Capítulo 52

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10 de febrero 2015.

Elina.

¿Qué tanto podías soportar por la persona que amas?

El corazón se me contrajo de dolor al pensar que está sería la última vez que estaría con él, con el hombre que realmente amaba, que no había parado de agradecer que estuviera a su lado por la perdida de Luka, si tan solo supiera que está era nuestra despedida.

Sus labios sobre mi cuello me devolvieron a la realidad, un gemido salió del fondo de mi garganta y metí mis dedos en sus rulos tirando de él para poder besarlo disfrutando de aquel beso del que me encargue quedará grabado en fuego en mi memoria.

Jamás iba a volver a sentir lo que sentía por él.

–Te amo demasiado.–dije con la voz entrecortada y un nudo en la garganta.

Mis piernas se enroscaron en su cadera dándole paso para que me embistiera.

–Te amo nena.–volvió a besarme.

Está vez fue diferente. No estábamos follando, estábamos haciendo el amor.

Cada caricia, cada beso y cada palabra las guarde en mi mente sabiendo que cuando lo recordara me iba a arder el alma porque nunca más iba a poder escucharlo ni sentirlo.

Pero prefería eso, prefería sacrificarme a mí y no a él, no merecemos esto.

Ya le había quitado a Luka, no iba a ponerlo en riego.

Así de grande era mi amor por él.

Gemí su nombre cuando sentí el orgasmo acercarse, enterré mis uñas en su espalda y nuestros ojos conectaron, el azul de su iris era opacado por el negro de su pupila dilatada.

Iba a extrañarlo tanto, joder.

–Eres mía Elina.–sus músculos se tensaron y se liberó.

Cerré los ojos acompañándolo en el orgasmo sintiendo como una punzada de dolor acompañaba cada latido de mi corazón.

Salió de mí yendo al baño para limpiarse y regreso con una toalla para limpiar sus fluidos de mis muslos, me senté en la cama tomando la sábana para cubrir mi cuerpo desnudo.

–¿Qué significados tienen tus tatuajes?–murmuré intentando distraerme para no llorar.

Se sentó a mi lado luego de ponerse su boxer.

–Ninguno en especial.

Recargue mi mentón en mis rodillas.

–¿Eres de los que se emborracha y se tatúa?–intenté bromear, todo se sentía tan mal.

Sonrío divertido.

–Probablemente.

Reí bajito mirando los dedos de mi pies que sobresalían de la sábana.

–Tal vez un día te emborraches tanto que te tatues mi rostro.–dije mirándolo un segundo.

–No suena mal.–me siguió el juego.

Quería quedarme aquí para siempre.

Suspiré levantándome de la cama para tomar mi ropa interior y ponermela bajo la atenta mirada de Klaus, tome su playera del piso y me la puse mirando como algo brillaba debajo de la cama.

Sabía lo que significaba.

Trague saliva con fuerza poniéndome de rodillas para tomar el pendiente de diamante que se encontraba junto a unas bragas.

Dulce Infierno ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora