Capítulo 7

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Lo escucho tomar aire como si intentara tranquilizarse. Se levanta de golpe y empieza a dar vuelta por la habitación, claramente irritado.

—¿Por qué no me lo dijiste? ¿Por qué no quisiste comer nada ayer ni hoy a la mañana? Dios Laura, no podes descuidarte de este modo, llevas más de cuarenta y ocho horas sin comer —me dice en un tono algo alto, pero sin llegar a gritar.

—No lo sé, no me di cuenta, no sentía hambre —no miento, realmente no lo había notado—. No es la primera vez que paso mucho tiempo sin comer, no sé porque me desmaye esta vez.

El se detiene y se gira fijando nuevamente su mirada en mi mientras vuelve a tomar un profundo respiro.

—Por favor, no lo vuelvas a hacer. A partir de ahora quiero que te alimentes, que cuides de tu salud ¿me entendiste? 

Noto que está enfadado, aunque no logro comprender el motivo. Pero no quiero contradecirlo por lo que asiento con la cabeza

—Ahora te vas a comer un buen plato de pasta y luego una fruta, necesitar recuperar energía.

Gira el sillón haciendo que quede enfrentada a la mesa y luego llena mi plato de fideos con salsa. Pone un pan al lado de mi plato y me sirve agua en un vaso.

—Quiero que dejes ese plato limpio —asiento nuevamente con la cabeza y comienzo a comer.

Me siento cansada, sin fuerzas, por lo que me cuesta llevar el bocado a mi boca, más aun con la mirada de él clavada en mí. Pero en cuanto saboreo el primer bocado me doy cuenta de lo hambrienta que estoy, por lo que comienzo a comer un poco más animada. De reojo lo veo comer sin dejar de observarme, como queriéndose asegurar de que me estoy alimentando.

No sé que me paso, es la primera vez que pierdo el conocimiento de esta forma. Supongo que todo lo que he vivido este último tiempo y más aun las últimas cuarenta y ocho horas me está pasando factura. Desde que mi mamá empezó a empeorar hace exactamente dos semanas, todo se fue en picada. Tuve que arreglármelas sola ya que ese hijo de puta no se preocupo en lo más mínimo por ella, ni por mí.

Cuando las cosas se me empezaron a ir de las manos decidí llevarla a un hospital, ya estaba muy débil, se notaba que sus dolores eran cada vez más fuertes y difíciles de soportar. Los doctores que la evaluaron me dijeron que no había mucho que se pudiera hacer, solo darle morfina para que sufriera lo menos posible.

A penas cinco días después de que la internaran su corazón dejo de latir. Luego todo sucedió muy rápido, el papeleo, la funeraria, el entierro. Cuando quise darme cuenta estaba parada frente a su tumba, tirando un puñado de tierra sobre su ataúd mientras comenzaban a enterrarla. Sola, como lo había estado esos últimos años de mi vida.

—¿Laura? —su voz me hace volver a la realidad— ¿estás bien? 

 —Sí, solo me perdí en mis pensamientos.

Sacudo levemente la cabeza intentando alejar todos esos recuerdos. El no comenta nada mientras yo me dedico a terminar lo que queda en mi plato y luego como la fruta. El silencio nuevamente nos envuelve, pero a diferencia de cuando estábamos preparando el almuerzo, este es un silencio incomodo. Siento su mirada clavada en mí, sé que quiere respuestas, pero dárselas implica hacerles frente y todavía no estoy lista para hacerlo.

No sé que pueda suceder una vez que eso ocurra, porque estoy segura que todo va a salir a superficie de golpe y no creo estar lista manejarlo. Después de todo son muchos años reprimiendo cualquier cosa que pudiera sentir.

Una vez que termino me levanto recogiendo los platos y cubiertos para llevarlos a la pileta. El permanece sentado observándome mientras lavo y seco todo. Cuando estoy terminando de acomodar la cocina su celular suena, parece ser un mensaje ya que lo observa y luego se levanta.

Despertar a la Vida (#Wattys2016) SIN EDITARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora