Capítulo 37

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Llevo mi mano izquierda a mi mejilla para comprobar lo que acababa de decirme. Las noto mojadas, no me había dado cuenta que estaba llorando. Si sentí los ojos acuosos pero creí que se debía a que vomite recién. Dios había vomitado y él me había besado. Me beso. Una tímida sonrisa se planta en mi cara sin que pueda evitarlo, él me la devuelve de una manera muy tierna.

Hay tantas emociones en su rostro, tantas cosas que parece estar diciéndome sin palabras. Yo también quiero decirle muchas cosas, pero todavía me cuesta hilvanar ideas, me siento abombada.

—Necesita descansar.

Me giro para ver de dónde proviene esa voz, es Tato, está parado a un costado de la cama y junto a él esta Ciro y el Rata. Están en su casa, él nunca trae a sus amigos a su casa. Lo miro nuevamente algo confusa y vuelve a sonreírme encogiéndose de hombros.

—Tato tiene razón, tenes que descansar e hidratarte, todavía tenes droga en tu sistema.

Yo asiento y me recuesto en la cama lentamente con la ayuda de Adrian. Una vez acomodada se acerca y me da un tierno beso en la frente, luego se levanta para dirigirse a sus amigos.

—Gracias por todo, en serio.

—No hay nada que agradecer —le dice Ciro.

—Ahora cuidala mucho y descansa vos también, fueron muchas emociones por una noche —le dice Tato.

Los tres saludan a Adrian y luego me dedican un saludo a lo lejos antes de salir. Adrian se queda en el descanso de la escalera, supongo que los está viendo bajar. A los pocos segundos entra y cierra la puerta detrás de él. Abre las puertas del placar y agarra dos remeras. Se saca su remera la cual esta empapada, la tira al suelo y se coloca una de las dos remeras que saco. Luego se acera a mi despacio y cuando llega a mi lado se agacha. 

Me ayuda a sentarme y me quita con cuidado la toalla que me envuelve, noto que solo llevo ropa interior, la cual esta mojada, no puedo evitar sonrojarme de la vergüenza. Me coloca su remera con suma delicadeza y luego me ayuda a sacarme el corpiño. Al terminar enrolla la toalla que me saco en mi pelo, el cual esta empapado. 

—No tengo un secador, esto va a tener que ser suficiente.

—Gracias.

Me alcanza el vaso de agua y me lo da.

—Necesitas hidratarte.

Agarro el vaso, mis manos todavía tiemblan un poco, pero logro llevar el vaso a mi boca y tomo cortos sorbos. Siento la boca pastosa y la garganta seca, el agua se siente increíble mientras la voy tragando. El no quita los ojos de mí, me siento extraña pero me gusta. Luego de unos cuantos tragos le devuelvo el vaso y él lo apoya en la mesita nuevamente.

—Veni, te ayudo así vas al baño.

Me levanta colocando uno de mis brazos por sobre su hombro y con su otro brazo me agarra de la cintura. Me lleva hasta el baño y me deja adentro.

—¿Podes?

—Sí, tranquilo.

Se acerca peligrosamente lento, noto que su intención es volver a besarme pero lo detengo. El me mira contrariado.

—Necesito lavarme los dientes.

El sonríe, realmente sonríe y asienta, pero antes que me dé cuenta deposita un rápido pico en mi boca. Se da vuelta y se va del baño cerrando la puerta al salir. Estoy paralizada, un escalofrío recorre mi cuerpo y siento un cosquilleo en mis labios ¿esto realmente está pasando? No puedo creer todo lo que sucedió en las últimas horas. Siento que pierdo el equilibrio y me sostengo de la pared, me siento débil pero aun así llena de energía.

Despertar a la Vida (#Wattys2016) SIN EDITARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora