Mis párpados pesan con demasía. Las últimas semanas no han sido buenas por el mero hecho de que, la universidad poco a poco me está consumiendo. Pero, sabía que todo esfuerzo valía la pena y siempre soy el que lo exclama, pero siendo honesto, no sé si podré resistir más. Por la ventana de la habitación observaba sin ánimo las grises nubes que tarde o temprano, soltarían una gran cantidad de agua sobre la tercera ciudad más poblada de Europa.
Me puse de pie y preparé el desayuno. Miré de reojo el reloj digital del microondas y faltaban sólo veinticinco para las ocho. Me dispuse a mirar el televisor, cuando tocaron la puerta. Algo fuerte para ser más preciso.
—¿Quién demonios molesta tan temprano? —murmuré.
Tomé el último trago de chocolate caliente que quedaba en la taza y abrí la puerta con mi típica cara de pocos amigos. Era nada menos que Josh. Le miré de arriba a abajo con una ceja alzada y crucé los brazos.
—Yo también me alegro de verte, amigo. Vaya, ¿Observaste el cielo? ¡Seguro y tendremos tromba! —riendo, como si la lluvia fuera algo bueno para los humanos. Y bueno, lo era, pero en una metrópoli sólo causaban molestias y tráfico que a su vez, generaban gente enfadada.
—Dame una razón por la cuál estás frente a mi puerta a las siete cuarenta de la mañana del sábado.
—¿Acaso te has olvidado que me acompañarías a la tienda de cómics? ¡Mal amigo! —se expresó, con una actuación—. Sabía que no podía confiar en ti.
—Tranquilo, Josh. Iremos pero antes me quitaré la pijama e iré a cepillarme lo dientes, ¿vale? —resignado.
—Vale.
A veces, soy negativo. O pesimista, como lo diría Josh. Siempre hablo de lo malo que sucede en mi vida, y muy pocas de lo bueno. En los cinco meses y medio que llevaba en Londres, ya había conseguido un amigo, que para colmo, era mi vecino en la zona residencial tan popular entre los alumnos de la University of Greenwich. Empezamos a hablarnos cuando por error, usé de mi detergente para ropa de color en su lavadora, echando a perder sus playeras negras, cuando usábamos las lavadoras comunitarias del edificio. Había sido algo extraña y penosa la manera en que nos conocimos, pero, superamos ese rato incómodo e hicimos como si nada hubiera sucedido.
El semestre estaba por concluir, pues empezaba el doceavo mes del año y muchísimos estudiantes visitarían a su familia fuera de la ciudad y del país. Exactamente eran dos largas semanas, en las cuáles, debía acreditar con la mayor puntuación posible pero me estaba costando mucho trabajo.
—¿Te quedarás toda la mañana en el baño? —le escuché exclamar, mientras me enjuagaba la cara.
—¡No demoro más, espera un poco!
Terminé de cepillarme los dientes y fui directo por un abrigo de esos que son tan comunes en los típicos otoños e inviernos londinenses. La vida aquí era muy diferente a mi país natal. Empezando por el idioma y el clima que, en definitiva me hacían sentir como un ser de otro planeta. Poco a poco me he ido acostumbrando a mi vida en el Reino Unido, que no, no es fácil.
Salimos del pequeño departamento rumbo a la tienda de cómics tan concurrida por los más fanáticos de lo superhéroes que para otros eran simplemente nerds. La revista de Batman del mes acababa de salir y tenía que cumplir mi apuesta a Josh de acompañarlo ya que perdí por una estúpida proposición que me hizo y más aún, más idiota respuesta que le di al aceptar tal sugestión: invitar a salir a una chica.
—Recuérdame jamás apostar algo —resignado, esperando que avanzara la fila de sujetos que teníamos por delante.
—¡Pero si la chica es la más hermosa de mi clase! ¡Cualquiera la hubiera invitado a salir! —elevando un poco su nivel de voz, desencadenando que la mitad de los presentes pusieran su mirada en mí.
—No hagas este martirio más grande de lo que ya es.
—Es sólo que, no entiendo porqué aceptó salir contigo a pesar de que tú...
—¡Oh mira, sigues tú!
Me había sonrojado demasiado porque aún sentía la mirada de los chicos que seguro y no tenían vida social y tampoco novias por estar todo el día obsesionados con los cómics y esas cosas. Aunque Josh no era del todo así, pero basándome un poco en la televisión, seguro así sería, ¿no?
Y sí. Josh Cooper sabía de mi homosexualidad y eso no impidió que saliéramos cada domingo por la noche al McDonald's más cercano a casa. Que prefería eso a pasármela viendo las famosas novelas británicas con mi chocolate caliente, cual señora solterona...
—No resisto más leer el nuevo volumen, ¿Sabías que el Pingüino es el villano más...?
—Josh, ¿Podríamos simplemente ir a casa de una vez? —le interrumpí, algo enfadado.
—Tranquilo, amigo...disculpa si te ofendió mi comentario.
Le observé con una mirada de aceptación y tan sólo caminamos en silencio hasta los edificios donde vivían algunos de los estudiantes que asistían a la Universidad. El viento estaba helado, lloviznaba e incluso habían pronosticado caída de aguanieve por la noche. Odiaba el frío, pero por esta ciudad grandiosa, resistiría. Estaba en el tercer semestre de Contaduría y Finanzas. En sí, esa profesión era el deseo de mis padres para que obtuviera un buen salario al trabajar en las cuestiones financieras...
Llegamos finalmente al inmueble.
—Iré a la biblioteca de la Universidad, ¿vienes?
—¿Ir al campus el fin de semana? ¡Ni lo sueñes! Además, tengo que hacer el aseo y después ir al trabajo o Scott seguro y me descuenta algo de la paga —lamentándome.
—Cierto. Creo que a tu jefe no le agrada verme por su café y no entiendo la razón.
—¿Será porque rompiste diez tazas de café por ir corriendo al baño y tropezar con la camarera?
—Oh, quizá es eso.
Nos reímos y me despedí de Josh. El reloj ya marcaba cinco para las diez. Tenía que limpiar mi recámara y la cocina todos los sábados ya que era el único día con mayor tiempo libre de la semana. Los fines de semana, entraba a la 1 de la tarde a laborar. Como estudiante con un visado especial, podía trabajar de 10 a 20 horas semanales. Aunque mis padres y la escuela pagaban casi todos mis gastos, no estaba de más algunas salidas al cine o al teatro.
Entre detergentes y limpiadores, terminé exhausto y me di una ducha rápida, pues en menos de media hora tenía que tener un pie en la cafetería. A veces, tomar las órdenes los clientes no era tarea fácil, aunque no me quejaba del trabajo y tampoco de la paga. Salí del flat y casi muero cayendo por las escaleras por la rapidez al bajarlas, pero aún así, alcancé el bus de las 12:40pm. Otra gran diferencia era que, aquí, todo el transporte público tenía horarios...
—Demonios, Noel. De nuevo llegarás tarde —me dije a mí mismo en voz alta, mientras pagaba mi pasaje.
El camino no era muy largo, pero a veces se hacía un tráfico infinito. Sólo esperaba que con la tormenta que empezaba a caer, no hubiera problemas. De pronto, sucedió. Vi a ese chico más alto que yo, cabello entre castaño y rubio, con esos hermosos ojos verdes que ya me habían deslumbrado. Ya habíamos coincidido ocasionalmente, subía cuatro manzanas después que yo y siempre tenía esos auriculares blancos encima. Su cabello era perfecto, era un poco despeinado. Y sin dejar de lado que esas gafas de reconocida marca estadounidense que muchos usaban por estos días.
Me quedé petrificado cuando cruzamos miradas porque comprobé lo que tanto temía. Me gustaba ese chico de ojos aceitunados.
¡Hola a tod@s!
Como se pueden dar cuenta soy nuevo por aquí, así que POR FAVOR VOTEN y COMENTEN qué les parece la historia 😁
¡Gracias! Y claro...también a es@s lectores fantasma xD
StrayaLover 🇦🇺
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Perdido en sus ojos [Gay] (TERMINADA)
Romance¿Imaginas tu vida viviendo en un país que no es el tuyo, a miles de kilómetros de distancia y que además estés tu sola/o? Esa es la historia de Noel. Un chico de un país de América Latina que gana una beca en una universidad de la inmensa Lon...