Capítulo 22

3K 152 3
                                    

Elizabeth esperó impaciente al anochecer y, llegado este, fue hacia los jardines como Jon le había pedido.
Estaba sola en la oscuridad de la noche, hasta que escuchó pasos a sus espaldas.
-Has venido. -Dijo esa voz masculina. Se dio media vuelta para enfrentarse a Jon.
-Claro que he venido. ¿Acaso creíste que no lo haría? - Dijo Elizabeth con una sonrisa.
-Nunca. - Dijo Jon con una sonrisa mientras sacaba un hermoso collar de diamantes y zafiros.
-Por todos los dioses. ¿Qué es eso? - Dijo Elizabeth asombrada por la joya.
-¿Te gusta? -Preguntó Jon.
-A nadie podría no gustarle, es bellísima.
-Es para ti. -Elizabeth miró a Jon asombrada. - Combina con tus ojos.
-Jon, tu sabes que no necesito estas cosas, solo quiero estar contigo. Es a ti a quien amo. -Dijo Elizabeth mirándolo.
-Lo sé, y yo te amo más que a nada en el mundo. ¿Sabes porqué? - Dijo mientras le colocaba el collar en el cuello.- Porque cuando te miro, todo lo que veo es un ángel. Desde el momento en que te vi, no ha pasado un día en el que no hayas estado en mi mente, como tus ojos brillan al sonreír, la forma en que tus labios se curvan cuando dices que me amas. - Jon se colocó frente a ella y la tomó de las manos. - Y te elijo a ti. De todas las formas posibles, en cualquier vida, por lo que dure la eternidad. Te encontraría y te elegiría a ti.-
Elizabeth tenía ya los ojos llenos de lágrimas, y cuando lo besó, su beso era salado, pero no importaba.
-¿Sabes qué mi corazón es tuyo, verdad? - Preguntó Elizabeth.
-Y el mío es tuyo, hasta que tome el último respiro en esta tierra. - Jon pasó una mano por la mejilla de Elizabeth limpiando sus lágrimas. - Nuestra boda será en dos semanas. ¿Estás de acuerdo con eso?
-Claro que lo estoy.
-Entonces, futura esposa mía, solo falta una cosa.
-¿Qué sería eso?- Preguntó Elizabeth confundida.
-Dar la noticia al consejo, y por supuesto, recibir la bendición de tu padre.

Viajaron a los dos días luego de haberle dado la noticia al consejo, la cual causo unos cuantos revuelos, pero finalmente fue aprobada. Llegaron a las Tierras del Oeste y, finalmente, a Sarsfield. Elizabeth advirtió a sus padres que iría con el rey y algunas de sus tropas, aunque no aviso cual era la razón.
-¡Hija mía! -Escuchó al bajar del carruaje el grito de su madre, a la cual corrió a abrazarla.
-¡Madre!- Gritó mientras le correspondía el abrazo. Sus ojos se dirigieron al hombre que se dirigía hacia ellas, algunas canas se asomaban en su rubio cabello, y ya varias arrugas, pero conservaba la misma mirada cálida que habría tenido desde la niñez de Elizabeth.
-Mi pequeña Effy, ya eres toda una mujer. -Dijo su padre con un tono algo melancólico, aunque no dejaba de sonar feliz.
-Padre, no sabes cuánto los he extrañado.
-No tanto como yo mi niña. -Dijo Lord Sarsfield.
Jon bajó de su caballo y se acercó hacia donde se encontraba Elizabeth con sus padres.
-Lord Sarsfield, Lady Sarsfield. - Saludó Jon cortésmente. Ambos hicieron una reverencia hacia él.
-Su alteza. -Dijo Lord Fredderick. -Espero poder satisfacer sus comodidades y las de sus tropas.
-Estoy muy seguro que así será. -Jon se encontraba parado frente a su padre, y se veía imponente, fuerte y poderoso. A Elizabeth le avergonzaba admitir que le resultaba excitante verlo así, en su postura de rey. Sus mejillas se acaloraron.
-Padre ¿Dónde se encuentran mis hermanos? -Preguntó intentando desviar su mente de aquellos pensamientos, que si su familia pudiera escucharlos, sería un completo escándalo. Nada de lo que imaginaba podría hacerlo en aquel lugar.
-Balthasar ha llevado a Sebastian de cacería, Angelique no quiso quedarse sola, así que se fue con ellos. Sabes como es esa niña, nunca quiere obedecer. -Dijo Lady Annabeth. -Pero por favor, vamos adentro, deben estar cansados y hambrientos por el viaje.
Entraron al castillo, no era nada comparado con la enormidad de la Fortaleza Roja, pero para Elizabeth, su hogar era el mejor lugar en el mundo. Llegó a su habitación, la que hacía meses no visitaba. Tenía el mismo aroma dulce de siempre, todo lucía igual. Se recostó sobre su cama y observó el techo de su habitación.
Luego de descansar un poco del viaje, se dirigió hacia el salón comedor dónde supuso estarían todos. Al llegar alguien la levantó por los aires abrazándola.
-¡Balthasar! -Gritó a su hermano.
-Hermana mía, no sabes cuánto te he extrañado. - Dijo su hermano mientras la bajaba al suelo y besaba su frente. Angelique y Sebastian corrieron a ella y ambos la abrazaron también.
-Yo también los he extrañado, a todos. - Dijo Elizabeth con una sonrisa.
-Has crecido tanto desde la última vez que te vi. -Dijo Balthasar. Elizabeth tenía las caderas más ensanchadas y los pechos crecidos por el embarazo, aunque conservaba aun su estrecha cintura y su abdomen todavía no delataba nada.
-Tú también has cambiado, eres todo un hombre ahora. - Su hermano, quien era un año mayor que ella, siempre había tenido cara de niño, según ella lo recordaba. Ahora su mandíbula era más definida, tenía algo de barba y rasgos duros y angulosos. Al igual que Elizabeth, todos en su familia eran de cabello rubio, aunque sus ojos eran marrones o en su defecto, verdes. Ella era la única que había salido con los ojos azules como dos zafiros.
-Padre nos esta esperando, debemos ir.- Dijo Angelique.
-Así que has venido con el rey. -Dijo Balthasar mientras caminaban hacia el salón.
-Así es, ha venido a hablar con padre.
-¿Sobre qué tema? -Preguntó él.
-No lo sé, será por el acecho de los Lannister supongo, quizás quiere algo a cambio. -Mintió Elizabeth.
-¿Porqué vendría a cobrarse eso a estas alturas? -Preguntó Balthasar, su hermano no era alguien fácil de engañar, sabía que sospechaba algo.
-No lo sé, son solo suposiciones, no le he preguntado. - Respondió Elizabeth.
Cortaron su charla para el alivio de Elizabeth al llegar al comedor.

Don't deserve you.  (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora