Capítulo 24

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Regresaron prácticamente al amanecer, aunque todos seguían dormidos. Se dirigieron rápidamente cada uno a sus habitaciones. Elizabeth al llegar a su cama se quedó profundamente dormida, aunque su sueño no duró mucho tiempo, ya que tuvo que despertar para el almuerzo, pues ese día, Jon y ella debían dar la noticia de su boda a sus padres.
Se colocó un vestido color blanco con hilo de oro bordado al rededor del escote, antebrazo y mangas. No lograba distinguir si lo que sentía era miedo o nervios, o probablemente ambos. Se recogió el cabello, solo para tardar más tiempo y atrasar lo inevitable. Su padre había rechazado a todos sus pretendientes anteriores, y aunque se lo agradecía a estas instancias, no dejaba de preocuparla. Jon era el rey, su padre no podría simplemente rechazar al rey, ¿O sí? Intentó calmarse un poco, se sentó al borde de su cama, no era el anuncio de su boda lo que la preocupaba. Era el hecho de que estaba embarazada. Hasta ahora, solo ella podía notar la pequeña diferencia que había en su vientre, ni siquiera Jon. Pero era cuestión de tiempo para que comenzara a notarse, muy poco tiempo. Respiró profundamente y se levantó. Debía ser fuerte como lo había sido hasta ahora, se dirigió hacia el comedor, fue la última en llegar, ya todos se encontraban sentados.
-Hija mía, por fin te levantas. ¿Te sientes bien? Has dormido mucho y pensé que te encontrarías enferma. -Saludó su madre.
-Sí madre, me encuentro perfectamente, solo estaba cansada.-Dijo Elizabeth.
-Me gusta tu cabello. - Dijo Balthasar, aunque fue algo extraño de su parte que lo halagase. -Tu nunca lo llevas de esa forma.
-Normalmente me gusta más cuando esta suelto, pero hoy quise cambiar un poco. - Dijo Elizabeth mientras ocupaba su lugar en la mesa.
-Luces hermosa como siempre mi Effy, desde el día en que naciste.- Dijo su padre con los ojos cargados de ternura.
-Elizabeth siempre luce hermosa. Ojalá yo luciera como ella. - Dijo Angelique.
-Oh no cariño, yo desearía lucir como tú. -Dijo Elizabeth
Habían terminado de comer cuando Elizabeth por fin escucho a Jon.
-Lord Fredderick. -Dijo Jon.- ¿Podría hablar unas palabras con usted en privado?
-Por supuesto que si. Por favor, sígame.- Fue lo único que Elizabeth escuchó antes de ver a ambos retirarse. Había llegado el momento que tanto esperaba, que temía. Sus nervios no le permitían estar tranquila, tenía miedo de que las cosas salieran mal. Tragó en seco y se dirigió al jardín, se distrajo un poco viendo como Balthasar le enseñaba a Sebastian a pelear correctamente con espadas.
-No, así no, tómala como te enseñé. No mires abajo, mírame a mí, siempre mira a tu oponente. -Lo reprochaba una y otra vez. Debatían con sus espadas afiladas, y de vez en cuando, Balthasar golpeaba a Sebastian con esta, y este gritaba de dolor.
-¿Duele sabes? Estas golpeándome fuerte. -Se quejó Sebastian.
-Quien sea con quien pelees, buscará matarte, o con suerte herirte gravemente, así que no llores y entrena.
-No estoy llorando. -Replicó Sebastian enojado.
-Yo quiero aprender a pelear con espadas también. -Dijo Angelique, mientras caminaba hacia ellos y se sentaba junto a Elizabeth.
-Tu eres una niña.-Dijo Sebastian burlón.
-¿Y eso que?-Preguntó Angelique.
-Las niñas cosen y bailan. Y esperan a casarse.
-¿Ah si? -Dijo Elizabeth a su hermano menor. -Eso me parece injusto. ¿Que tal si no quiero casarme?. -Preguntó bromeando.
-Eso seria un gran problema. -Escucho la voz de Jon, quien caminaba hacia su dirección. - Tu padre te llama. -Dijo este con una sonrisa en sus labios, los nervios de Elizabeth volvieron, mordió su labio inferior y caminó hacia el despacho de su padre, ignorando las miradas extrañadas de sus hermanos.
Tocó la puerta y escuchó la voz de su padre diciéndole que pasara. Estaba de espaldas a ella mirando la ventana.
-Recuerdo el día en que naciste a la perfección. - Le dijo. -Me encontraba de cacería, y un joven llegó agitado, diciendo que tu madre estaba dando a luz. Volví lo más rápido posible, mi pobre caballo nunca corrió tan velozmente. Recuerdo haber entrado a la habitación, muchas personas rodeaban la cama donde se encontraba tu madre, comencé a suponer lo peor, que habías muerto, o quizás ella. - Lord Fredderick se dio media vuelta y caminó hacia ella. Sus ojos estaban cristalinos. - Hasta que escuché un llanto, uno desconocido para mí. Y ahí estabas tú, en brazos de tu madre y envuelta en las sábanas. Al tenerte en mis brazos, sentí que el mundo estaba en paz. Y abriste los ojos, azules como dos zafiros. Nunca había visto algo tan hermoso en mi vida, jamás pensé en encontrar mujer más hermosa que tu madre, hasta que naciste tú. -Elizabeth había estallado en llanto.
-¿Porqué me cuentas esto padre? -Preguntó
-El rey me ha pedido tu mano en matrimonio. Me ha dicho que te ama, y que cuidará de ti por siempre. Por supuesto jamás tendrás problemas económicos o sociales, serás la reina. -Hizo una breve pausa antes de continuar. -Mi Effy, hija mía, tú eres mi tesoro más preciado en este mundo. Sabes que jamás te entregaría a un hombre que no te mereciera, o que tu no quisieras. -Elizabeth asintió. - Así que tú dime, ¿Qué es lo que deseas?
-Yo lo amo padre, lo amo como nunca creí posible amar a alguien. - Dijo Elizabeth. -Estoy segura de lo que quiero, y es a él. No me interesa quien sea, no lo amo por ser el rey, lo amo por ser Jon.
Lord Fredderick lloraba de la emoción, al igual que Elizabeth.
-Realmente lo amas, ¿Cierto?
-Sí, y mucho. -Contestó Elizabeth, su padre sonrió.
-Entonces está todo dicho. Sabes que no te entregaría jamás, a nadie más que no te mereciera. -Dijo su padre.
-Lo sé. - Dijo con una sonrisa mientras su padre la abrazaba.

Salió nuevamente al jardín, donde Jon y Balthasar se encontraban peleando con espadas. Ambos frenaron en seco cuando la vieron, con los ojos hinchados y rojos de tanto llorar. Vio la cara de Jon, quien la miraba extrañado y algo asustado, ya que no sabia que sus lágrimas eran de emoción, y no de tristeza. Elizabeth le sonrió ampliamente, corrió hacia él y saltó a sus brazos. Jon la abrazó en el aire y dio un giro.
-¿Eso significa que aceptó?- Preguntó Jon con una sonrisa.
-Así es. -Contestó Elizabeth.
-¿Porqué lloras?
-Son lágrimas de felicidad. - Dijo y luego beso rápidamente sus labios.
-¿Qué está sucediendo? -Escuchó preguntar a su hermano mayor.
Él aún no lo sabia. Nadie aún lo sabia, además de su padre. Sus hermanos mas pequeños también la miraban extrañados.
-Nos casaremos. - Respondió Jon.
-¿Es eso cierto?- Preguntó nuevamente, esta vez mirando a Elizabeth.
-Así es. Ya es oficial. - Dijo Elizabeth mientras se secaba una lagrima que saltaba de su ojo.
-¡Serás una princesa! Usaras coronas y los caballeros te rescatarán de las torres. ¡Como Jonquil y Florian!-Gritó Angelique emocionada, moviendo su vestido hacia ambos lados.
-No hermanita, nuestra hermana será la reina.- Dijo Balthasar.
-Y tendrá un gran problema cualquier caballero que intente tocarla. - Dijo Jon enmarcando una ceja. Elizabeth solo reía, no podía creer que todo esto era real. En ese momento, su madre corrió hacia Elizabeth y la abrazó inesperadamente.
-Mi niña, mi hermosa Elizabeth. -Dijo su madre poniendo sus manos a ambos lados de su cara. -te casarás. Serás reina. Es todo tan rápido, no quiero despedirme de ti aún. - Lady Annabeth lloraba, no sabía si de tristeza o de emoción, pero lloraba.
-Estaré bien madre. -Dijo Elizabeth con una sonrisa.
-Sé que sí, tú siempre estas bien. -Hizo una pausa y miro a Jon, no como a su rey, sino como al futuro esposo de su hija. -Prométeme que cuidaras de ella.
-Con mi vida, mi Lady. Amo a su hija más que a nada. - Respondió este.
Estaba decidido. Ya era algo oficial. Finalmente iban a casarse.

Don't deserve you.  (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora