Capítulo 45

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Lo extraño. Joder lo extraño como nunca y necesito verle. No entiendo porque hice la estupidez de irme de casa, sí, él nunca debió decir eso, ¿pero es que acaso no vi el arrepentimiento en sus ojos? Él me quiere y siento que me comporto como una chiquilla. Estoy enfadada con él, claro que lo estoy, pero él también tenía derecho a estarlo conmigo.

Ana no para de repetirme que no hice mal, que hice lo correcto al irme para que él vea lo que se pierde. Pero no estoy del todo segura. Cada vez que le hablo del tema(casi a cada segundo del día) ella reacciona como si estuviese harta de mi y con solo decirle que quizás debería volver se muestra nerviosa y ansiosa porque yo siga con ella en casa de sus padres, quienes por suerte no están aquí, si no en un crucero que se ganaron según me contó ella.

- Venga, deja de estar en las nubes y ponte a trabajar- me dice burlón José, su tío y mi jefe por el momento.

Pues después de que haya inaugurado su restaurante nos ha dejado echar unas horitas hasta que encuentre "personal cualificado" como dice él. Al menos es algo que me entretiene. Aunque solo llevo unos poquitos días es algo muy cansado, no estoy acostumbrada a ir de un lado a otro atendiendo a la gente que a veces no es muy simpática.

- Lo siento jefe- digo divertida, no he dado ni tres pasos cuando él me toma por la cintura por mi repentino mareo.

- Ey nena ¿Qué pasa? No me asustes- me dice burlón sacando todo el plumero que lleva dentro, es el gay más divertido que conozco. Por no decir el único gay que conozco.

- Si, tranquilo. - digo reponiéndome- será que no he comido bien- él me mira dudoso y cruza sus brazos
- Mmm últimamente entonces no comes muy bien, eh - dice y me da un toque en la nariz- venga, toma algo de agua y sigue el trabajo, que es la hora punta y hay mucha gente que atender.
- Si señor- digo burlona.


Una hora y media después la clientela va saliendo, he tenido fuertes ganas de mandar a más de uno a la mierda pero las severas miradas de Ana me han echado atrás. Ahora en mi pequeño descanso para comer devoro toda la que pueda, el chef de aquí cocina demasiado bien como para no lamer el plato.


- Joder, si que tenías hambre- me dice Ana con su plato medio lleno aún
- Ya ves- digo tocándome la tripa redondita de lo llena que estoy, ella se ríe
- Que gorda estas- me dice burlona, yo la miro mal
- Es porque acabo de comer- me justifico como una niña pequeña y miro mi tripa
- Ya ya- dice y enciende un cigarrillo- nos vemos ahora, vaquita- dice burlona mientras se va a contestar su llamada, yo me quedo haciendo una mueca, a veces ella resulta cruel pero sé que es en broma.
- No le hagas caso a esa loca. - dice José acercándose a mi- es la envidia porque aunque es rubia no esta tan buena como tu- dice divertido él logrando hacerme reír
- Que malo eres, es tu sobrina- él hace un gesto de indiferencia
- No me digas eso, parece que yo soy mayor y en realidad le llevo solo cinco años. - dice haciendo gestos con las manos, yo río
- Lo se, bueno. Yo ya termine- le digo fregando el plato- me quedan cinco minutos aún, así que...
- Deja de fumar tanto, con lo bonita que eres...
- Oye, voy a comenzar a pensar que tú de gay nada eh- digo y reímos los dos
- ¿Es que acaso no has visto el bombón que me estoy tirando? No mi reina, para nada homosexual. - dice sarcástico
- Como eres- digo riendo


Salgo fuera a hacer lo que él precisamente no quería que hiciese. Mientras voy por la mitad del porrito que me he preparado escucho sonar mi teléfono. Miro la pantalla y sale reflejado el nombre de "Ana" con el numero debajo, y sé que no es de Ana esa rubia con la que vivo, sino de Ana, la madre del hombre que quiero.

- Hola Ana- le digo simpática
- ¿Qué tal estas?- me pregunta algo preocupada y ruedo los ojos- no se me olvida tu desmayo de ayer, eh- me dice como una madre


Nunca se me paso por la cabeza si quiera que ella fuera tan simpática y buena como parecer ser mi suegra-amiga. No entiendo como pudo estar con un patán como Charlie, el padre de Jimin, pero al menos ya lo ha dejado. Y esta vez si definitivamente. Según ella me contó estaba cegada por el amor que sentía por él. Pero, aunque tarde, se dio cuenta que nunca debió actuar como lo hizo. Y note su sinceridad. Me encantaría que Jimin supiera que ahora si es verdad, que ahora ella ha cambiado y la prueba es que se ha ido de la casa que compartía con él.

- Estoy bien- digo sonriendo- ¿y tú?- digo ya con la confianza para tutearla

- Sigo pensando que debes ir al médico. Pero yo estoy muy bien. Esta mañana he amanecido decidida.

- ¿Ah si? ¿Con que?- digo y le doy una calada al porro
- Iré a ver a Jimin. Y tú me acompañas. Estoy segura que no se negará a vernos. Es el momento de hablar y dejar todo claro de una vez.
- Me parece perfecto- digo sonriendo- pero no se si yo deba ir...
- Claro que si, si es cierto todo lo que me has contado de vuestra relación, él te echará muchísimo de menos.
- ¿Tu crees?- digo mordiendo el labio
- Si vuestra relación es como tu me has contado, oh por Dios, mi hijo esta loco por ti. - dice y ambos reímos bajito.
- ¿Y porque no me ha llamado?
- Es un orgulloso. Siempre lo ha sido. Así que no se hable más. Iremos a hablar con él.

Y así...el tiburón se enamoró del pecesito 2 TemporadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora