Poema 31.

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No me quedan palabras ya, para expresar cuánto dolor hay en mi.

No hay más que un cuerpo, pues alma ya no tengo.

Me gustaría no ser nadie, y aún siendo nadie, sería. Existiría.

¡Qué desgraciada soy, víctima del tiempo!

Tan consumida estoy, que ni cenizas seré cuando muera.

No tengo fuerzas, para luchar contra este fuego.
Me muero en este incendio de dolor, provocado, por mí.

Y ya nadie me queda, tan sola me siento...

Ven, amiga mía. Abrázame, Soledad, dame uno de esos abrazos, que tú tan bien das.

DEDICADA, A MI MISMA.

Un día lluvioso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora