Capítulo 2

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Camino por éstas calles, que ya me son tan familiares, aún sin poder creer lo que acaba de suceder. No sé qué mierda pasaba por la cabeza de esa chica, evidentemente, no me tuvo miedo ni por un segundo. "Mi vida no vale nada", esa frase no deja de hacer eco en mi cabeza. Era una chica joven, bastante bonita y no iba mal vestida, por lo que supuse que tenía un buen pasar. Pero bastó con mirarla a los ojos para notar lo vacíos que éstos estaban.

No buscaba hacerle daño, no soy esa clase de persona. Venía saliendo del callejón cuando la vi venir, caminando por las oscuras calles de mi barrio. Iba con la mirada baja, desconociendo el peligro que corría con tan solo el hecho de estar en ese lugar. Por eso decidí asustarla, con la intención de provocar que saliera corriendo y no volviera más por donde no debía. Pero en ningún momento mostró miedo, ni ninguna otra emoción en su rostro.

Al ver lo que llevaba en su mochila, se hizo evidente que estaba huyendo de su casa, eso me hizo retroceder un poco. Quizás fue por el hecho de que yo también hui de mi casa cuando tenía veintidós años. Aún recuerdo como se sentía el querer dejar todo atrás. Sigo caminando hacia el bar de siempre, tratando de quitarme a esa chica de mi cabeza, pero sin poder lograrlo.

Cuando la tuve muy cerca, pude notar la fragilidad de su cuerpo, algo que no se condecía con su actitud. Aunque ésta no fue precisamente desafiante, más bien fue indiferente, realmente no le importaba lo que podía pasarle. Cuando se me quedo mirando, pude notar como analizaba mis rasgos, pero no vi reacción alguna en ella. Eso sí fue extraño, nadie en su sano juicio ve a su atacante de esa forma. Además, sé el tipo de reacción que provoco en las mujeres y no es por creérmela, me he visto al espejo. Aun así, ni se inmuto.

Entro a Club 51 y busco con la mirada a los chicos, los cuales ubico en el rincón de siempre, así que me acerco a ellos aún un tanto distraído por lo sucedido. Mi estado de ánimo debe reflejarse en mi rostro, ya que Tato se me queda mirando como si tuviera monos en la cara.

Él es lo más cercano que tengo a lo que se puede llamar un amigo, fue una de las primeras personas que conocí ni bien llegué al barrio. Le debo mucho, ya que, si no fuera por él, probablemente no estaría aquí, todavía caminando entre los vivos.

No pertenecía a éste mundo y eso se notaba a leguas, pero era tanta la ira que llevaba dentro, cargaba con tanto odio por el mundo y por la vida, que nadie se atrevía a cruzarse en mi camino. Un día, me vi involucrado en una pelea con algunos de los integrantes de la banda del barrio, después de la cual Alejandro, él líder en ese entonces, me ofreció formar parte de ella. Así conocí a Tato, era unos de los más cercanos a Alejandro y a quién puso a cargo para instruirme. Con su ayuda, y con el pasar del tiempo, aprendí a canalizar toda la furia que llevaba contenida. Tiempo después, la banda se separado en dos, quedando Tato al mando de una de las fracciones. Hoy soy su mano derecha.

—¿Qué hay Quince? —me saluda el Rata por mi apodo, realizamos nuestro clásico saludo de manos con él y con el resto de los chicos.

—Andando —digo, mientras me sitúo en una de las sillas vacías.

—Estábamos hablando de los planes para la próxima semana, conseguimos la data(información) que necesitábamos para entrar a la fábrica —comenta Tato.

—Sí, ese Aguilar empezó a boquear(hablar) ni bien lo apretamos, es un cagón —se burla el Colo, Tato lo mira de reojo, haciéndolo callar.

—Nos pasó los cambios de turno de los guardias, hay una brecha de unos diez minutos que podemos usar para entrar, llegar a ellos y encerrarlos. De ahí, contaremos con otros quince minutos más hasta que llegue la cana(policía) —prosigue serio Tato.

—¿Es posta(verdadera) la data? ¿Se puede confiar en Aguilar? —pregunto, sin mirar a nadie en particular.

—Más le vale a ese, le dejamos bastante claro que si nos engañaba era boleta (hombre muerto) —vuelve a hablar el Colo.

Despertar a la Vida (#Wattys2016) SIN EDITARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora