Capítulo 29

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-¡Hora de encamarlos! - Se escuchó el grito de Robb. Las mujeres se llevaron a Jon mientras él reía, Elizabeth se enfureció al ver como lo tocaban y lo intentaban desvestir, pero se cortó de inmediato al encontrarse rodeada de hombres, que la levantaron sobre ellos y la llevaron hacia la habitación mientras que algunos la intentaban desvestir.
Al llegar a la habitación cerraron la puerta tras ella, Jon ya se encontraba allí. Tenía su torso desnudo y estaba sentado al borde de la cama.
-Esta fue la última vez en la vida que permito que otro hombre ponga sus manos sobre ti. -Dijo Jon.
-Tú eres el que esta semidesnudo.- Dijo Elizabeth observándolo. -Las mujeres pueden ser peores que los hombres.
-Si te dejo un minuto más con ellos no dirás lo mismo. - Elizabeth hizo una mueca de disgusto. -Pero no hablaré de otros hombres o mujeres en nuestra noche de bodas.
-¿Ah no? -Dijo Elizabeth desatando los lazos de su corsé - ¿Y de qué quieres hablar? -Preguntó con una sonrisa al dejar caer su vestido al suelo, quedando desnuda frente a él. Jon la observó con sus ojos cargados de lujuria y sonrió.
-No quiero hablar. - Dijo y se levantó bruscamente de la cama para besarla.
La besaba dulcemente, pero a la vez desesperado. Elizabeth movió su mano hacia sus pantalones, y una vez los hubo desenlazado, tomó su erección y comenzó a mover su mano suavemente, haciendo que Jon lanzara gemidos graves. Lo tocaba haciendo que él la deseara aún más.
-No sabes lo mucho que te deseo en este momento. -Dijo Jon con la respiración agitada.
-Pensé que no querrías hablar. -Dijo Elizabeth con una sonrisa burlona. Jon la tomó por sus piernas y la levantó para colocarla sobre la cama, termino de quitarse sus pantalones y se subió sobre ella. Lanzó un gemido al sentir su erección en su entrepierna, y el hecho de que aún no estuviera dentro de ella la estaba volviendo loca. Jon se estaba vengando haciéndola desearlo tanto como ella le había hecho.
-Por favor Jon. -Rogó entre gemidos.
-¿Qué has dicho? No pude escucharte. -Dijo burlonamente.
-¡Por todos los dioses! Te necesito ahora. - No tuvo que decir más, Jon se adentró en ella. -Más. -Gimió y sus embestidas comenzaron a ser cada vez más rápidas.
Jon comenzó a besar su cuello y Elizabeth clavó sus uñas en su espalda, haciéndolo gemir.
-¡Ah, Jon! -Soltó un gritó de placer antes de sentirse totalmente extasiada. Luego de eso el terminó dentro de ella.
Se recostó a su lado, ambos sudados y con la respiración agitada.
-Valió la pena esperar. -Dijo Jon, Elizabeth asintió, ya sin fuerzas para nada más.
-Podríamos repetirlo algún día. -Dijo Elizabeth.
-Con todo gusto. -Sonrió Jon.
La luz del amanecer entraba por la ventana, Elizabeth despertó de la misma manera en que se había dormido. Con su cabeza en el pecho de Jon mientras él la abrazaba por la cintura. No quiso moverse, ese momento era lo más perfecto que había vivido en este ultimo tiempo. Estaba en paz, con el hombre que amaba y sin ningún tipo de miedo ni problema. Levantó su cabeza un instante y se colocó sobre sus codos para mirar a Jon, quien seguía dormido. Se veía tranquilo y relajado, y Elizabeth sonrió al pensar que no todo Poniente podría ver a su rey de la misma manera, ni con los mismos ojos con los que ella lo veía. Pero eso era obvio, ya que nadie lo amaba tanto como ella lo hacía. Acarició con sus dedos un par de cabellos de Jon, corriéndolos de su rostro.
-Buenos días. -Dijo él despertándose y con voz ronca.
-¿Cómo estás? - Preguntó aún acariciándole el cabello.
-Soy el hombre más feliz del mundo. - Dijo Jon y acercó más el cuerpo de Elizabeth al suyo, colocando una mano en su vientre.
-Nosotros también estamos felices.-Dijo Elizabeth sonriendo.
Estuvieron allí un tiempo hasta que las doncellas entraron a la habitación para verificar que se hubiera consumado el matrimonio, aunque cuando Jon les dijo que no sería necesaria su ayuda, se retiraron. Luego una de las doncellas volvió para decirle a Jon que el consejo requería su presencia.
-¿Acaso un hombre no puede pasar todo el día en la cama con su esposa después de su matrimonio?
-Un hombre común si, pero no el rey. -Dijo Elizabeth. -Además yo también debería levantarme, ya es casi mediodía.
-De acuerdo.- Dijo Jon en un suspiro.

Elizabeth había salido a dar un paseo por los jardines, adentrándose a ellos, pero en medio sintió un cansancio agotador  que la obligó a sentarse en un banco. Sus pechos estaban hinchados y su abdomen comenzaba a doler, y sentía un profundo deseo de comer ese increíble pastel de chocolate que había probado en la mañana.
-Alguien está hambriento.- Dijo mirando su estómago, colocando una mano en él.
-¿Elizabeth? -Escuchó la voz de Lord Tyrion. -¿Qué hace aquí sola?
-Quise caminar un poco, pero el cansancio y los dolores me están matando. Y también el hambre, muero por pastel de chocolate. -Dijo ella con una mueca.
-Es algo normal, su embarazo ya tiene casi un mes y medio, comenzará a sentir los síntomas, además de que pronto se notará.
-Comprendo, estoy muy impaciente, quiero que nazca. -Elizabeth colocó la mano en su estómago, apenas se sentía una mínima pronunciación, pero la llenaba de alegría.
-Todo a su tiempo, ya llegara el heredero al trono. - Dijo Tyrion con una sonrisa. Observó durante un largo tiempo al enano.
-Gracias. Por todo lo que ha hecho por mi, y por dejarme confiar en usted. -Dijo Elizabeth. -No se que habría hecho aquí sin su ayuda.
-No tienes porqué agradecerme. A una persona como tú complace ayudarla. -Dijo Tyrion con una sonrisa de lado. -Ahora, ¿Aún quieres pastel? -Preguntó provocándole una sonrisa a Elizabeth.
-Me encantaría.

Don't deserve you.  (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora