Mi punto débil eran las miradas. Y peor aún si venían de chicos atractivos como el chico ojo verde que me vio por aproximadamente cinco segundos y apuesto a que por mera equivocación. Bajé un poco desorientado en la estación Willoughby que quedaba a dos manzanas del café de Scott. Una especie de aguanieve hacía que los autos y el pavimento se vieran un poco más brillantes ante el contraste del cielo tan gris y opaco.
Entré como de costumbre y saludé a mi jefe quién me vio con cara de pocos amigos, pues pasaban varios minutos de la hora de entrada. Me dirigí a ponerme el ya típico delantal café con el nombre de la cafetería "New Age". En la mesa 3 que, era la más alejada del mostrador estaban dos chicas que acababan de llegar al lugar. Me acerqué a tomar el pedido.
—Hola chicas, bienvenidas, ¿Qué desean pedir?
—Hola, yo un Latte, por favor —expresó la primera chica, quién se me hacía familiar.
—En mi caso, un Caramel.
—¡Vuelvo enseguida con sus pedidos! —les respondí amable.
Justo me disponía a dejar el pedido cuando, vi de nuevo a esa "piedra" en mi zapato. Quizá exageraba, pero Robin —su nombre—, me estaba hartando. Mi gran y estupendo compañero de trabajo que cada día hacía lo necesario para que esas tres horas y media en el café fueran tan insoportables como una tremenda migraña. Quién para colmo era el barista. Teníamos que hacer contacto sí o sí.
—Vaya, vaya...¿A quién tenemos aquí?
—Vete al diablo, Rob. Déjame en paz y mejor haz tu trabajo o me encargaré que te echen —rodeé los ojos y sonreí lo mejor que podía.
Salí de la cocina y me dispuse a atender a los clientes que llegaban al local de manera dramática. Algunos parecían zombies que buscaban un café para complementar su día. Los días de invierno, según lo leí, los británicos enloquecían aún más por el té y las bebidas calientes. Algo que era realmente paradójico era que odiaba eso café que se llamaba así. Sí. Soy extraño. Mientas me encargaba de dejar los cubiertos sucios en el lavabo, me tomaron por detrás de la cintura y en el oído me dijeron:
—¿Ya te dije que te ves hermoso hoy? Si quieres podemos ir al cine...
—¡Sueña! Aunque tenga años sin tener novio jamás saldría con un tipo como tú —reí alto, atrapando la atención de Scott, quién sólo trató de ignorarnos.
Me sonrojé, pero continué con mi función. Aunque no lo aceptara públicamente, el tal Robin era atractivo, pero realmente no era mi tipo. Tenía unos cinco años más que yo y, ¡Lo había visto lidiar con sus ex aquí! así que, por mi bien, lo mejor era tener una distancia contundente.
Las manecillas del reloj seguían dando vueltas sin piedad y sólo faltaban veinte minutos para que el turno terminara. Mientras llevaba a la mesa 5 un par de Cappuchinos, alguien puso su pie y acto seguido, caí cual oso en el suelo. Se escucharon las tasas de vidrio romperse. Me sentí tan avergonzado, me paré con todo el orgullo que aún me quedaba —ya era poco— y noté como el uniforme negro estaba lleno de leche, café y la espuma deshaciéndose.
Todo el lugar estaba en silencio y sólo se escuchaba una risita muy pero muy débil. Apostaba todo el salario de la semana a que la responsable era "esa" pelirroja. Esa mujer era un demonio que desde que empecé a laborar en el lugar, trataba de hacerme quedar en ridículo, escudándose con eso de: "El cliente tiene toda la razón..." ¡Patrañas!. Como buen latino que era, sonreí y junté los cristales con cuidado y desaparecí de la escena, yendo directo a la bodega a tranquilizarme e intentar no llorar.
—¿Todo bien, Noel?
—Sí. No hay problema —manifesté, mientras trataba de quitar todo el líquido de mi camisa y pantalón.
Salió y acto seguido entró el barista. Llegó en el peor momento. Ya estaba a nada de que mis lágrimas salieran y sacar todo insulto en Español que pudiese, pues al fin y al cabo, nadie me entendería.
—Vamos...desahógate. No es bueno guardarse un par de lágrimas.
—No entiendes...¡Lo hizo a propósito! Y conociendo a Scott, si le hago algo seguro y estoy despedido más rápido de lo que canta un gallo.
—No hagas algo de lo que después te arrepentirás. Hablaré con ella...ya es suficiente.
—¿La conoces? —le dije molesto.
—No, pero es obvio que tiene algo contra ti.
Salí del cuarto y fui a pasar mi tarjeta, pues por hoy había terminado mi día laboral. Ni siquiera miré si aún estaba la responsable ahí, sólo me enfadaría más y quizá haría algo de lo que después me pudiera arrepentir. Sentí de golpe el frío y caminé en silencio hasta el supermercado más cercano.
Compré más chocolate en polvo, algo de pan tostado y mermelada. Hoy sería una de esas noches depresivas en las que veía series americanas de Netflix hasta caer rendido en el viejo sofá que tenía en el living. Tras pagar, decidí no tomar el transporte a casa, caminar me despejaba un poco. Pensar en mi futuro. Mi vida no era "perfecta" a pesar de ser el único en la familia que estudiaba en el extranjero y tenía una posibilidad de ser muy exitoso. "El éxito no es fama y dinero", una frase que decía seguido Josh, la cuál era cierta.
Mañana era domingo y solía pasar más de la mitad del día con Josh. Era un buen chico, y podría quedar con él de no ser que, no es gay y, duerme con la luz encendida cada 31 de octubre. Realmente no sé si eso sea verdad, pero me burlé de eso durante semanas. Teníamos rutinas que no podíamos saltar, como jugar videojuegos y salir al parque, aunque con el clima de locos, haríamos otra actividad.
Ya faltaba nada para llegar, cuando escuché y sentí el móvil sonar. Entre tanto abrigo logré sacarlo y conteste sin mirar:
—¡Amigooo! —escuché gritar del otro lado de la línea— ¡Ayuda!
—¿Qué sucede Josh? —exaltado y asustado.
—¡Me he quedado sin vidas en Candy Crush! ¡Ayúdame!
—¿Sabes que casi me da un paro cardiaco? ¡Tonto!
—No seas reina del drama, anda, ayúdame —se empezó a reír y colgó.
Genial. El único que se acordaba de mí en éstos momentos era Josh y sólo para sus estúpidos juegos de dulces. Tan resignado como pude, llegué a casa y preparé la cena dispuesto a olvidar el tan molesto día, sin antes echarle un vistazo a las redes sociales. Accedí y en la barra donde indica lo que tus contactos hacen leí:
"Josh Graham y Marcus Fisher ahora son amigos"
Y como soy bueno metiendo mis narices en dónde no me llaman, vi que ese tal Marcus, era ese chico de ojos verdes que me gustaba, ¡Tenía que interrogar a Josh de dónde conocía a ese chico!
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¡Hoooola! :P
Espero que la historia les esté gustando. COMENTA Y VOTA. Me ayudaría para seguir adelante con la historia 😁
StrayaLover 🇦🇺
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Perdido en sus ojos [Gay] (TERMINADA)
Romance¿Imaginas tu vida viviendo en un país que no es el tuyo, a miles de kilómetros de distancia y que además estés tu sola/o? Esa es la historia de Noel. Un chico de un país de América Latina que gana una beca en una universidad de la inmensa Lon...