Capítulo 11 | Una noche de hospital.

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 Mi cabeza dolía y me sentía un tanto incómodo además de no sentir mis brazos. Escuchaba la televisión a lo lejos y los acentos británicos hablando tan rápido, característico de los famosos Soap Opera de la Gran Bretaña. Sentía la necesidad de abrir los ojos pero algo me decía que no lo hiciera. O tal vez estaba tan débil que no podía. De un momento a otro, mis pupilas se contrajeron al ver la molesta luz de la lámpara que yacía en el techo. 

 Miré levemente mi alrededor y estaba en la cama de lo que parecía ser una habitación de hospital. Uno bueno. En el sofá contiguo a la cama estaba Josh dormido con media rosquilla sobre él. Era como la décima vez que hacía eso, comía y se dormía con la comida encima de él. Sonreí pero mi cabeza dolió un poco más que hizo que hiciera un gemido imperceptible. 

 De inmediato, entró mi lado obsesivo. Seguramente el estar en un Hospital de esta clase no estaba contemplado en mi seguro internacional de estudiante, ¡Me saldría costoso! Tras eso, intenté moverme para ponerme de pie pero mi amigo castaño abrió un ojo y se puso de pie de inmediato para impedirlo.

—No deberías hacer esfuerzo físico, al menos eso mencionó la sexy enfermera—escuché decir mientras me quitaba sus brazos de encima.

—¿Por qué rayos estoy aquí? ¡Esto costará una fortuna, tendré que trabajar horas extra! —chillé un poco.

—Te arrolló un coche en el centro de Londres, ¿no lo recuerdas? Lo milagroso es que no pasó de una fractura de brazo...oh y estuviste inconsciente al menos tres horas —mencionó y enseguida miré mi brazo izquierdo que estaba con yeso.

—¡Maldición! ¡Necesito mis dos brazos en perfecto estado! —grité un poco pero cesé, cuando apareció la jaqueca, haciendo una mueca.

—Te dije que no hicieras esfuerzo —rió— y  tranquilo por los gastos, dos personas se ofrecieron a pagar tu estancia.

—¿Cuánto tiempo tengo aquí? ¡Dime que no hablaste con mis padres! —anuncié un poco molesto.

 Pero justo antes de que el amante de los cómics formulara palabra alguna, en una fracción de segundo por la puerta de la habitación logré ver a Marcus Fisher sentado en los asientos del pasillo al parecer dormido, con su abrigo como frazada.

—No, pero es evidente que sabrán esto cuando...

 Josh hizo una pausa seguramente porque observó mi cara de confusión y volteó a ver el pasillo, o mejor dicho, donde estaba Marcus. Me miró de nuevo y bajó la mirada como pensando lo que saldría de su boca en los próximos segundos.

—¿Qué hace él aquí? 

—O-oh...sobre eso te quiero platicar —se alejó un poco de mí— él fue quién me llamó para contarme lo de tu...accidente.

— ¿Bromeas? Dile que se marche.

 Josh en cambio, salió del lugar en dirección contraria al de ojos verdes. Me cuestioné un poco su actuar, pero si él no lo hacía yo mismo iría a decirle al tal Marcus que se largara. Juntaba fuerza para dejar la molesta cama cuando el castaño llegó con un hombre que jamás había visto.

 Los dos me clavaron la vista, preocupados o eso sentí, caminé hacia ellos muy enfadado.

—Dile a los médicos que estoy bien —articulé la frase para el castaño, tratando de sonar amable.

 Ninguno de los dos dijo nada. Seguí caminando hacia las bancas donde yacía aquella visita no deseada. Iba a dar otro paso pero sentí la mano de alguien sobre mi hombro derecho. 

—Colega...él es el conductor que... —me detuve y volteé a mirar con cierto rencor al otro individuo.

—¿¡Tú fuiste el idiota!? —grité con cólera evidente.

Perdido en sus ojos [Gay] (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora