Treinta y cuatro:
Solo dos semanas habían pasado y hasta ahora, había sido un dolor justificar nuestra ausencia, claro que por dicha existen los intercambios extranjeros y algo llamado persuasión, había logrado que IE* (Intercambio Estudiantil ) justificara nuestra ausencia. Pero ahora ponernos al día era un gran reto, Maxi no hablaba mucho, salía de clases e inmediatamente se encerraba en la habitación, dejándome puerta afuera, se suponía que era yo el enojado pero al parecer él también lo estaba, conmigo.
-Vamos tío, abre la puerta.
Nadie respondió, maldije y me di la vuelta, de modo en el que la espalda chocara con esta. Voltee los ojos al escuchar a dos chicas susurrar a unos metros de mí, cuatro días en los que el tema de conversación principal éramos los dos. Me había reído de los rumores en algunas ocasiones, "Se dice que Tomas Johnson y Maxi Rodríguez escaparon para que no los juzgaran por ser gay" "Dicen que los raptaron los extraterrestres" "Son narcos".
Sin duda, el mejor de todos era el de los gay.
Los murmullos se callaron al escuchar unas pisadas, alcé la vista y fruncí el ceño rápidamente al ver de quien se trataba, Sophie.
-¿Qué haces aquí?
-Vengo por ti.-dijo con seriedad.
Me puse en pie y negué pero ella habló de nuevo.
-No es el mejor momento para que hables, Tomas tenemos una emergencia.
-¿Qué clase de emergencia?-pregunté intrigado.
La rubia llevo su mano a su cabello con nerviosismo.-Tom, solo ven... por favor.-pidió rendida Sophie, asentí.
Me giré hacia la puerta y tome el pomo, con cuidado de no hacer mucho ruido abrí la puerta rompiendo el pomo, Maxi estaba acostado en la cama leyendo un libro con los audífonos puesto, me acerqué a él, sin que él se percatara de mi presencia y le arrebaté el libro, inmediatamente el mortal se incorporó y me miró furioso.-¡¿Pero qué mierda?!-gritó enojado.
-Vas conmigo o te quedas.
-¿Lagos?-dijo cambiando su tono de voz a uno más calmado y asentí, el mortal accediólentamente y se puso en pie.
-Tenemos que irnos ya.-exigió.
Sin entender que se trababa, ambos la seguimos afuera de las instalaciones,algunos estudiantes se nos quedaban viendo más tiempo de lo normal, nos detuvimos cuando llegamos a las afueras del Campus, Sophie se volteóextendiendo sus manos, sin perder el tiempo Maxi y yo la sujetamos cerrando losojos casi al instante.
Pero mi desconcierto llegó más, al notar que en el lugar en el que estábamos,el hospital de Lagos, sentí algo amargo en la boca y me giré en dirección deSophie.
-¿Mamá está bien?-pregunté con preocupación.
-Ella está en perfectas condiciones, pero Tomas, ahora más que nunca debes deser muy fuerte, y no solo físicamente sino mental, solo ve... a la 142. Necesitasver Anthea...La sensación de estar soñando fue lo primero que me invadió, cada paso que daba se sentía como estar volando. Me sentía liviano, vacío. Escuche un llanto a lo lejos, muy a lo lejos. Las paredes de tonalidad blanca y celeste claro se veían sombrías, había un hombre sentando en una silla que estaba junto a una puerta, el hombre lloraba emitiendo pequeños sollozos. Abrí la puerta que separaba el pasillo de la habitación, di un paso a dentro y sentí como todo a mí alrededor comenzaba a derrumbarse, el dolor era tan potente que no lo sentía. ¿Era eso posible? Era posible que la chica que estaba postrad a frente a mí en una camilla no respirase, ni agudizando mi sentido auditivo podía escuchar su palpitar. Su piel estaba pálida, muy pálida. Inclusive creo que yo mismo palidecí.
Me acerqué lentamente a la camilla, con los pies pesando a cada paso que daba. Me pareció que duré demasiado tiempo llegar a la camilla, o solo era mi mente jugándome una mala pasada, pero la mala pasada se sentía real. Su cabello se veía totalmente oscuro, no tenía ese brillo tan habitual. Pase mis dedos por su rostro, estaba frío. Al igual que esa habitación, lo peor de todo es que no podía llorar. Esto no era real.-Anthea.-le llame, podía solo estar durmiendo. Tenía que estar durmiendo.-Despierta.
Pero no abrió los ojos y eso me asustó.
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Ascendance
Bilim KurguTomas Johnson vive una vida normal, sin nada de seres mitológicos, dioses y vigilantes. Alejado de su familia y viviendo la etapa universitaria de cualquier chico con veintitrés años hasta que una noche en uno de los antros españoles conoce a una ch...