Jimin
Escucho el timbre sonar con insistencia, pienso por un momento que se trata de los matones de Martín, así que cojo la pistola de la que siempre me he asegurado no tener que usar contra alguien, pero si lo tengo que hacer esta noche estoy listo. Escucho ahora como tocan la puerta, me acerco con cautela y me asomo a la mirilla de la puerta, bajo la guarda al ver que se trata de ______ y le abro enseguida al notarla tan afligida.
- Jimin- pronuncia mi nombre con la voz en un hilo y se lanza a abrazarme, aparto la pistola de ella rápidamente e intento que no la vea, pero ya es tarde pues la mira sorprendida y después a mí.
- Pasa- digo cerrando la puerta, dejo el arma encima de un mesita y me siento a su lado- no es lo que piensas.
- ¿Y que se supone que pienso?
- Que si tengo un arma es porque suelo usarla o algo así. Cuando trabaje para Martín él me entrego una para que me cuidase, pero nunca he tenido que usarla. Solo la conservo por mi seguridad.
- Esta bien- dice algo insegura- ¿estabas ocupado?- pregunta mirando a su alrededor, pues esta todo echo un desorden
- Estoy viendo lo que me llevo, mañana me entrega las llaves del nuevo departamento y puedo ir cuando quiera. Cuanto antes, mejor- ella solo asiente con la cabeza- ¿Qué ha pasado? ¿Por qué esa cara?- le pregunto con una ternura que no sabía existía en mí, ella hace un puchero adorable y me dan ganas de comérmela a besos.
- He peleado con mi madre, no entiendo que le pasa. Esta actuando tan extraño, no quiere aceptar el dinero que tú me diste y aunque por un lado lo comprendo... ¿Qué pretende que hagamos si no?
- Me temía que pasase, si quieres vamos y hablamos con ella los dos y...
- No, no merece la pena. Ella esta decidida, pero ¿sabes qué? Que haga lo que quiera, no me importa. Yo estoy intentando ayudar, seguir adelante, pero ella parece seguir queriendo vivir en el pasado, con el fantasma de papá encima de nosotras. Ella no entiende que él se fue y...- a ella se le corta la voz por las lagrimas y yo no sé hacer otra cosa mejor que estrecharla entre mis brazos
- Cariño, cada uno lleva su dolor como puede, lo supera cuando es el momento, cuando se sienten listos. Que tu estés aprendiendo a vivir solo con su recuerdo y que quieras seguir adelante no quiero decir que ella tenga que ir igual. Ella va a un ritmo diferente al tuyo.
- No lo había visto así- dice mordiéndose el labio- pero como quiera, no tiene que pagar su frustración conmigo, lo que necesitamos es unirnos más, es ayudarnos, no estar peleando - se seca las lagrimas y rueda los ojos.
- Lo se, pero dale su tiempo- ella me mira atenta en silencio un buen rato- ¿Qué pasa?
- ¿Dónde escondías tanta madurez? - dice sonriendo- quien me iba a decir que tú estarías dándome consejos y consolándome.
- Pues ya ves- digo sonriendo travieso- soy una caja de sorpresas. He pasado mucho así que aunque no lo parezca, he madurado a punta de palos- digo haciendo una mueca.
- Mejor no pensemos en cosas tristes- dice secando sus lagrimas y luego acariciando mi mejilla.
- Esta noche hay una fiesta- suelto de repente, ella me mira confusa- puede que no quieras ir, es pronto y todo eso... pero yo creo que nos vendría bien a los dos, despejarnos de todo un rato. Y ya mañana yo mismo te acompaño a hablar con tu madre. ¿Qué te parece?
- No lo se- dice haciendo una mueca- tendría que avisar a mi madre de que dormiré fuera para evitar más peleas
- Pues llámala- digo pasándole mi móvil.
- Es que Jimin ni siquiera tengo la ropa adecuada- yo la miro de arriba bajo, unos shorts blancos con una camiseta con un poco de escote en negro y unas sandalias en negro también- pues yo te veo bastante bien. - ella rueda los ojos- tu siempre estas guapa, lo sabes. Además... tampoco es una gran fiesta, es más bien un botellón, sabes que ahí vas como quieras- le digo, ella parece pensarlo un momento y asiente.
- Esta bien, pero deja que me haga algo en el pelo.- yo ruedo los ojos temiéndome todo lo que tardara- será rápido, no pongas esa cara - me reclama sonriendo- gracias cariño- susurra cerca de mis labios y sale corriendo al baño. Me tiro en el sofá resoplando. Esta niña sería mi perdición. Pero aún así, es mi niña.