Capítulo 43, Mi adicción.

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—Buenos días hija —me saludo mi madre cuando me senté en la mesa a tomar mi desayuno.

—Buenos días mamá —respondí sonriente y la mire, me di cuenta de que tenía algo extraño en su rostro y era algo que ya había visto días antes pero que ahora se acentuaba notoriamente más. Sus pómulos estaban como hinchados al igual que sus labios y su barbilla. —¿Mamá que rayos te hiciste en la cara? ¿Te salió una alergia por alguna crema o qué? —le pregunte extrañada detallando su facciones inflamadas.

—Nada hija, un simple tratamiento para las arrugas y un líquido que aumenta el volumen de los labios, no es nada —explicó tranquila tocando con sus manos su rostro.

—¿Qué tratamiento? ¿Cómo que no es nada? Tienes la cara súper inflamada —replique histérica y ella rodó los ojos poniéndolos en blanco.

—Son unas simples inyecciones, nada del otro mundo, los primeros días la piel se hincha, es una reacción normal, ya veras que en poco tiempo se pasara y me veré nuevamente como si fuera de veinte, hasta nos dirán que parecemos hermanas —me calmó y sonrío optimista.

No le preste atención y seguí comiendo mi porción de fruta, en ese momento escuche unos pasos en las escaleras y al girarme me encontré con el esbelto cuerpo de Tom cubierto por un traje negro con una corbata de un azul marino, lucía impecable como de costumbre, su aroma era embriagador y aunque estaba a varios metros de mi, sentía su fragancia adictiva que penetraba en el ambiente, el verlo tan elegante y bien vestido me daban unas inmensas ganas de arrojarlo al suelo y destrozar tanta pulcritud y perfección aunque esto último era imposible, ya que hasta desnudo y recién levantado se veía majestuoso.

Me observó cuidadosamente y pasó a sentarse junto a nosotras en la mesa, me removí acomodándome mejor en la silla, mi madre lo miraba como si fuese un dios y el muy maldito ni la determinaba, no levantaba la vista de ese periódico y cuando lo hacía me penetraba con esos hipnotizantes ojos grises. Era mitad de semana y el ambiente estaba ligeramente tenso en la casa desde que llegamos del viaje, mi madre no sabía nada, Toby no había hablado y estaba desaparecido, apenas me libere de Tom tras el candente fin de semana lo busque y lo llame pero jamás atendió, al día siguiente fui hasta su universidad pero no estaba por ningún lado, preferí darle su espacio y dejar nuestra conversación para después. Mi mama creía que yo había estado con Toby todo el fin de semana tal como le había dicho y Tom le había explicado que había tenido que viajar a última hora por negocios.

Como siempre ella se lo creyó.

—Bueno, no les pregunte ¿cómo les fue en su viaje? —pregunto en medio del tenso silencio y yo sentí mi corazón palpitando de prisa pero me calme diciéndome que era una pregunta simple, ella no sabía, ni sospechaba nada.

—Mi viaje fue de negocios —contesto Tom secamente —por ende, fue aburrido —concluyó y me lanzo una mirada cargada de sensualidad que decía que había sido todo, menos eso.

—¿Y tu hija? ¿Cómo estuvo?

—Bien —me encogí de hombros sonriente y ella asintió.

—Por cierto, estoy planeando una cena, dile a Toby que venga esta noche —indicó y yo sentí que el pedazo de melón se me atoraba en la garganta. Me lo tragué y me recupere para evitar levantar sospechas aunque quede con esa sensación horrible.

—Toby no puede... Porque... Porque está en una excursión... Si, una excursión de la universidad... Y se fue ayer y llega hasta la otra semana —titubee y mentí intentando sonar creíble, mi mamá era muy ingenua así que lo logre y Tom me observó atento mientras salía satisfactoriamente del apuro.

—Bueno, igual haré la cena hoy, cocinare para ti —añadió mi madre tomando cariñosa la mano de Tom.

—Mejor no lo hagas, deja que Martha haga la cena, la cocina no es lo tuyo —negó cortante haciendo que la sonrisa de mi madre desapareciera de su rostro.

Pasiones ProhibidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora