Poema 14.

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Muerta parece que esté, cuando veo la luz que desprendes al sonreír.
En vida no me creo, que yo te tenga aquí, delante de mí.

Tengo miedo de tocarte, por si te rompes y desapareces, pues tanta perfección no existe y si existe, es en mis sueños.

Sueño que estás junto a mí, acariciándome, cantándome y susurrándome...

Tus manos, propias del mejor pintor.

Tu voz, la envidia del mejor ruiseñor.

Tus lágrimas, a las cuales envidio, por acariciar tu rostro, bajando hasta besar tus labios.

Tus ojos, mirándome, y yo, avergonzada, desvío la mirada.
Sería un pecado mirarte, sin el permiso de Dios.

Y tu boca, mi perdición, jeroglífico indescifrable, el sentimiento que crece en mí, cuando te beso, haciendo latir mi corazón, tan fuerte...

Y si la física me lo permitiese, me fundiría contigo, para sentirte dentro de mí.

Que no hay reacción química, ni siquiera el amor, que se compare con lo que yo siento por tí.

Que no hay suficientes estrellas en el firmamento, para entregártelas a cambio de un abrazo tuyo. Y que no hay ninguna estrella en el firmamento, que brille más que tú.

No hay estrella más grande, ni siquiera el Sol, que se apaga cuando te ve, para dejarte brillar a tí, que se atreva a desafíar la constelación más bonita, que lleva tu nombre,
y se compone de tres estrellas: tu sonrisa, tu mirada y la perfección de tu cara.

Un día lluvioso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora