En cada palpitar, en cada parpadeo, en cada jadeo de tu espíritu, estaré ahí.
Si vas por la calle, y reconoces mi rostro entre miles de personas, es porque estoy ahí contigo; si escuchas una canción, y algún fragmento te suena a mí, es porque estoy ahí contigo.
Si ves una sonrisa, y te acuerdas de mí, ahí estoy yo, sonriéndote.
Si ves una película, y te acuerdas debido a un personaje de mí, estoy ahí actuando para ti.
Si estas con alguien, y una palabra en particular te suena a mi vocabulario, soy yo que te estoy hablando.
Si lees un libro y aparece mi nombre, fui yo la que escribí para que tú leyeras.
Si ves una estrella, y recuerdas algún instante conmigo, soy yo, brillando para ti.
Si sientes el viento, soy yo, es un suspiro para ti.
Si lloras, y ocasionalmente sientes una paz, y alegría, soy yo, consolándote.
Si pruebas una bebida y te sabe a mí, soy yo, entrando en lo profundo de tu ser.
Si sientes un dolor en el corazón, y piensas en mí, soy yo, clavándome ahí, para que no me olvides.
Si en una ráfaga de segundo paso por tu mente, soy yo, que también estoy pensando en ti.
Si aparezco en sueño contigo, soy yo, soñándote también.
Si ves esa chica risueña por el pasillo y no soy yo físicamente, seré yo, en mi espíritu.
Si sientes cosquilleo en el estomago y no sabes [por qué], soy yo, enamorándote.
Si sientes una mirada, una dulce y tímida mirada encima de ti, soy yo, admirándote.
Si me sientes en lo más profundo de tu ser, en tu alma, en tu mente, en tu espíritu, en tu cuerpo, en tu corazón, en tu mirada, en tu sonrisa, en tus labios, en tus manos, en tu estómago, en ti, eres tú, amándome.
-Una carta olvidada.
