11 de julio 2013
Elina.
Le había demostrado a Eric que era más que un pedazo de carne y una cara bonita cuando me puso a prueba dejándome trabajos dónde tenía que matar, robar y estar cerca de mi veneno. Me había cargado a más de treinta personas en los dos meses que habían pasado pero aún así la mano aún me temblaba cada vez que tenía que disparar, me era imposible no pensar en la vida de esas personas, vida que les estaba arrebatando.
—Espero que no falles.—me miró de reojo.
—¿Cuando le he fallado señor?
Sonrío de lado.
—Nunca y espero que está vez no sea la excepción.
No había ni un solo día que no pensará en mis hermanos, necesitaba saber si estaban bien, dónde estaban, si necesitaban algo.
—No preguntes, solo haz lo que te dije.—ordenó.
La camioneta se detuvo haciendo chillar las llantas, baje por mi lado siendo seguida por Eric quien fue el que de una patada abrió la puerta alertando a las personas dentro, una pareja de esposos levantaron las manos con el rostro manchado del polvo blanco, desenfunde el arma dándole dos tiros certeros a cada uno dejándolos sin vida. Me acerque a ellos tomando los fajos de billetes que tenían regados sobre la mesa junto a la cocaína.
—Aquí tiene señor.—le entregué los billetes.
Estábamos por salir de la propiedad cuando un sonido hizo que Eric se devolviera abriendo una puerta del pasillo sacando a una chica que temblaba del miedo.
—Mátala.—demandó.
Mire a la chica que me recordó tanto a mí cuando aquellos hombres con los que ahora trabajaba irrumpieron a mi casa matando a mi abuela frente a mí.
Me estaba poniendo a prueba.
—¡Hazlo!—hizo que se pusiera de rodillas.
Cargue el arma dándole un disparo en el abdomen.
—Perdón, perdón, prometo que íbamos a regresar todo el dinero.—lloro con desespero.
La mirada de Eric no demostraba nada, me trague los sentimientos que me golpearon en ese momento y me provocaban ganas de llorar. Ella me revolvía todos los recuerdos de aquel día así que sin pensar más volví a disparar acabando con su vida.
—La mafia no perdona.—dije con un nudo en la garganta.
Eric salió de la propiedad primero que yo que me tome unos segundos observando los cuerpos de las personas que había asesinado. Salí subiendo a la camioneta que se puso en marcha de inmediato conduciendo a la mansión.
—Cada vez me sorprendes más Elina, eres una pieza importante para mí.
No dije nada en el trayecto solo mire por la ventana sintiendo un amargo sabor en la boca debido a las náuseas provocadas por aquella escena tan cruel que se repetía en mi mente. Al llegar a la mansión espere a que Cohen me diera permiso para retirarme yendo de inmediato a mi habitación donde Kara se puso alerta al verme entrar, me deshice de la ropa manchada de sangre sintiendo como el aire me faltaba.
—Inna.—me detuvo.
La miré saliendo de mi trance, solté un sollozó rompiendo en llanto en sus brazos sin poder controlarme.
—No sé cuántos muertos más podré cargar.—dije entre pausas.
Me sujeto del rostro con la mirada fría.
—Deja de sentir.—dijo con firmeza— no hay espacio para los sentimientos en esto.
Negué tratando de alejarla de mí pero me sostuvo con fuerza.
—Deja de sentir.
El sollozó quemó mi garganta.
—Deja de sentir o acabará contigo.—sus palabras eran crudas y eso me hizo callar.
Cerré los ojos con fuerza sintiendo como el dolor se expandía por todo mi cuerpo antes de desaparecer junto a cualquier rastro de culpa.
ESTÁS LEYENDO
Dulce Infierno ©
ChickLitElina Archer está resignada a pasar el resto de su vida con el hombre culpable de la muerte de sus padres y el infierno en la que está obligada a vivir o eso fue lo que pensó hasta que ocurrió lo que ella llamaba "un milagro". La venganza es un plat...