Poema 37.

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¡Es esa poesía maldita, la que se adueña de mi ser!

Es esa, la muerte que me espera, una muerte pobre, digna de un poeta.

¡Y bendita la magia que me ofreces, que solo con pensarte,
curas mis heridas!
Incluso las más profundas.

Poesía no me dejes, no me vuelvas loca,
pues cuánto daño has hecho,
a tantos y tantos, poetas.

Yo te juro, que soy diferente, pues mi alma es pura.

Y tú entiendes, cuál es mi filosofía, me conoces,
soy bien sencilla.

¡Ay, pobre de mí! Ya no sé vivir sin ti.

¡Ay, poesía! Más importante que el agua eres,
y en mi caso, si no te bebo, dolorosamente muero.

¡Ay, poesía, cuánto te quiero!

Un día lluvioso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora