Capítulo 11

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Los días siguientes fueron peores, Elizabeth evitaba a Jon de todas las formas posibles y él parecía haberse rendido en tratar de cruzársela de alguna manera.

Rosemary se pasaba los días con Robb, últimamente estaban muy juntos. Estaba feliz por ellos, pero estaba más sola que nunca. Extrañaba su casa, extrañaba su familia, pero por sobre todo, extrañaba a Jon. Estaba al borde del abismo, no quería estar allí, pero tampoco quería volver a su casa. ¿Porqué no quería volver a su casa? Se sentía vacía y culpable, pero no entendía por qué.

—Lady Elizabeth. —Volteó a mirar.

—Lord Tyrion, buenas tardes.

—¿Cómo se encuentra?

—Bien, estoy bien. —Elizabeth sonrió falsamente.

—Discúlpeme señorita, pero no parece encontrarse del todo bien.— Elizabeth se miró las manos. —¿Puedo ayudarla en algo?

—Es complicado.

—Me gustan los retos.— Ella sonrió.

—Últimamente no me he sentido bien, como si en ningún sitio me pudiera sentir a gusto.— El enano le inspiraba confianza.

—A veces eso no depende de dónde estamos, sino de las personas quienes nos rodean. ¿Extraña su casa? ¿Es eso?

—No precisamente. Es decir, claro que los extraño, pero allí tampoco estaría a gusto.

—Suena a que te has enamorado.

—¿Qué?—Preguntó Elizabeth.

—Claro, no preguntaré de quién, pero me suena a que te has enamorado de alguien aquí y que esa es la persona que te falta para sentirte a gusto. — Lord Tyrion hizo una pequeña sonrisa de complicidad, como si supiera de quién estaban hablando. — Así que, Lady Elizabeth, si estás enamorada, confiésale tu amor a esa persona. Te liberarás de ese pesar que sientes en el pecho.

—Gracias, Lord Tyrion.

—No hay porqué, su secreto esta a salvo conmigo. —En ese momento el enano se retiró.

Esperó hasta el anochecer, después de la cena a que Jon estuviese en su habitación para ir a hablar con él. 

—Jon. —Dijo al entrar en la habitación, él se encontraba de espaldas a ella observando por la ventana. —Quiero hablar contigo, es importante.

—Decidiste dejar de evitarme. —Dijo él cortante. —Mira, si lo que me dirás es que te irás mañana o cualquier otro día, no me interesa.

—No es eso.

—Tampoco quiero saber si estás comprometida con Joffrey Baratheon, o con quien sea.

—Jon, ¿De qué hablas?

—Y si vienes a decirme que soy un maldito hijo de puta puedes irte—Elizabeth lo interrumpió

—¡Jon ya cállate! —Él la observó fijamente. —Tú me has pedido que te diga lo que siento, ¿Verdad? —Jon asintió. —Por dónde comienzo. Eres una persona terrible Jon. Haz cometido todos los errores, me has manipulado, amenazado a costa de mí familia, obligado a acostarme contigo. Eres egoísta e irritable.

Elizabeth camino hacia él, encontrándose frente a frente.

—Y lo peor de todo, es que logras que cuando te vea, mi pecho apenas pueda contener a mi corazón, cómo si no me perteneciera a mi, te pertenece a ti. Y si tu lo quisieras, no querría nada a cambio, ni corona, ni riquezas, ni castillos. Solo tú corazón, a cambio del mío. Lo que trato de decir, es que te amo Jon. Te amo.

Él colocó ambas manos en su rostro y la besó.

La besó hasta que tuvo la necesidad de aire lo obligo a dejar de hacerlo. Quitó su vestido y Elizabeth comenzó a quitarle su ropa. Jon la tomó por las piernas, levantándola y acostándola sobre la cama. Se amaron como nunca antes lo habían echo, el sentimiento era eufórico, insaciable, sumamente placentero y necesitaban que no acabara jamás.

Acariciar su piel, besar sus labios, sentir su cuerpo cerca de ella. No podía sentir o pensar en otra cosa. Lo hicieron hasta que sus cuerpos cayeron rendidos por el cansancio y la deshidratación, y se durmieron como dos amantes, abrazados, ella en su pecho, sintiendo el latir de su corazón.

Don't deserve you.  (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora