Me siento completamente drogada, drogada por tus ojos, drogada por tu sonrisa, drogada por tu esencia, drogada por tus besos, drogada por tu feroz mirada, por tu deliciosa fragancia.
Tú esencia en mi vida es tan fuerte, que ya ha inundado la fuente de mi existencia.
Desármame, cómeme, fúmame.
Dibujo mariposas en mi estómago, entrenadas para causar un atroz caos dentro de mí cuando tu atractiva figura se posé frente a mi.
Caigo en tu mirada, soy tan vulnerable.
Él es un epicúreo, un licencioso, un voluptuoso, absorbe todas mis fuerzas, él es un matiz de euforia y utopía.
Encandila mi ser...
No hay palabras para describir sus besos... su aliento entrecortado recitando las sintonías más maravillosas e intensas... expresándome su amor tan caótico y agradable.
Él me profesa su amor en cuanto nuestras miradas se tocan, y nos adueñamos de nuestras almas con tan solo el pensamiento.
No necesito de palabras para saber lo que él quiere, él opta por utilizar más el lenguaje corporal...
Si muerde con delicadez su labio, y mira mi boca, él quiere un beso.
Si extiende sus cálidos y fornidos brazos, él quiere un abrazo.
Si a su mirada lo acompaña un fuerte apretón de labios, él no quiere un ligero y tierno beso, él quiere todo un vorágine lleno frenesí, y amor.
Conozco la mirada impetuosa con ese significado tan particular "esto apenas comienza", o su mirada liberada, y ligera de ya no poder más.
No puedo decir que lo conozco a la perfección, pues él es un misterio, que aún no quiero conocer.
Él es hermoso... Cada surco, cada brillo, cada gesto, cada poro de su piel muestra una belleza innata.
Deseo morir en éste instante abrazándolo, respirando de él, sintiendo su voz y su aroma envolviéndome.
Sólo deseo fundirme en un cálido y romántico abrazo con él y, que sea eterno...
