Cuarenta y dos:
Entramos al edificio principal, escuchando los insultos que gritaba la multitud, Phoe fue la última en entrar y cerrar la gran puerta con la ayuda de Nicolás.
-...Es lo más estúpido y arriesgado que has hecho en tu vida Sabana.-gritó de repente enfurecido Azael.- ¡Arriesgaste tu vida por un incubo!-el incubo se contrajo un poco pero lo sujeté con más fuerza, una mano se posó en el hombro del arconte, Phoebe lo tomó del brazo y lo obligó a retroceder.
-Azael no estás pensando con la mente despejada.-dijo calmadamente la musa dándome la espalda.
-No me importa Phoebe.-Bramó el arconte.
Caminé empujando al incubo hacia una silla, no se rehusó a la hora de sentarse y permaneció callado mientras sacaba la ballesta. Noté que Sabana tenía sus ojos puestos en el suelo, mamá y papá observaban la escena desde la puerta y Nicolás permanecía junto a ellos en silencio.
-Yo solo...-comenzó a decir la chica de cabello rubio.
-No quiero escucharte.
Le interrumpió su padre, una lágrima rodó por la mejilla de ella, apreté con fuerza la ballesta y me obligué a mantenerme callado.
-Hey, Azael no le hables así.-mamá dio un paso hacia adelante y lo miró severamente.-Es solo una niña.
-¡No soy una niña!-gritó la mortal, pasó lentamente sus dos manos por su cabello y nos miró.-Por todos los Dioses, ya no soy una niña, sé que está mal, sé que la ciudad entera se va venir encima de nosotros por culpa mía... yo solo... me enamoré.
Nadie habló, solo había silencio. La mirada de Sabana estaba puesta en el incubo quien solo negaba lentamente.
-¡Pero qué mierda lehiciste a mi hija!-gritó Azael y de la mano del arconte apareció una espada lista para ser atacar, el incubo intentó ponerse en pie pero rapidamente apreté su hombro obligándolo a mantenerse sentado.-Dejame.-susurró muy bajo.
Lo ignoré y miré al arconte-¡Tío baja eso!-grité.
-¡Se trata de mi hija!
-No vas a matar al pendejo que ella ama.-respondí dando un paso hacia adelante con la ballesta apuntándole.
-Quiero que los dos bajen sus armas.-la voz de Phoe sonó amenazadora.-Tú, baja es espada ya. Y tú.-dijo señalándome.-la ballesta.
-Voy a matarlo.-gruñó Azael mientras bajaba su espada.
Bajé con calma la ballesta y respiré profundamente, definitivamente este era un caso de padre celoso.
-Nadie va matar a nadie, vamos a resolver esto como la familia que somos.-comenzó papá.-No entiendo nada de lo que está pasando.
-Influencio a Sabana, eso es lo que está pasando.-le acusó Azael. -¡Lo sabía! Ese extraño olor no era mi imaginación.
¿Olor? Miré al incubo, quien ahora tenía su ceño fruncido pero lentamente desapareció.
-Tú te vas a calmar.-advirtió papá señalándolo.-ahora solo déjala hablar, anda linda, ilustra a este pobre viejo.
-¿Cómo carajos quieres que me calme?-volvió a gritar. Miré a Sabana quien estaba comenzando a temblar, reprimí el impulso de abrazar a la pobre chica. Azael Johnson estaba rojo de furia, de sus ojos podrían salir rayos laser.- ¡Ese pedazo de mierda fue el culpable de todo esto! ¡Si vuelve a tocar a mi hija juro por todo el poder que tengo que lo voy a matar de la manera más dolorosa que existe!
-¡Suficiente!-gritó la chica, noté como su piel comenzó a palidecer pero ella continuó hablando.- ¿Tú quién eres?-preguntó dirigiéndose hacia el arconte, las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos sin control, pero eso no la detuvo a seguir hablando.-Quizás este sea tu momento de rabia, pero cada palabra que dices me está dañando de una manera muy grande, solo haces que el vacío de mamá sea más notorio.
-Tom, lleva al incubo a un lugar donde ni yo ni mucho menos Azael lo encuentre.-mamá se acercó con calma hacia Sabana.-Tú.-dijo señalando a Azael.-Tomate una semana, yo me haré cargo de tus hijos.
-Por supuesto que...
-Azael.-advirtió Phoebe.-Solo hazle caso.
Sin decir una palabra más Azael desapareció del edificio principal sin dejar rastro. Mamá abrazó a Sabana y acarició su cabello durante un segundos.-Tranquila cariño, tu padre no está pensando lo que dice. Sabes que te ama, como nosotros a ti.
La chica le respondió al abrazó y cerró los ojos por unos minutos.
-¿Podrían darnos unos minutos?-pregunto separándose de mamá, ella le dio una mirada a Phoe quien se encogió de hombros. Nicolás asintió y yo simplemente le di una mirada al incubo, quien asintió entendiendo el mensaje. El cual era "La tocas, te matamos".
Salimos del edificio principal, más mi sorpresa fue notar que no había ni un alma frente a este, la plazoleta estaba totalmente despejada, sentada en un banco estaba Valent junto a Sarcai. La rubia al vernos bajar las escaleras se acercó con una pequeña mirada de preocupación.
-¿Sabana?-preguntó inmediatamente.
-Está bien, pidió un momento a solas con el incubo.
Ella asintió y se abrazó a sí misma, Sarcai se acercó hacia nosotros y suspiró.-Azael no se lo tomó bien, ¿verdad?
-No.-respondió Nicolás.-Nunca en mi vida lo había visto así.
-Está dolido, acaba de perder a su mujer... a manos de un incubo. No va querer ver a su hija con el incubo que ideo todo esto.-dedujo el arconte de cabello rojizo.
-Parecía poseído.-respondí.
-¿Qué ha pasado con él? No creo que lo hayan dejado ahí con Sabana y el informante.-volvió a preguntar Valent.
-Claro que no.-le respondió papá.-Fiore la he dicho que se dé un tiempo, necesita despejarse, llorar la muerte... de ella.-dijo con dificultad. Lo cierto era que el dolor aún no se iba, comprendía a Azael, lo entendía perfectamente. El amor de su vida murió en sus brazos.
-Iré a buscarlo, no sabemos que pueda hacer, le avisaré a los demás. Un arconte dolido es capaz de todo.-Sarcai desapareció del lugar no sin antes despedirse de Valent.
-¿Qué pasará ahora?-pregunté en voz baja.
-Esperar Tom, esperar.-me contestó mamá en el mismo tonó triste.-Iré por Daniel, Sop... ella tenía una casa oculta por si algo llegaba a suceder, un bunker por así decirlo, lo mejor será llevar a los niños a ese lugar. Un pueblo dolido puede tomar la justicia por sus manos.
-Ve con Joe, Nicolás y yo llevaremos a Sabana a su casa. Tom, ¿podrías ir a recoger a Lia? Está en casa de Michael, Maxi ha sido mi niñera.
Asentí.-Bien, nos veremos todos en menos de una hora en casa, tenemos que hablar. Valent, intenta localizar a Megan.
La rubia asintió ante la orden de papá y eso fue todo, cada quien por su lado. Misteriosamente las calles estaban vacías, algo que no era normal en Lagos. A excepción de los vigilantes que hacían guardia, todo estaba en silencio. Un silencio aterrador. Crucé la entrada principal de la casa de Michael, llegué a la puerta y toqué tres veces, escuché unos pasos y luego la puerta se abrió, Michael tenía un pequeño hematoma en su mejilla izquierda, el vigilante se hizo a un lado con la mirada puesta sobre el suelo.
-Está en la sala.-dijo antes de que pudiera preguntar algo. Asentí lentamente y caminé detrás de él, Maxi estaba sentado frente a Hayley, quien tenía una expresión seria. La mano de Maxi estaba vendada, ahora lo entendía todo. El ambiente estaba cargado de tensión.
-Lia está arriba, con Laurent.-habló el mortal. Alcé las cejas sorprendido.
-¿Qué está pasando?-pregunté con cautela, Michael suspiró y se recostó en una pared.
-Hombres.-respondió con clara molestia Hayley.-Ahora que tú has llegado podré irme.
-Huye.-susurró Maxi, pero todos lo escuchamos. El mortal llevó su mano libre a su frente.
-No estoy huyendo.-contestó la súcuba con los dientes apretados, su mandíbula se remarcaba.
-Tiempo fuera, ¿alguien podría explicarme que está pasando?
-Hayley no quiere decidir, eso es todo.-respondió Michael, con un sorprendente tono pacifista.-El mortal y yo estamos cansados de esperar y creemos que es hora de que se decida por uno de los dos.
-Bien... eso, yo creo que iré por Lia, espero que estés listo Maxi. Los veo luego.-salí rápidamente del lugar, no quería presenciar un triángulo amoroso en progreso. Subí las escaleras hasta llegar a la segunda planta, Lia estaba dormida, siendo observada por Laurent, quien estaba sentada junto a la ventana con un libro en sus manos.
-Hola.-la saludé en un voz baja, ella asintió levemente y caminé hacia Lia, quien se aferraba con fuerza a su almohada, la miré por unos segundos, era como tener a Phoebe en frente, en su mini versión morena.
-Me recuerda a Emily.-parpadeé varias veces, saliendo de mis pensamientos y miré a la dueña de la voz.-Todos los niños tienen algo parecido, su inocencia.
-Yo...
-Está bien Tomas, no fue tu culpa lo intentaste, lo sé.
-No sabe cómo desearía que ella y Leila estuvieran aquí.-comenté en voz baja.-Pensé que podía salvarlas.
La mujer me dio una pequeña sonrisa y cerró su libro.-Ella sabrá salvarse.
Fruncí el ceño.- ¿De qué habla?
-No todo está perdido.
Iba a preguntarle algo más, pero la pequeña niña bostezo mientras se reincorporaba en la gran cama.- ¿Tío?
-Dulce Lia.-la niña estiró sus brazos y sonrió.
-¿Dónde está mami?
-En tu casa, ven. Debemos irnos.-la pequeña niña morena se puso en pie sobre la cama y extendió sus brazos. Rodé los ojos y la alcé.-Hablaremos después.-Laurent asintió y volvió su vista hacia el libro que tenía en sus manos.

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Ascendance
Science FictionTomas Johnson vive una vida normal, sin nada de seres mitológicos, dioses y vigilantes. Alejado de su familia y viviendo la etapa universitaria de cualquier chico con veintitrés años hasta que una noche en uno de los antros españoles conoce a una ch...