Capítulo 21

6.1K 595 51
                                    

¿Ayudarnos mutuamente? No sé a qué se refiere o que ideas están cruzando por su cabeza, pero no creo que yo pueda hacer algo por él. No es que no me importe, estoy muy agradecida por todo lo que hizo y hace por mí, me está ayudando más de lo que jamás me hubiera esperado. Porque debo confesar que no tenía mucha fe en toda esta locura cuando me propuso ayudarme. 

Pero ¿yo ayudarlo a él? Ese es otro tema. A penas puedo conmigo misma ¿de qué modo podría ayudarlo a él? Apenas lo conozco, no sé demasiado sobre su presente y menos sobre su pasado, solo lo poco que me revelo con el juego que recién jugamos.

Pero si lo pienso un poco, él tampoco sabía mucho de mí cuando se propuso ayudarme y eso no lo detuvo. Quizás a esta altura él supiera más de mí que yo de él, pero podría intentarlo, podría intentar ayudarlo. La pregunta es cómo. El me está mirando fijo a los ojos, esperando alguna reacción o respuesta por mi parte. Puedo notar en su mirada como un sinfín de pensamientos y emociones lo invaden. Respira profundo y pasa sus manos por su cara.

—¿En qué pensas?

—En que no entiendo como esperas que yo pueda ayudarte a vos —confieso.

—Vos ya me estas ayudando sin darte cuenta.

Su respuesta me toma por sorpresa.

—¿Cómo es eso?

—Por querer ayudarte estoy dejando de lado muchos de mis malos hábitos.

¿A qué se refiere? ¿Acaso se droga? No parece ser ese tipo de personas, pero una vez más, no lo conozco lo suficiente como para saberlo a ciencia cierta. Decido preguntar.

—¿A qué te referís?

El suelta un largo suspiro y cambia el apoyo de un pie al otro.

—Me refiero a que...—hace una pausa intentando encontrar las palabras—. Desde hace un tiempo que soy una persona más bien cerrada, en estos últimos tres años a penas si deje que alguien entre en mi vida —se remueve inquieto—. Pero de pronto apareciste y casi sin conocerte comencé a compartir la mayor parte de mi día con vos, hasta te metí en mí casa, algo que jamás hice con nadie.

Mientras habla se mueve de un lado al otro moviendo sus manos casi como si fuera incapaz de quedarse quieto. Me pregunto si le molesta mi presencia en su casa, si lo incomodo. Después de todo invadí su vida y su espacio, aunque yo no lo pedí.

—No sé como tomarme eso.

—¿Por qué lo decís? —me mira desconcertado.

—Porque no entiendo si es algo bueno o es algo que te molesta o te pone incomodo.

—No, para nada, no me molesta y ese es el tema, que generalmente lo haría.

—¿Entonces te molesta que no te moleste?

Estoy confundida y él parece estarlo más que yo.

—Creo que no me estoy haciendo entender —se acerca y se sienta en la silla frene a mí—. Lo que intento decirte es que desde que te conocí estoy cambiando sin darme cuenta. Pase de ser un antisocial a disfrutar de pasar tiempo con vos. Me gusta tu compañía, me gusta hablar con vos, me gusta lo cómodos que son los silencios entre los dos ¿me entendes? —me mira expectante.

Estoy muda, sus palabras me erizaron la piel y miles de escalofríos me recorren el cuerpo ¿Le gusta estar conmigo? Un intenso cosquilleo se apodera de mi estomago y estoy segura que mis mejillas ya adquirieron un color rojo intenso. Debo disimular, no quiero que note el efecto que sus palabras tienen en mí. Él me está mirando y es ahí cuando recuerdo que le debo una respuesta. Aclaro mi garganta antes de hablar, estoy segura que de no hacerlo saldría una voz sumamente chillona.

Despertar a la Vida (#Wattys2016) SIN EDITARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora