Capítulo 44

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Jimin

¿Qué coño he hecho? ¿De verdad la dejé irse? ¿Y con esa puta de Ana? No puedo creer lo que esta pasando, se ha ido hace una semana y no se absolutamente nada de ella, me estoy muriendo por dentro. No se en que momento paso esto, como paso. ¿Por qué terminamos así?. Una maldita semana sin ella. Ni siquiera ha venido a buscar su maleta, que sigue aquí, a un lado de la habitación a medio hacer. Miro el lado de mi cama vacío y joder, no pensé que doliera tanto.
Me fumo el segundo porro y me pregunto si ella hará lo mismo. Me río de mi mismo, claro que lo hace. La maldita de Ana la ha metido en esa mierda. Tengo fuertes ganas de matarla. Pero quizás también fue mi culpa, nunca debí de presentarlas en ese maldito botellón es que quedaron cosas claras, pero que otras no tanto.
Reprimo las ganas de llamarla tal solo para saber como esta, por lo menos eso. Pero mi orgullo de macho herido es más fuerte. Y pienso dejar que sea ella que venga a mi cuando vea que Ana no es su mejor compañía y que mi madre no tiene excusas para hacer lo que hizo.
¿Habrá acudido a la cita con ella? Y espero que al menos por respeto a mí, no lo haya echo. Aunque supongo, que de ser así, mi madre me hubiese llamado para intentar hablar conmigo y contarme sobre ______ y de que la conoció. A menos que esta le pidiera no contarme nada. Maldita sea me volveré loco.
Salgo de casa y me subo en la moto rumbo a casa de Roberto, con quien quede verme, distraído pensando en todo lo que esta pasando, no me doy cuenta de que un coche me esta siguiendo. Mantengo la calma, no debo demostrar nada, tengo que seguir fingiendo que no se que vienen tras de mí. Desvío el camino, no quiero que sepan que Roberto sigue en comunicación conmigo pues son capaz de joderlo para conseguir cosas de mí.
Metiéndome por una calle poca transitada, me pregunto si fue buena idea coger por aquí, pero no pienso detenerme, sigo conduciendo fingiendo normalidad. Me llevo una mano a la cadera, ando con una navaja, pero no se si sería suficiente para defenderme. Miro a los lados antes de cruzar y es entonces cuando se me atraviesa un coche negro delante. Esquivándolo con rapidez y evito estamparme contra el suelo. Levanto la vista y veo a un tipo bajarse del coche, sé que viene hacia mi.
Pero sigo conduciendo, se trata de ellos, y ya sin mantener ningún tipo de calma, arranco la moto a toda velocidad. Maldigo al ver como me siguen, sin encontrar ninguna solución a como librarme de ellos, solo me centro en conducir lo más rápido que pueda para que ellos no me cojan. Miro hacia atrás, solo me sigue uno, pero sé que habrán más coches al acecho, a Martín le gusta hacerlo todo a lo grande, le gusta hacer sentir el verdadero miedo a sus enemigos. Pero conmigo no funcionará.
Vocifero algunos insultos cuando se mete por delante de mi otro coche, esta vez no se trata de ellos, esquivo a un grupo de amigos que me insultan por correr tanto, y mierda ya me huelo la multa que me caerá por esto. Mierda. Mierda. Mierda. La maldita moto no le queda gasolina. Se detiene unos metros más adelante. Miro a mi alrededor, me bajo corriendo de ella y dejándola aún lado me escondo tras un edificio. Pocos segundos después escucho el freno de un coche. Y luego unas puertas cerrarse de un portazo, me asomo con cuidado y veo a cuatro hombres mirar a su alrededor buscándome. Saco mi navaja aun sabiendo que no me servirá de mucho.
Moviéndome con sigilo salgo de mi escondite en dirección contraria a ellos. Mirando a mi alrededor y con cuidado de que nadie se percate de mi ansiedad por salir de allí y de que llevo una navaja. Para mi suerte o para la mala, hay pocas personas. Caminando hacia el metro esperando que ellos no se aparezcan allí, es cuando siento un presión en mi espalda. Me han cogido.

Y así...el tiburón se enamoró del pecesito 2 TemporadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora