con mi adorada familia o irme con el hombre que me enloquecía.

Llegó a mi lado y se sentó en la silla del frente, me miró con ternura y me tomó de la mano haciéndome salir de mis pensamientos, fingí una sonrisa y me recuperé.

—¿Acabaste? —preguntó mirando mi plato, asentí y ella tomó su cartera. Sacó el dinero y lo dejó dentro de la carta con unos euros de más para la propina. Nos pusimos de pie y salimos agradeciéndoles a los meseros de la puerta por la atención. Caminamos hacia la calle en busca de un taxi, nos dirigimos hacia la casa de Gisele, donde se estaba hospedando mi madre temporalmente.

—Hola mis chicas, ¿cómo estuvo la comida? —nos recibió Gisele con ropa vieja, al parecer estaba haciendo aseo, lo noté por el trapero y la escoba en sus manos.

—Deliciosa, debiste haber venido con nosotras —le reprochó mi mamá.

—No, debía organizar, ya parecía una cantina de mala muerte mi casa —se burló y todas reímos con su comentario. —Aparte debían pasar una tarde de madre e hija.

—Deberíamos ir a cine esta tarde, hay una película romántica que esta hermosa, de esas en las que lloras de principio a fin —propios mi madre entusiasmada.

—Yo no puedo, debo ir a hacer un trabajo con unos compañeros de la universidad —mentí.

—Entonces iremos en la noche, aún mejor, terminamos de arreglar aquí y nos divertimos en la noche. 

Pasiones ProhibidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora