Capítulo 11

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Me tomo por sorpresa cuando me dijo su nombre, realmente no me lo esperaba. Adrian, me gusta, realmente le queda. No sé qué lo motivo a decírmelo, supongo que mi pequeña confesión tuvo mucho que ver. No le había contado ni una mínima parte del calvario que me ha tocado vivir, solo le dije lo suficiente para que no insistiera.

No puedo decir que fue fácil contárselo, pero tampoco puedo negar que sentí cierto alivio luego, más aun después de sus palabras. Ya pasaron varios minutos, aun estamos recostados, cara a cara, su brazo todavía en mi cintura. Su presencia me hace sentir protegida, segura. Me hace sentir una sensación de paz que jamás experimente en mi vida. No estoy acostumbrada a estas sensaciones, estos últimos años solo me había sentido expuesta, insegura. Había vivido en un infierno durante mucho tiempo, no conocía otra cosa, no conocía otra forma de vivir.

—Creo que deberías dormir un poco más, te ves muy cansada —me dice sin apartar sus ojos de los míos.

—No sé si logre volverme a dormir.

Generalmente no lograba volver a conciliar el sueño luego de mis pesadillas.

—Tranquila, yo estoy acá a tu lado, nada va a pasarte, estas a salvo.

Asiento y me doy vuelta rompiendo el contacto visual. Pero él mantiene su brazo en mí cintura, cumpliendo su promesa de hacerme sentir a salvo. Cierro los ojos con fuerza, solo deseo no volver a ver aquellas imágenes que me atormentaron en mis sueños minutos antes. Pero eso no es lo único que tengo en mente en este momento.

Estoy demasiado consciente de su tacto, de su cercanía, haciéndome imposible conciliar el sueño. Como es posible que un desconocido pueda provocar tantas cosas en mi apenas con un día de conocerlo. Solo espero que todo lo que sucedió recién no cambie las cosas entre los dos. Tengo que mantener todas estas emociones al margen. Después de todo pienso irme en unos días.

Abro los ojos algo desorientada, no recuerdo haberme quedado dormida. Estiro mis brazos desperezándome, me siento descansada, me pregunto qué hora es. Miro a mí alrededor y noto que estoy sola en la cama. Hay olor a café recién hecho pero estoy sola en la habitación. Presto atención y escucho el ruido de la ducha. Me siento en la cama tratando de despabilarme, mi cuerpo se siente relajado, descansado, liviano. Es una buena sensación y me agradaba.

Escucho como cierra la ducha y a los pocos minutos lo veo salir del baño. Lleva solamente una toalla enrollada a su cintura, su cuerpo aun esta húmedo, al igual que su corto pelo. Mentiría si dijera que lo que estoy viendo no me mueve ni un pelo. De hecho siento un cosquilleo subir por mi columna vertebral provocándose un gran escalofrío por toda mi espalda.

—¿Te gusta lo que ves?

Dios, no quiero ni imaginar la cara que debo tener en este momento.

—¿Siempre salís así del baño? —intento desviar su pregunta.

—De hecho, suelo salir sin nada, pero dado el hecho que tengo tu compañía, decidí taparme con la toalla —me da esa sonrisa de costado y ese escalofrío se intensifica.

—Gracias por el detalle —le digo mientras me levanto de la cama y me dirijo a servirme un café.

—No hay de qué.

Lo escucho moverse por la habitación, le estoy dando la espalda en este momento y no me atrevo a darme vuelta. Luego de unos minutos se acerca a mí, toma una taza y se sirve un poco de café. Me mira de reojo, lo noto algo inquieto, parece como si quisiera preguntarme algo. Por favor que no saque el tema de anoche, no quiero volver a hablar de eso.

—¿Cómo amaneciste?

—Bien, gracias —digo algo cortante.

Me acerco a mi mochila para sacar unas calzas y me las pongo, junto con las medias y mis All Stars. Noto que la ropa que colgué ayer esta doblada en el sillón.

Despertar a la Vida (#Wattys2016) SIN EDITARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora