Desde el momento que pongo un pie fuera de mi casa me siento algo inquieto, nervioso se podría decir. No me gusta dejarla sola, pero tampoco la puedo llevar conmigo, corre más riesgo de ese modo. Y tengo que ir a lo de Tato sí o sí, no tengo opción. Salgo del callejón no sin antes mirar para todos lados, acelero el paso mientras no dejo de pensar en lo que vi hace un rato. Aunque deseo estar equivocado, lo más probable es que mis sospechas sean ciertas.
Tato vive dentro de la villa, a unas seis cuadras de mi casa, pero no es seguro vernos ahí. Decido mandarle un mensaje de texto.
Necesito verte urgente, estoy yendo al lugar de siempre.
Mando el mensaje mientras me dirijo a una vieja casa abandonada que se encuentra en el límite sur de la villa. La misma está en muy mal estado, lo suficiente como para que no la hayan ocupado. Mi teléfono vibra en mi bolsillo y lo saco para ver el mensaje que recibí.
Nos vemos en 15.
A los diez minutos estoy frente a las viejas rejas corroídas por el tiempo, la puerta esta colgando de una de las bisagras por lo que termino saltando por encima de ella, no es muy alta. La casa no tiene puertas ni ventanas, las pocas paredes que quedan en pie están en bastante mal estado, llenas de humedad y rajaduras que amenazan con hacerlas caer de un momento al otro. Me muevo entre escombros, restos de muebles rotos y mugre hasta llegar a la parte trasera de la casa. Escondida debajo de más escombros hay una trampilla, esta da acceso al sótano, el motivo por el que usamos este lugar.
Abro la puerta y la cierro tras de mí al entrar, comienzo a descender por las escaleras de cemento, huele a moho y está oscuro, solo cuento con la luz de mi celular para iluminar un poco el camino. Cuando llego abajo busco alguna de las velas que dejamos acá, encuentro una, la prendo y la tenue luz ilumina un poco el ambiente. Apoyo la vela en el piso y me siento a su lado. Mi cabeza no para de dar vueltas, necesito calmarme pero no puedo. Necesitamos que esto salga bien, necesito que salga bien, ahora más que nunca.
Escucho un ruido en la trampilla y me paro agarrando la navaja de mi bolsillo por las dudas. Alguien abre la puerta y desde donde estoy veo unos pies bajar por la escalera, no pasa mucho hasta que me percato de que es Tato. Guardo la navaja nuevamente en mi bolsillo y me quedo en el lugar esperando que él termine de bajar.
—¿Cuál es la urgencia?
Tato sabe que no lo llamaría por cualquier estupidez, menos aun sabiendo que hoy nos juntamos aquí mismo en unas horas.
—Hoy vi algo que puede traernos problemas.
—¿Qué?
—Hace una hora lo vi a Alejandro salir de una casa, detrás de él salió el Colo.
Lo suelto así sin anestesia, no hay muchas vueltas que darle, es lo que vi nos guste o no. La cara de Tato es de asombro pero pronto noto un rastro de decepción. Va hacia una de las paredes y apoya su cuerpo en esta mientras analiza lo que implican mis palabras.
El Colo es un chico de dieciocho años, Tato lo acogió bajo su ala hace aproximadamente unos ocho meses, luego de que este saliera de la cana(cárcel). Lo habían atrapado vendiendo merca(droga) para Alejandro, quien se lavo las manos dejando que se lo llevaran siendo él aun un menor. Ese hecho facilito que saliera a las pocas semanas, pero fueron las suficientes para que despertara el odio del chico hacia Alejandro. El mismo día que salió fue a verlo a Tato y le pidió formar parte de nuestro grupo.
Desde entonces anda con nosotros, aún es un crío y por momentos se comporta como un pequeño gánster, Tato trata de corregirlo y parece que venía lográndolo, pero ahora con esta noticia las cosas pueden cambiar considerablemente.
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Despertar a la Vida (#Wattys2016) SIN EDITAR
RomanceElla necesitaba desesperadamente volver a sentir. El no quería volver a sentir nunca más en su vida. Dos vidas, mucho dolor y sufrimiento. ¿Cómo amar cuando se teme decirlo y duele sentirlo? Un encuentro que los llevara por un camino de sanación. ...