Capítulo 17 | Propuesta.

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  Después de aquel beso en el Alexandra Park, sentí que el tiempo se detuvo aunque era un hecho que estaba equivocado. Los cachorros siberianos llegaron en el momento de aquel beso y nos separaron lamiéndonos.

—Eh Toby, tranquilo —expresó Kyros alejando a un perrito.

Me levanté del suelo y quité rastro alguno de hojas secas de mi ropa; no quería que nadie supiera que estuve tirado en el suelo con el chico griego. Tras dejar el parque, sentí cómo la relación entre él y yo fue un poco más enmudecida de lo normal. Yo, estaba demasiado ruborizado de lo que había hecho y el jugador de handball seguramente también.

—Entonces, ¿qué somos? —me dijo cuando entrábamos a su edificio.

—No lo sé —reí, para después reaccionar que tal vez mi acción estuvo fuera de lugar.

Cuando subíamos las escaleras para llegar a su departamento, sentí cómo me tomó de la cintura, me acorraló a la pared y me robó un beso el cual después, continuamos.

 Cuando subíamos las escaleras para llegar a su departamento, sentí cómo me tomó de la cintura, me acorraló a la pared y me robó un beso el cual después, continuamos

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—Creo que me podría acostumbrar a esto...

—Yo igual —respondí sin pensarlo para después separarnos pues un vecino de Kyros pasó por nuestro lugar tosiendo en señal de que no era el mejor lugar para nosotros.

—Mi padre está con algunos amigos en el bar de la calle Bradford y mi hermano está en entrenamiento de fútbol, pasemos al apartamento —susurró.

Me tomó de la mano y con la otra atrapaba los collares de los cachorros. Finalmente llegamos, abrió la puerta y continuamos besándonos. Caímos en un sofá y continuamos hasta que yo fui quién me separé de sus caricias.

—Espera, ¿es que somos novios? —dudé un poco.

—Que ya te he dicho que me gustas.

—Deberíamos conocernos más. Háblame de ti —me senté en otro mueble, con mi sonrisa burlona, mientras el chico de Grecia reía también.

Luego de platicar por dos horas, el reloj del living room marcaba casi las 9 de la noche. El hermano de Kyros había llegado hacía minutos. Eran parecidos, pero Damien, era mayor, más alto y un poco más bronceado que su hermano. Nos presentamos y a juzgar por la primera impresión creo que nos llevaríamos bien.

—Y, entonces, marcamos el gol definitivo que nos dio el pase a las finales —magnificó la escena el griego.

—¿En serio? Ha de ser asombroso anotar el punto y salvar al equipo, ¿verdad?

—Vale, pero no fue para tanto. Ese día fuimos a comer pizza al Mateo's. Son las mejores pizzas que he probado en mi vida. Deberíamos ir algún día a probar la especialidad de pepperoni con jamón.

—Entonces, ¿estudias en la School of Law de Hertfordshire y también juegas al handball? —pregunté, mientras acariciaba a un husky.

Perdido en sus ojos [Gay] (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora