Treinta y dos:
Despertar, comer, entrenar, estudiar historia, comer, dormir, despertar, comer, entrenar, estudiar historia, comer, dormir.
Esa es mi rutina, de todos los días.
"Majestad, alteza, reina" He intentado acostumbrarme a eso, mi fe de volver al presente futuro se comenzó a esfumar. Leila por otro lado seguía pensando que algún día aparecería Tomas, empuñando una espada listo para sacarnos de aquí, entendí que eso no va pasar. Si alguien puede sacarnos de aquí, soy yo.
El choque entra las dos espada resonó en mi cabeza, antes de parpadear lancé el cuchillo contra mi otro oponente quien logró esquivarlo a tiempo, miré rápidamente a Niké quien me miraba asombrada mientras que Leila intentaba tomar aire, se notaba su cansancio, ocho horas de entrenamiento, ocho horas de estar bajo el sol desde el amanecer, ocho horas en las cuales he mejorado segundo a segundo. Unos meses atrás no sabía cómo tomar una espada, hoy puedo hacer una burbuja de tiempo contra mis contrincantes, todos mis sentidos están alerta esperando el próximo movimiento, pero al parecer las dos están cansadas, aunque claro está que ya no caigo con eso de bajar la guardia.
Mis ojos captaron un pequeño copo de nieve a solo unos centímetros de mi nariz, con un movimiento rápido la espada logró cortar el copo.-Creo que su majestad ya está lista.-bajé la espada y miré a Niké, pese a cuanto le pidiera que dejará de llamarme así, ella seguía llamándome majestad.
-Uno nunca está listo Nike, levanta esa espada.
-Por hoy creo que ha sido suficiente, Emily.-mi miradase centró en Leila, su pecho bajaba y subía constantemente. Realmente estaban cansadas. Baje la espada y asentí lentamente.
-¿Hay algo que se le ofrezca?-preguntó la chica de cabellos rizados de color rojizos.-No, puedes retirarte.-sin decir una palabra más la niña de aspecto angelical desapareció de mi vista.
-Tengo algo que decirte.-comentó con calma Leila, quien dejaba su espada encésped y se sentaba en el en posición india. La imite, normalmente siempre quehablábamos no se decía esa oración para iniciar la conversación, salíanaturalmente.
-Dime.-dije con curiosidad.
-Hace un tiempo... tú me preguntaste sobre mi familia y mi historia...-miré el césped que era movido por el viento, asentí y regrese mi atención a surostro.-Mi madre, como ya sabes es una vigilante. Una de las primeras de hecho,tenía una hermana mayor, Casandra. Cuando Apolo regresó... Phoe formó unejército, el Legado de la Musa, mi hermana formó parte de ese ejército. Ella murió a la corta edad de veinte y tres años, mi madre murió también murió en esa año. Quedé sola, totalmente sola. Apolo ganó la primera batalla y sumió el mundo en oscuridad, cuando eso sucedió unos cuantos vigilantes se reunieron,era lo que quedaba del Legado. Valent Hills, ella me envió hacia Alaska. Fuia cogida por un hombre que veía el futuro, Walter se hacía llamar, hijo del oráculo.-Leila tomo una pausa y miró el cielo con una sonrisa melancólica.-Él se convirtió en mi instructor, me enseñó sobre la línea del tiempo, nunca entendí porque me enseñaba todo eso pero... ahora lo veo.-sus ojos se posaron enlos míos.-Walter dijo que el futuro es incierto, ya que hay dos futuros elincierto y el cierto. Nunca entendí porque lo había hecho ya que como él mismohabía dicho "Los secretos del tiempo deben permanecer secretos" pero... ahora lo entiendo, tú. Él vio esto, él te vio venir.
-¿Cómo lo sabes?-pregunté un poco confundida.-Porque una vez dijo "La espadas chocarán, sus ojos brillaran, entonces la chica lista estará", y ahora todo cobra sentido. Y este es mi futuro, estar atu lado, protegerte, alentarte, darte esperanza, porque hoy... has cambiado Emily, ya no eres la chica pelirroja que temía por su vida. Hoy eres toda unaDiosa.
El sentimiento de orgullo llegó a mí como bala, invadiendo mí pecho a la velocidad de la luz. Sentí como mis ojos comenzaban a picar, Leila era más que una vigilante para mí, era mi familia y yo la suya, porque al final de todo. Éramos nosotras dos contra todos.

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Ascendance
Science FictionTomas Johnson vive una vida normal, sin nada de seres mitológicos, dioses y vigilantes. Alejado de su familia y viviendo la etapa universitaria de cualquier chico con veintitrés años hasta que una noche en uno de los antros españoles conoce a una ch...