Veinticuatro:
El canto de las gaviotas es agradable, el olor a agua sal también lo es, quien diría que este lugar no es tan desagradable. Leila y yo esperamos a Andrea quien habla animadamente con el capitán del barco.
Extiendo mi sentido auditivo y observo fijamente los labios del hombre.
-Diez dracmas.-Propone él.
-Cinco, es mi última oferta.-regatea ella.
-Ocho.-dice él con irritación.
-Hecho.
Andrea saca de su bolsillo una pequeña bolsa blanca, la chica abre la bolsa y saca unas monedas. El hombre las toma y ella se voltea hacia nosotras.
Leila me hace una seña y la sigo sin decir una palabra. El capitán es el primero en abordar el navío seguido de Andrea, Leila y yo.
Debería estar asustada pero estoy emocionada, es como estar viviendo dentro de los libros de aventura que leía cuando era niña.
El viento sopla mi cabello y hace que los mechones rebeldes de la trenza golpeen mi cara con suavidad. Camino con cuidado de no pisar algo, el olor a madera combinada con agua salada inunda mi nariz.
-Esto es impresionante.-susurro para mí misma. Pero sé que Leila y Andrea lo han escuchado.
Tal vez estar en el pasado no sea tan malo, los marineros se nos quedan viendo por un par de segundos hasta que el capitán da la orden de que vuelvan a lo suyo.
Si no mal entiendo es un barco exportador. Lo noto por las grandes cantidades de granos que hay en sacos. También hay varias personas que por su vestimenta no son marineros, sino pasajeros. Al igual que nosotras tres.
-Serán cuatro días en alta mar hasta llegar Atenas.-dice girándose el capitán.-Nadie tiene lugar fijo, la comida se compra y el barco zarpa ahora. ¡Leven anclas!
Los hombres en la cubierta comienzan correr por todo el barco desatando sogas.
Increíble, debería sentirme mal pero al contrario... esto es muy emocionante. Mi propia aventura.
Leila me sujeta del brazo y me volteo a verla.
-¿Qué?
-Usa tu audición.-asiento sin comprender y ella camina hasta una baranda cerca de unos barriles. La imito haciendo lo contrario y observo las olas que chocan contra el casco del barco.-¿Emily?-pregunta Andrea.
-Escucho.
-Excelente.-responde ella.-Me han sido de gran ayuda y creo que podrían seguir ayudando. Los hijos de los dioses durante décadas han sido esparcidos por todo el mundo. Hubo un niño destinado a ser un Dios, Hércules. Pero... por obra de mi padre ese niño es un semidiós o lo era. Hércules antes de ascender al Olimpo creo un templo a las afueras de Atenas. Un templo que años después de su ascenso al Olimpo se volvió a usar con solo una utilidad, protegernos de los Olímpicos.

ESTÁS LEYENDO
Ascendance
Science FictionTomas Johnson vive una vida normal, sin nada de seres mitológicos, dioses y vigilantes. Alejado de su familia y viviendo la etapa universitaria de cualquier chico con veintitrés años hasta que una noche en uno de los antros españoles conoce a una ch...