Capítulo 14 | Giros inesperados I.

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El sabor de la hamburguesa del McDonald's era diferente. Josh Graham me había convencido de ir a por comida rápida para que me tranquilizara. Después de aquel bochornoso momento —para mí— del beso con Kyros y mi huida, llegué a casa como si hubiera observado un fantasma.

Mi amigo castaño, entonces, estaba con su cita divirtiéndose en el parque de diversiones, mientras yo intentaba relajarme en un baño de burbujas.

—Aún no entiendo porqué escapaste. Vamos, ¡Te había escuchado decir que estaba mono el chico! —el amante de los cómics dijo con comida en la boca.

—Graham, nunca cambias tus modales—hice una mueca.

 Él rió y seguimos viendo el televisor del restaurante

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Él rió y seguimos viendo el televisor del restaurante. Eran casi las nueve de la noche y ya habían transcurrido por lo menos, tres horas desde lo sucedido. Contrario a lo que imaginé, Josh me ofreció su apoyo moral. Algo que no esperaría de él; a veces actúa como un niño.

—No quiero siquiera abrir el WhatsApp, seguro y tengo mensajes suyos—le expliqué, un poco abrumado.

—Tranquilo, mate. Ya conocerás otro chico que te guste y sea genial.

Sus palabras no me daban ánimo en absoluto. Mi amigo trataba de que olvidara aquel beso, pero no podía. No sabía la razón exacta. No podía enamorarme de otro chico, no en tan poco tiempo. Agradecía que no insistiera saber la razón del porqué reaccioné de esa manera. Ni siquiera yo mismo la conocía.

—¿Y qué hay de tu amiga-novia? —inquirí con cierta duda, desviando el tema.

—Me gusta mucho su sonrisa. Y sus...ya sabes —se tomó de la nuca con timidez.

—¿Por qué no lo hacen formal? Lo de su relación. A kilómetros se puede distinguir que la chica está loca por ti.

—Buscamos cosas diferentes —se puso de pie tomando su vaso y fue a por más soda.

Cuando llegamos a mi lugar, Josh se marchó pronto, pues su compañero de habitación tenía problemas con su computador y cosas de ese tipo: típico de chicos nerd.

—Que Matt ya me tiene hasta los cojones con sus juegos en línea —le escuché escupir mientras salía del departamento.

—Eh tranquilo, chico. Apuesto que prefieres vivir con él a con un chico con corazón roto —traté de animarle.

—Si hablas de tu caso, créeme, sería feliz aquí.

—Vale, sé amable. Suerte con todo —fue lo último que le expresé.

Me comenzaba a doler un poco el estómago. Seguro era la maldita hamburguesa y mi a veces mala digestión. No miré el reloj y fui a la recámara. Encendí el móvil y me armé de valor. Tenía una veintena de mensajes. Unos eran de amigos de mi país, otros de Mai —mi única amiga de clase— y otros de Kyros.


Perdido en sus ojos [Gay] (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora