Energía

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Treinta:

 Podía sentir su enojo, su silencio me estaba matando. Pero mi vista estaba puesta en otra persona. Niké estaba situada frente a mí a dos metros de distancia con una espada, al verla por primera vez con esa arma que era casi del mismo tamaño que ella no pude evitar asustarme pero recordé que ella era una Diosa. Y tal vez mucho más fuerte de lo que se veía. La espada que tenía en mis manos era pesada, muy pesada.

-Intentaré no ser tan ruda con usted.-asentí sin saber bien que hacer y ella dio el primer paso, instintivamente levante la espada en forma horizontal haciendo que chocaran.-Buen reflejo.

-Gracias.-dije un poco conmocionada.

Niké volvió atacar y nuevamente me defendí.-Tiene que atacar majestad.

-¿Podrías dejar de llamarme así?-pedí amablemente, ella sonrió de lado y asintió.

-Claro que sí, si me ataca, majestad.

Entendí una cosa, pese su apariencia de niña angelical Niké era muy astuta, tenía cientos de años y su cuerpo de niña solo era una trampa para sus contrincantes.

Tome una bocanada de aire y cerré los ojos, sujete con fuerza la espada y volví abrir los ojos. La ataqué por la derecha y ella lo esquivó con facilidad, fruncí el ceño. Era muy rápida.
-Recuerda que eres una Diosa Emily, usa a eso a tu favor.
-¿Eso no sería jugar sucio?-Niké se encogió de hombros.
-Somos Dioses no guerreros, para nosotros no hay reglas.

Sonreí, tenía razón. Yo no tenía reglas, volví a situarme frente a ella. Tome otra bocanada de aire pero esta vez contuve el aire y parpadee una vez. Expulsé el aire justamente cuando empuñe la espada contra ella el tiempo comenzó a detenerse y pude observar como sus movimientos eran cada vez más lentos hasta el punto de detenerse totalmente. Coloqué la espada debajo de su barbilla y volví a parpadear. Niké me miró asombrada y con su otra mano bajó la espada.

-Buen comienzo, sus reflejos son naturales.-sonreí inconscientemente.- Mañana seguiremos con la práctica, creo que alguien más solicita tu presencia.-su vista estaba puesta sobre algo detrás de mí.

Miré detrás de mí y volví a sonreír al ver a Eolo.

-Tienes potencial Emily.-deje la espada en el suelo y me giré.

-Un alago un poco extraño, pero está bien. ¿Y ahora qué debo aprender?-por alguna extraña razón estaba emocionada. Eolo sonrió al notar mi entusiasmo y me mostro su mano, Eolo coloco su palma en forma horizontal y lo miré extrañado.

-Como sabéis.-comenzó a decir mientras observaba su mano.-Soy el hijo del Dios de los vientos.-asentí sin entender y segundos después en su mano apareció un pequeño torbellino.-Todos nosotros tenemos algo que nos diferencia Emily, Carites puede ser muy hermosa pero también tiene habilidades, Andrea además de ser la Hades es muy buena con el fuego, Circe, bueno ella es buena en casi todo. Pero lo que quiero decir, es tú te destacas por algo.

-El tiempo.-respondí sin pensarlo, el torbellino de sus manos desapareció. Lo miré y él asintió.

-Cerrad los ojos.-obedecí y los cerré.-Ahora, imagina el poder que corre por todo tu cuerpo estacionarse en un lugar. Cualquier lugar, dime de que color es.

En mi mente apareció una llama, una llama dora iluminando toda la oscuridad.-Dorado.

-Bien, ahora imaginad todo el poder expandirse lentamente por todo vuestro cuerpo.-su voz sonaba serena, era muy relajante escucharlo.-Y cuando estéis lista, abrid los ojos.

Pequeñas ondas devibraciones comenzaron a llegar a mi cuerpo, podía sentir la energía recorrermeel cuerpo. Abrí los ojos, pero todo era distinto. Las cosas lejanas se veíancerca, miré mi mano y noté que mi piel brillaba irradiando pequeñas ondas deenergía.- ¿Eolo?-lo llamé sin despegar la vista de mis manos.

-Esto es lo que eres tú Emily.-susurro cerca de mi oído, sentía el poderrecorrer todo mi cuerpo hasta llegar a la palma de mi mano. Me sentí poderosapor primera vez en mi vida.-Ahora usad tus emociones, las emociones son nuestrafuente de poder, buscad la emoción que te de poder.

-Felicidad.-respondí sin darme cuenta.

-Usadlo, usad todos tus recuerdos. Los que te hagan feliz.

Cerré los ojos y me deje llevar, los recuerdos de mi niñez comenzaron a llegaren todos los recuerdos estaba mi madre, sonriendo... la energía que recorría micuerpo comenzó a cesar, cerré la palma de mi mano y abrí los ojos.

-¿Qué ha pasado?-preguntó él.

-Mi madre... yo lo siento pero... ¿podemos seguir otro día?

El asintió lentamente y sonreí pero esta vez solo sonreía por convicción. Eolocomenzó alejarse del campo y miré hacia los lados.

-¿Leila?-la llamé.

-Saldremos de aquí.-me sobresalté al escuchar su voz, rápidamente me giré yobserve su atuendo, ella nunca se quitaba su cinturón.-Con la ayuda de ellos osin la ayuda de ellos.-su tono era decidido, asentí. Porque ahora entendía queno debía quedarme aquí.

AscendanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora