Castigo

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Cuarenta:

Los globos estaban listos para elevarse en el cielo, mis ojos estaban puestos en ellos, pero mi mente estaba en otro lado.

La cabeza rubia fue lo segundo en tocar el suelo, dos flechas atravesaron su estómago y pierna.

Sentí una mano tomar la mía, no necesitaba mirar para saber de quien se trataba, era mamá.

Miré a Sabana quien lloraba desconsoladamente, el incubo llamado Derek la llamaba pero esta solo lloraba, la tierra tembló, un rayo cayó en la cúpula del kiosco, en el centro de la batallaba había una figura rodeada de ondas eléctricas, Azael iba destruyendo a quien se le interpusiera en su camino.

-Estos globos simbolizan las almas que hemos perdido, pero que nunca perderemos en nuestros corazones Tania Jerson, Lindsey Jefferson, James Jiménez...-comenzó a decir mi padre.

Una cabellera castaña se acercó al atacante de la rubia, la chica degolló sin piedad la cabeza del asesino. Cuando el cuerpo del enemigo cayó al suelo, la joven mujer también lo imitó y puso las manos sobre el cuerpo inerte, pero al notar que no había respuesta comenzó a llorar, la tierra empezó a vibrar.

-Hoy es un nuevo día, en donde debemos de agradecer por... estar con vida.-papá tomo una larga respiración.-Por eso...

El grito de dolor que lanzó la chica retumbó por toda la ciudad, la batalla comenzaba a llegar a su fin, me puse en pie con una gran opresión en el pecho. No era real.

-...como la familia que somos, ha sido una gran y dolorosa... perdida... pero, eso no significa que nos rendiremos.

Azael al llegar al altar cayó de rodillas junto al cuerpo de su amada, el arconte la tomó entre sus brazos y comenzó a derramar lágrimas sin cesar.

Limpié mi mejilla con el ante brazo y tomé una gran bocanada de aire.

El ataque había terminado, la chica de cabellos rubios de quince años lloraba abrazada al cuerpo de su amigo el incubo. Mi madre tenía a Lia en brazos y mi padre a Daniel quien tampoco había dejado de llorar.

Un vigilante intentó separar al arconte del cuerpo sin vida de Sophie, pero con un movimiento de cabeza logro tirar al vigilante entre los escombros.

-... Nunca serán olvidados, sus nombres siempre serán parte de nosotros...

Megan pasó junto a mi lado sin detenerse, el arconte supremo tocó el hombro del rubio pero este negó.-No quiero.-fue lo único que dijo él. Sarcai apareció junto a Megan, ambos traían sus trajes un poco maltratados y sucios, al igual que sus rostros.

-Tú puedes.-respondió Megan.

Sorbí mi nariz y volví a prestar atención en las palabras de mi padre.-...Vamos hacer justicia.-el pueblo rompió en aplausos, pero yo solo quería encerrarme en mi habitación, cuando papá terminó el discurso el primer globo fue soltado, este era distinto a todos, era negro con ornamentos en dorado y blanco. Era el de Sophie.

-¡Atrapen al incubo!-gritó una voz a lo lejos, varios vigilantes sujetaron con fuerza al incubo por orden de Nicolás. Mientras los vigilantes lo halaban la chica que hace unos momentos el oscuro rodeaba con sus brazos ahora estaba tendida en el suelo de rodillas con sus palmas sobre el asfalto, su cabello rubio caía a cada lado de su rostro dejándome ver parte de su nariz y lágrimas.

Los demás globos fueron soltados siguiendo al de Sophie.

Valent ayudó a levantar a Sabana, quien se aferró a su cintura entre sollozos, la vigilante esparció un polvo sobre su cara y gesticulo algo, a los tres segundos la chica de quince años se dejó caer pero la vigilante la sujeto con fuerza.

Me retiré en cuanto se elevaron todos los globos, necesitaba ver a Phoe. Pero al llegar a su casa nadie me abrió, me dejé caer en la entrada de la puerta y recosté mi cabeza en esta mientras observaba las nubes.

-Sabes, es la primera vez que te veo así.-dijo alguien, bajé la mirada e hice un intento de sonrisa al ver a Maxi.-Luces acabado tío.

-No puedo creerlo.

Maxi pateo una piedrecilla y suspiró.- ¿Quieres hablar sobre ello?-preguntó con duda pero no respondí.-Vamos tío, tienes que liberarte, anda, caminar te hará bien.

Maxi me extendió su mano y la tomé, los primeros minutos me quedé callado hasta que él carraspeó e hizo la primera pregunta.

-Nunca te preguntando esto, porque creía conocerte, pero ahora que lo pienso... no te conozco, ¿quién eres Tomas?

Una débil sonrisa se formó en mis labios, esa era la pregunta que yo mismo me hacía diariamente.-Tomas Johnson, o eso creo, soy descendiente de una musa, viví hasta mis ocho años en Costa Rica, luego comenzó la guerra y...

-No, no.-dijo él negando.-No quiero saber eso, quiero saber quién carajos eres tú.

-Tomas Johnson.-volví a responder.

-Te equivocas, no te estoy preguntando por tu historial de vida, sino por tu persona, quiero que por primera vez me digas quien es Tomas Johnson.

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