Capítulo 3

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Ahí, sentada en el piso de ese oscuro y frío callejón, me doy cuenta de que preferiría morir con tal de sentir algo, aunque ese algo fuera solo dolor. Quizás por eso no reaccione cuando esos tres tipos me tomaron por sorpresa mientras intentaba encontrar mi monedero donde me había atacado ese tal Quince. Había llegado hasta la estación, cuando noté que no tenía el monedero, por eso decidí volver. Tenía la esperanza de encontrarlo, aunque estaba bastante segura de que se lo había llevado él.

Mientras estaba buscando, se aparecieron de la nada tres tipos. Empezaron a decirme muchas cosas obscenas, luego, entre dos de ellos, me agarraron de los brazos y me arrastraron hacia el fondo del callejón. El que parecía el líder, comenzó a manosearme y a tironear de mi remera, mientras seguía diciendo todas las asquerosidades que pensaba hacer conmigo. Parece que mi falta de resistencia lo hizo pensar que era una puta sumisa. No me molesté en defenderme ni en desmentirlo.

No pasó mucho tiempo hasta que llego él. Al principio, no supe de quién se trataba, solo quería que todo acabara de una vez por todas. Por mi podían matarse entre ellos primero mientras que después se hicieran cargo de mí. No fue hasta que él se interpuso en el camino del que se hacía llamar Juan, que lo reconocí.

Luego de que esos tres se marcharan, decidí quedarme en el callejón, aparentemente él no tenía mi dinero, así que no tenía muchas opciones. Quizás con la llegada del nuevo día sabría qué hacer con mi vida.

Cierro los ojos tratando de conciliar el sueño, el cual dudo que llegue pronto. Luego de unos segundos, escucho sus pasos acercándose hacia mí. Pensé que ya se había ido.

—Toma.

No me muevo, no me interesa lo que sea que me esté ofreciendo. Pronto lo escucho acercarse más y siento como golpea mi pierna con su pie.

—Agarra la guita(plata) y andate.

Levanto la mirada, primero posándola en sus ojos y luego en su mano ¿Me está ofreciendo su dinero?

—No quiero ni necesito tu caridad. Si no fuiste vos el que se llevó mi plata, no tenes porque darme de la tuya. Veré como arreglármelas por la mañana —digo para que se marche de una vez por todas, quiero estar sola.

—Si te quedas ahí, probablemente no tengas un mañana para arreglártelas y, sinceramente, no tengo ganas de amanecer con un fiambre(muerto) en mi callejón y con la poli metida acá. Así que, dejate de joder y agarra la plata.

Evidentemente, no me va a dejar en paz, así que me levanto, acomodo un poco mi ropa y me agacho para agarrar la mochila antes de comenzar a caminar hacia la salida del callejón. Él se queda parado en el lugar, probablemente observándome.

—¿Y ahora a donde carajo vas? —pregunta, la irritación es evidente en su voz.

—Lejos de tu callejón, así no te jodo la existencia —contesto, mientras sigo avanzando lentamente.

Todavía me duelen las rodillas y el tobillo, por lo que rengueo un poco.

—Pensé que sin dinero no podías irte a ningún lado —lo oigo caminar detrás de mí.

—Problema mío.

—¡Mierda! ¡Espera! —me grita.

Lo escucho tomar un profundo respiro, luego camina hasta pararse delante de mí.

—¿Qué?

—Decime donde vivís que te llevo.

—Ni loca. No pienso volver a ese lugar. Nunca.

—¡Dios! —lo veo refregarse la cara con ambas manos, luego las lleva a su cabeza, que ahora noto esta rapada—. Me la estas poniendo bastante difícil.

Despertar a la Vida (#Wattys2016) SIN EDITARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora