Capítulo 42

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Estar en mi casa después de más de tres años de ausencia es abrumador. Estoy muy nervioso, pero tener a Laura a mi lado me da la fuerza necesaria para afrontar el momento. Cuando mi madre abre la puerta mi corazón se acelera. Ella se ve igual de elegante y sofisticada, pero parece haber envejecido unos diez años. Sus ojos se ven tristes, tiene ojeras y la piel de su rostro esta arrugada. Me maldigo internamente por todo el dolor que le cause.

Una inmensa sonrisa se abre paso en su rostro al verme y yo no pude evitar imitarla. Me abraza fuerte y la sensación de volver a sentir sus cálidos brazos acunándome con amor es indescriptible. Había mantenido contacto telefónico con ella en los últimos dos años, no la llamaba tan seguido como ella quería pero lo hacía, solo para hacerle saber que estaba bien. Pero nada se compara con este momento.

Después de una pequeña charla decido llevar a Lau a la que había sido mi habitación. Ni bien abro la puerta me paralizo, todo está en su lugar, parece como si nunca me hubiera ido. Obviamente faltan algunas cosas, supongo que luego de mi ataque de ira hubo varias cosas que no se pudieron salvar.

Lau está parada en el medio de la habitación observándolo todo y yo me detengo a observarla a ella. No puedo creer cuanto cambió mi vida desde que ella apareció. Y solo han pasado unos días.

—¿Pasa algo?

—No, es solo...no puedo creer que todo siga igual —digo mirando a mi alrededor.

—Es hermosa tu habitación.

Me acerco a paso lento hasta donde ella está y la envuelvo en mis brazos apretándola contra mi cuerpo. Luego de unos segundos aflojo el agarre y me separo para verle la cara, quedando muy cerca de su hermoso rostro.

—Me gusta tenerte acá —susurro sobre sus labios.

—Habrás traído a muchas chicas acá.

—Solo a una.

El recuerdo de Carla me pone triste, pero ya no duele tanto como antes.

—Lo siento...

—No lo hagas, eso paso hace mucho tiempo, es parte de mi pasado. Vos sos mi presente.

No aguanto más y la beso, saboreando lentamente sus deliciosos labios. No pasa mucho hasta que el beso se vuelve más intenso, haciendo que mi pulso y mi respiración se acelere. Mi cuerpo reacciona ante el contacto por lo que lentamente y a regañadientes bajo la intensidad del beso. Al separarme de ella no puedo evitar sonreír al ver su rostro, se ve tan hermosa toda sonrojada y con los labios hinchados. Dios, esos labios se están convirtiendo en mi perdición.

—Creo que me estoy volviendo adicto a tu boca.

La escucho tragar saliva.

—Y yo me estoy volviendo adicta a lo que vos provocas en mí —susurra algo avergonzada.

Vuelvo a sonreír sobre su boca y la tomo entre mis brazos para volver a besarla. Otra vez debo obligarme a separarme, respiro con dificultad al igual que ella. Tengo que irme, pero realmente no quiero hacerlo.

—Odio tener que irme.

—Quedate entonces.

Sus palabras me calan hondo.

—No puedo —cierro por unos segundos los ojos—. Creeme que no puedo, hay cosas que debo solucionar y afrontar. A parte no puedo borrarme ahora y dejar a todos en banda.

—¿A qué te referís?

Me muerdo el labio mientras me debato si contarle o no. No quiero ensuciarla con mi mierda pero ella se merece saber la verdad, al menos una parte de ella.

Despertar a la Vida (#Wattys2016) SIN EDITARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora