Capítulo 3 | Curiosidad.

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 Mis ya típicas noches de sábado viendo Netflix y sus asombrosas series policiacas, pasaron a otro plano cuando no me podía concentrar en descifrar quién sería el asesino, pues el nombre de Marcus Fisher se había grabado en mi mente con tinta imborrable. Tan sólo rezaba a los dioses del amor que Josh no se rehusara a hablarme de él...porque si algo tenía Joshi era que, rara vez mencionaba a alguien más en nuestras pláticas.

 Tras ver dos capítulos de Law & Order y Grimm me dije que lo mejor sería descansar. Tras una ducha y cepillarme los dientes, fui a mi pequeña recámara donde miré al único amor que me correspondía: mi cama. Puse el despertador a las 6:00AM, aunque me vería con él hasta las 8, pero sabía que Josh Graham era el sujeto más puntual de Europa y quizá del mundo y con tal de verme molesto, tocaría mi puerta como si de una emergencia se tratase.


 Charli XCX cantando como ella sabe, su tema Famous me despertó. Era tiempo de la rutina matutina, hice la cama, me lavé la cara y hasta encendí la radio. De la computadora de escritorio salió un molesto sonido que sabía perfectamente de qué aplicación provenía: Skype. Suponiendo el día y hora, esos serían mis padres, y no podía darme el gran y atrevido lujo de ignorarles pues harían lo posible por contactarme, tanto así que, hace semanas llamaron a la Embajada de mi país natal para que me contactasen...¡Tanto drama!

—Hola, mamá, ¿Qué tal todo por allá? —le transmití lo más feliz que pude.

—Noel, sabes que aquí es de madrugada. No sé porque nos tratas así sabiendo que perturbas nuestro sueño, ¡Yo que me preocupo por ti y así me pagas...! —empezando a levantar la voz.

 Y bueno. Así empezaba otro domingo con ese hábito que ya era un mal necesario. Y por si se preguntan...no. No odio a mis padres. Aunque, quizá algunos en mi lugar los tratarían con mucho cuidado y lo menos posible. Mi relación con ellos es un poco complicada: Ven con malos ojos que a su único hijo le gusten los hombres y por ende, no les dará nietos...por ahorita eso será todo lo que diré.

—Todo está bien. De hecho, está por llegar Josh y me tendré que ir...

—¡Te he dicho que ese sujeto no me agrada nada. Dime de una buena vez que te acuestas con él! —gritando furiosa.

—¿Sabes qué, mamá? Creo que mejor te llamo después. Cuida de papá. Los quiero.

 Y sin más, desconectó la videollamada que duró muy poco siendo honesto. Lo que más detestaba era que, mis padres tenían la idea que mi único amigo hombre era en realidad mi novio. Como por coincidencia, escuché el llamado en la puerta. En un dos por tres la abrí y era el casero con cara de pocos amigos. Nunca hablaba. Varios vecinos decían que siquiera hablaba inglés, pero eso sí, en el cobro del alquiler era el mejor de la ciudad. En eso, escuché una voz conocida: 

—Vaya, veo que alguien ya tiene 150 libras menos.

—Lo sé. Ahora en verdad me creerás que no tengo un maldito centavo y pagarás las hamburguesas por la noche.

—¡Oye, eso no es justo! —trató de defenderse, tomando su cabello.

 El único chico al que le hablaba sin que fuera por algo de la Universidad era Josh Graham. Alto, un tanto delgado —pero no en exceso—, siempre vestía con playeras de superhéroes y unos jeans, un gorro y sus Converse. Estaba en Cuarto Semestre de Arquitectura en la misma alma máter que yo. Para ser más precisos, su cabello castaño y su piel le hacían parecer a cierto personaje de una serie de televisión americana...

 Le conté todo a grandes rasgos mi día anterior y lo sucedido en la cafetería de Scott. Una risita y unos leves golpes en la espalda significaban que tenía su apoyo. Después de tomarnos el té, salimos directo al parque Charlton, que está cerca del café donde trabajo, a hacer algo de ejercicio. 

—Me pregunto porqué rayos acepto ir a trotar mientras hace un frío del demonio —le encaro al castaño, algo molesto.

—¿Sabes que no puede hacer un frío del demonio? Porque en el infierno hace...

—Si, si, si, Josh. Mejor me resigno y corro contigo.

—¡Es por tu salud! —le escuché decirme mientras me alejaba a paso firme.

 En realidad odiaba ejercitarme y más cuando teníamos 4ºC de temperatura, pero tenía que convencer de alguna manera a Josh, para que me dijera lo que quería saber de Marcus: ¿Tiene novia?, ¿Estudia? y si es así, ¿qué?, edad, teléfono, color exacto de ojos...en fin. Quizá exagero, pero eso lo sabré en menos de una semana, sino, ¡Me dejo de llamar Noel y se acabaron las noches de vigilia viendo televisión! 

 Tras las peculiares nubes grisáceas de Londres lucía un Sol fuerte que se adentraba entre ellas. El reloj marcaba las 11:00AM y el domingo ligeramente se mostraba. 

—¡Estoy muerto! Necesito que alguien me de agua o moriré deshidratado.

—No seas nena. Para que te des cuenta que tienes a un gran amigo iré hasta el otro lado del parque y traeré agua.

—¡No, no, no! Iré yo. Ya te debo muchas. Además, sirve que mensajeas con la hermosa rubia que viste aquel día en el cine —formulando palabras que jamás diría cuerdo, pero de algún modo tenía que convencerle.

—Hablando de ella...¿Crees que es sexy? Pensé que dirías que lo único que le vi eran sus tetas y su cu...

—¡Vuelvo enseguida! —reí, nervioso, mientras caminaba en sentido contrario.

 Después de ver a varios chicos guapos con sus atuendos deportivos comprar bebidas hidratantes en el pequeño supermercado, salí de éste con dos botellas con agua. Apresuré mi paso hacia la banca donde yacía mi amigo emocionado con su móvil.

—Vaya...creo que tomaste mi consejo.

—Sí. No sé qué tienes pero actúas tan gentil, ¡Si sólo fueras así todos los días ya tuvieras a tus pies a todos los chicos gays de Londres! —sonriendo.

—Oh. Hablando de eso... —¡Es ahora o nunca!— ayer por la noche mientras navegaba en Facebook, vi en mi inicio que tú y un «tal» Marcus son amigos.

—¿Hablas de Fisher? ¡Es un compañero de clase! —sonó su risa tan característica.

—¿En serio? Vaya...el mundo puede ser tan pequeño. He coincidido con él varias veces. Y... —nervioso, pensaba muy bien cada palabra que saldría de mi boca los próximos segundos— ¿Qué es de él? ¿Estudia?

 Justo tenía la botella con agua en la boca y tras manifestarle mi duda, abrió los ojos como platos y escupió el líquido.

—¡Mierda! —gritó.

—¿Qué sucede? —preocupado, parándome como Flash de la banca en donde nos encontrábamos.

—¡Dime que no te gusta Marcus Fisher!

 Mis ojos ya no lo veían y miraba los árboles de alrededor. Mis manos empezaron a sudar sin control, mi cara ardía. Tenía dos opciones: mentirle o decirle la verdad. Cada alternativa tenía una ventaja y desventaja pero no quería mentirle al único amigo que tenía...¿Por qué me sucedía esto a mí? 


*********

¡Hola a todos/as! 

Bien, quizá ya se dieron cuenta que soy nuevo en esto del Wattpad y que a veces puedo tardar en actualizar, pero la escuela me mata.

COMENTEN Y VOTEN, me ayudaría para continuar con la historia 😁

StrayaLover 🇦🇺.

Perdido en sus ojos [Gay] (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora