Capítulo 47, Olvidémoslo todo.

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—No creo que sea una buena idea —interrumpió mi amiga en medio del intenso silencio. —Deberías esperar a que ella te busque.

Negué confundida.

—No creo que lo haga pronto y debo resolver ese asunto —explique y ella se encogió de hombros.

—Tu verás... Solo mira su estado y si está mal, déjalo para otro día —me sugirió cariñosa.

—Eso haré —acepte y le di un abrazo. —Me voy, pasaré a casa a dejar la mochila y luego iré a buscarla —me despedí con la mano y comencé a caminar hacia el estacionamiento.

—¡Suerte! —gritó a lo lejos y yo le regale una sonrisa.

Active los seguros y entre de prisa al auto, arroje hacia un lado la maleta con los libros y me abroche el cinturón. Intenté esquivar el tráfico y los semáforos, me fui por atajos y logre llegar en menos tiempo del que solía gastarme de la universidad al departamento. Tal y como lo esperaba, al llegar al parqueadero me encontré con los autos de Tom, estacione lo más rápido que pude, salude a sus hombres que aguardaban como siempre dentro de los vehículos y subí por el ascensor ansiosa por verlo.

Abrí con mis llaves y al entrar deje la maleta sobre un mueble, escuche unos ruidos que provenían desde la cocina, sabía quién era pero no tenía la menor idea de que estaba haciendo, me acerqué sigilosa intentando no llamar su atención y al entrar me encontré con una imagen encantadora y nueva, jamás antes vista.

Tom cocinando...

Ni siquiera teniéndolo en frente mío me lo podía creer.

—¿Qué haces? —le cuestioné sorprendida y algo divertida.

—Cocinando —respondió con obviedad.

—No tenía conocimiento de que sabias hacerlo.

—Aún no sabes muchas cosas sobre mi —afirmó y se acercó a darme un beso de bienvenida. —Llame a la señora para que no viniera hoy, quise hacerlo yo.

Me senté sonriente sobre el mesón haciendo a un lado algunos de los recipientes y los alimentos que tenía allí mientras chismorreaba que plato estaba preparando.

—Es sorpresa... No puedes ver —me aparto divertido y yo me resigne. Me tomo de la mejilla y unió nuestros labios en un apasionado beso. —A este paso la comida estará a medianoche —se burlo y volvió a poner toda su atención en la preparación de esta. —Cancele todas las reuniones de hoy para que pasemos todo la tarde y la noche juntos.

—Deberá ser solo la noche porque debo salir... —le aclare y su entrecejo se frunció. —Ya te lo había dicho... Tengo que ir a hablar con ella.

—No tienes, quieres hacerlo —resopló.

—Debo hacerlo, es necesario.

—No lo es, en realidad no creo que logres hacer mucho con ello, pero allá tú... Ella es un caso perdido —negó convencido y yo me sentí algo ofendida.

—Igual, lo sea o no lo sea, es mi madre y es importante para mí, y lo será hoy, mañana y siempre, quiero que lo tengas claro... Eso jamás cambiara, ella siempre va a ser la mujer que más amo y la que me dio la vida, le debo mucho y mira cómo le he pagado.

—No seas exagerada, igual ella no sabe de lo nuestro, por el resto tú le has correspondido a la perfección como hija —manifestó mientras habría el horno y sacaba una especie de pollo con verduras salteadas de allí. —Igual te entiendo, ve y habla con ella si eso te da tranquilidad. Incluso creo que deberías pasar más tiempo con ella antes del viaje y por cierto, deberías irles informando a tus papás —sugirió y un nudo se me hizo en la garganta, como ocurría cada vez que tocábamos el tema del dichoso viaje.

Pasiones ProhibidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora