Perdido en sus ojos [Gay] (TERMINADA)

Capítulo 24 | El partido final.

 ¡Holaaa a todxssss! Chicxs, sólo hago este breve comentario para agradecerles; ¡Ya superamos las 2K visitas y vamos por más! 😊

 P.D: ¡Para que actualice muy seguido e incluso haya maratón no se les olvide votar en todos los caps! 😝

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 Kyros se reencontró con sus compañeros del equipo de fútbol de mano el día siguiente al día de Año Nuevo. París lucía tan pacífica e incluso aún no habíamos subido a la famosa rueda de la fortuna que sólo estaba abierta en época de turistas en los mismísimos Champs-Élysées —Campos Elíseos— y aunque estuve a punto de morir de aburrimiento mientras mi novio entrenaba, me decanté por estar a su lado.

—En serio, deberías ir a visitar París. No es necesario que estés aquí —dijo el chico de Grecia, mientras me sonreía cansado bebiendo agua de un recipiente que estaba a un lado de mi asiento en las gradas; el entrenamiento lo estaba matando.

—Ya conocimos la ciudad. Y si aún faltan lugares por visitar lo haremos juntos —respondí decidido y seguro.

—Hey —me miró de nuevo, con una cara de agradecimiento— te quiero.

—Yo también —me sonrojé y no le miré fijamente— ahora vuelve a entrenar y dales una paliza a los demás.

—¡Pero son mis compañeros! —rio, yéndose de nuevo a con los demás.

 Estábamos en un complejo deportivo techado donde mañana sería el gran día para mi novio. Disputaría la final con el equipo de fútbol de mano para jóvenes menores de 23 años de Alemania.

—¡Vamos, número 6! —grité, y las pocas personas que estaban en las gradas me miraron.

 Kyros tenía el jersey con dicho número. Y no era porque fuera mi chico, pero realmente él era muy bueno. El mejor del equipo. Era una bestia y anotaba al menos dos goles cada partido.

 Después de pasar cuatro horas acompañando al de ojos grises en su entrenamiento decidimos volver al hotel. Él estaba muy cansado y apenas quería caminar. Los colectivos y el metro en París eran un poco sucios para mi gusto, por ello decidimos tomar un taxi. Aunque era costoso, lo positivo era que, al menos podíamos conocer a personas del todo mundo. El conductor era de India.

—En mi país no es tan conocido el handball —dijo en inglés con un fuerte acento.

—En Grecia lo es, pero... ¡Soy seleccionado de Inglaterra! —reímos los tres.

 En el hotel, pedimos por primera vez servicio a la habitación. El clima había cambiado repentinamente y llovía cual diluvio en el fin del mundo. El reloj marcó las 9 de la noche cuando terminamos de cenar un poco de pizza hecha por el hotel.