Capítulo 41

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Me despierto al sentir un suave beso en mis labios. Abro los ojos un tanto confundida y me encuentro con los dulces ojos de Adrian.

—Hola dormilona, ya llegamos.

No puedo evitar sonreírle mientras una sensación de calidez se expande por mi pecho. Me incorporo mejor en el asiento mientras Adrian baja del auto. Miro por la ventanilla y lo que veo me deja pasmada. Una gigantesca mansión se alza imponente ante mis ojos, la misma está rodeada por un hermoso jardín. Adrian me abre la puerta y me bajo con su ayuda, aun me duele un poco el cuerpo debido a la paliza que me dio Alejandro ¿O será por lo ocurrido anoche? Siento mis mejillas sonrojarse al recordarlo.

Miro la mansión, el frente está pintado de color blanco y todos los marcos son de una madera oscura. Tiene dos plantas y grandes ventanales, debe ser una casa muy iluminada.

—¿Dónde estamos?

—En mi casa —me dice algo avergonzado.

— ¿Tu casa?

Se gira y mira todo a su alrededor, luego vuelve a posar su mirada en mi.

—Este era mi mundo antes de irme.

Estoy asombrada, realmente no me esperaba nada de todo esto. Muchas preguntas se agolpan en mi cabeza pero no me da tiempo a plantearlas ya que él me agarra de la mano y me arrastra hacia la puerta. Toca el timbre y se gira para mirarme. Noto algo miedo en sus ojos.

—Todo va a estar bien ¿me crees?

No sé si me lo dice a mi o se lo está diciendo a sí mismo, parece como si necesitara juntar fuerzas para afrontar lo que sea que este por venir. Me acerco y le doy un pequeño beso en sus labios.

—Todo va a estar bien —le sonrío.

Se relaja visiblemente ante mi contacto y mis palabras. La puerta se abre y una señora de más de cincuenta años pero muy bien conservada aparece frente a nosotros. No tarda más que unos segundos en salir y estrechar a Adrian en sus brazos mientras varias lágrimas escapan de sus ojos. Adrian me suelta para devolverle el abrazo, estoy segura que se trata de su mamá.

—Dios, creí que no iba a volver a verte —solloza la señora.

—No llores mamá, acá estoy.

La señora se separa de Adrian y toma su cara con ambas manos, el amor que veo en su mirada me emociona, me recuerda a mi madre.

—Que cambiado estas, te rapaste...

Adrian solo sonríe y luego toma mi mano tirando de mí hacia su lado.

—Ella es Laura, la chica de la que te conté.

¿Le contó sobre mi? ¿Cuándo?

—Lau, ella es mi mamá, Helena.

—Mucho gusto señora —le sonrío.

—Es hermosa —dice mirando a su hijo—. Llamame Helena por favor —me sonríe y me abraza de una forma muy maternal—. Pasen, pasen.

La seguimos dentro de la casa, si el exterior me sorprendió, el interior me deja sin aliento. Frente a mi hay un especie de recibidor con una inmensa escalera que lleva a la planta alta. Hacia la derecha puedo ver un comedor con una mesa para al menos veinte personas. Del otro lado hay un sillón en L y un televisor de pantalla plana que abarca prácticamente la mitad de la pared de la cual está colgada. Ambos ambientes se ven exquisitamente decorados y perfectamente combinados sus colores. No puedo creer que esté en la casa que lo vio crecer a Adrian, que me haya traído acá me hace sentir extrañamente feliz.

Despertar a la Vida (#Wattys2016) SIN EDITARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora